jueves, 17 de abril de 2008

Obédiences maçonniques et de libre pensée

Aquí se puede escuchar a unos francmasones franceses exponiendo sus argumentos en uno de los númerosos canales de la radio pública francesa. Sus argumentos son de una laicidad cientificista que no considera que las personas que hablan en términos religiosos o que conformen su vida según mandatos religiosos sean razonables o racionales. Lo que hay que hacer con las religiones es meterlas en las casas y acabar con esta antigualla de la Edad Media.
El discurso es conocido y practicado también por algunos españolitos con indigestión de literatura de divulgación científica. La verdad es que, como decía aquel, la realidad es un desierto en el que cada cual trata de sobrevivir como puede, y para hacerlo algunos se juntan y se organizan, mientras que cada vez hay más que se hacen su propio bricolaje espiritual y se recluyen para salvarse a sí mismos. Calificar a la religión de irracional es un insulto a la racionalidad en cuyo nombre ingenua y supuestamente se habla.

miércoles, 16 de abril de 2008

Respuesta al señor Zápiro

Qué tiempos aquellos, señor Zápiro. Deduzco que somos de la misma generación, tal vez yo, 1969, soy un poco mayor, pues los laterales que jugaban cuando empecé a participar habitualmente del rito blaugrana eran Gerardo y Sánchez, pero Schuster sí que estaba e imperaba cual león en medio del campo. Verlo jugar fue una revelación. Quina el·legància!
Menciona usted la política y el fútbol. Hace unos días escribí algo al respecto.
No creo que tenga mucho más que decir sobre el tema, además, basta con leerse los estatutos del club que, por cierto, también están en castellano, en demostración de que la catalanización del club que Pujol pactó con el "rei dels totxos" no es impedimento para tomar en consideración a los culés y a la prensa en castellano. Bueno, pues, estos estatutos que tienen el prestigio de estar redactados por un señor de Barcelona que los perpetró con pocas ganas y sólo para salir en la foto, que ya se sabe que cuando uno se acerca al Barça tiene la posibilidad de salir en más de una foto, digo, esos estatutos supuestamente prestigiosos, pero que contienen algunos errores lamentables, dicen, correctamente, en el artículo 4º-2 que el club tendrá como finalidad complementaria "la promoción y la participación a [sic] las actividades sociales, culturales, artísticas, científicas o recreativas convenientes y necesarias para mantener la representatividad y la proyección pública de que goza el Club, fruto de una tradición permanente de fidelidad y servicio a los socios y socias, a los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña". Escudándose en que algunos acontecimientos a los que asiste el senyor al que todo el mundo denomina presidente, o alguien en representación del club, son culturales, pueden seguir contribuyendo a un proyecto político que no todos los socios comparten. Sea este proyecto el que sea, lo que cuenta es que se utiliza al club para defender y apoyar los intereses e inclinaciones políticos de los señores que constituyen la, así llamada, junta directiva y que fueron elegidos por un procedimiento que cumple algunos requisitos democráticos, si bien dista mucho de cumplir con la exigencia de igualdad propia de toda concepción normativa de la democracia. De muestra basta ver la morterada de dinero con la que hay que avalar las candidaturas elegidas y que, huelga decir, no todos, ni mucho menos, poseen. Podemos, con todo, afirmar que el procedimiento mediante el que han sido elegidos está bastante legitimado. Ahora tienen que legitimarse por los actos.
Lo que podemos observar desde la distancia es que en sus connivencias políticas defienden un proyecto que se puede calificar de nacionalista, con toda la vaguedad asociada a este ambiguo concepto. Hay, también, cierta proximidad con la revolucionaria idea de independencia, que de un día para otro se ha convertido en una meta que se puede alcanzar. No se trata aquí de juzgar sus objetivos, pues de lo que hablamos es de la relación entre el fútbol y la política. Y lo que podemos concluir es que los socios deberían exigir a los señores que forman parte de la, así llamada, junta directiva que hagan acto de contrición y se guarden su ideología para otros menesteres.
Se podría hablar también de la pestífera prensa deportiva como frenética fuerza concomitante, pero tampoco hay que amargarse la vida. Seguir al Barça a lo largo de los años no sólo permite medir el paso del tiempo con una regularidad que tal vez sea lo único sólido en esta modernidad líquida, como la llama el simpático profesor Bauman, no sólo eso, sino que también nos enseña a saber disfrutar cuando toca concentrándonos únicamente en lo que sucede dentro de las líneas de juego. Sólo eso, sin los rumores; apenas conscientes de la caja de resonancia en cuyo centro se halla el balón. Eso, y sentido del humor y lo sublime. Ah, y, por supuesto, a Moscú...

* * * * * *

De postre connivencia en serio.

Rushdie en la mezquita

Günter Wallraff el "periodista" que tanto ruido hizo en su momento sigue en la trinchera. Al parecer el verano pasado propuso una lectura de Los versos satánicos en la mezquita de Colonia. El consejo musulmán de la ciudad le había solicitado su intermediación con los ciudadanos para lograr la construcción de una nueva mezquita y Wallraff aceptó, proponiendo acto seguido la lectura del libro de Rushdie en el recinto. Los responsables de la mezquita no se negaron en redondo. Iniciaron las discusiones y al final declinaron la oferta, pues creían, cómo no, que semejante acto podía ofender a los asistentes. Wallraff retoma ahora el asunto y afirma que no cejará en su empeño, bien sea en Colonia o en otro lugar.

Lo interesante del asunto es el objetivo que se persigue, o mejor, el objetivo que se declara perseguir más allá del obvio ruido que todo “buen” periodista desea hacer. Wallraff dice que se trata de incitar el debate sobre el asunto dentro de la comunidad islámica europea y, en especial, entre las generaciones más jóvenes, los candidatos más propicios para incorporarse como ciudadanos de pleno derecho a las democracias occidentales y su plétora de garantías. Ser ciudadano, entonces, puede consistir tanto en asistir a un acto en el que la propia religión es objeto de burla (en el supuesto de que eso sea lo que se encuentra en el libro de Rushdie, cosa que no sé), cuanto en distanciarse de la autoridad omnímoda de la jerarquía de la religión a la que se pertenece.

El primer supuesto parece excesivo, pues demanda una tolerancia desproporcionada respecto a los fines perseguidos. Así, los católicos tienen que convivir en una sociedad en la que saben que su religión es objeto de burla y de insulto, pero no se ven obligados a asistir a jornadas de escarnio a su Dios. En cambio, el segundo supuesto parece más asumible o, cuando menos, parece más cercano a la retórica del individualismo según la cual las verdaderas elecciones son las que nosotros mismos hacemos y no las que nuestros padres, maestros, párrocos o entrenadores toman en nuestro nombre.

El paso del mito de Dios al mito del Yo, diría. Pero eso serían sólo palabras que tal vez y si hay suerte suenen bien, poco más. No se trata de parecer más listo que los otros, sino de pensar en términos de justicia, algo más aburrido. Y si de aburrirse se trata, pues mejor hacerlo sin nadie que nos amenace porque se nos haya ido la olla (perdón) en un momento de clarividencia supuesta o real.

martes, 15 de abril de 2008

El prestigio de la libertad

La imagen es conocida: un joven airado o una señora bien peinada se plantan ante el funcionario de turno y le espetan que a ellos nadie les tiene que decir lo que pueden hacer o no, que nadie tiene derecho a meterse en sus vidas, que qué se han creído. Desahogarse de las tensiones de la vida y afirmarse ante un funcionario es una actividad mezquina que, sin embargo, tiene el prestigio de la libertad. Soy libre y nadie me dice lo que tengo que hacer, tengo derechos, señor, no se meta conmigo. Y se puede levantar la voz y hacer aspavientos aprovechando la subida de adrenalina que se repetirá cuando contemos la hazaña, coloreándola, claro está, con los amigotes.

Además, hoy, quien lo desee dispone de argumentos para negarse a obedecer, en los que no sólo se habla de libertad sino también de ética. El caso concreto de la objeción a EpC (Educación para la ciudadanía) es ejemplar de la vacuidad de muchas protestas cuyo valor reside en la reclamación de un derecho que, sin duda alguna, se ostenta. Y puesto que los derechos son sagrados, no es necesario justificar las reclamaciones que de ellos se hacen. Basta con decir que uno quiere ser libre de enseñar a su progenie lo que le parece mejor, sin la obligación de someterse a los dictados del gobierno o de los educadores, en este caso. La no necesidad legal de justificar la desobediencia tiene como consecuencia que la objeción se utilice con fines políticos y no de conciencia.

Todo esto resulta al fin tan aburrido como la lectura cotidiana de los diarios y su goteo de tejes y manejes al servicio del dinero y el poder. La ética y los derechos son de cabo a rabo las nobles máscaras con que se cubren los rufianes.

jueves, 10 de abril de 2008

Café Liberté, 55 Boulevard Voltaire


Los paletos como yo sólo hacemos fotos cuando salimos de viaje. De París puedo enseñar esta consecuencia indeseada e indeseablemente antiestética de la amenaza terrorista: las papeleras transparentes que, cual condones gigantes, puntean las aceras de esta, por otra parte, bella ciudad.

Esta papelera, concretamente, se halla en la esquina del Café Liberté, en el Boulevard Voltaire,
un bar español en donde se reúnen algunos españolitos a ver el futbol. El lugar en cuestión es una auténtica afrenta para los monoteístas del futbol que no conciben que en un mismo local se hallen las banderas del Barça, del equipo blanco y de todos los clubes españoles. Los monoteístas que, como su nombre dice, ya no toman café, y que están habituados a ver los partidos rodeados de acólitos de la misma fe, bien sea en el estadio, en el bar o en casa, ven tensada hasta el límite su capacidad de tolerancia cuando entran en templos politeístas como el Café Liberté. En el local suele haber gente de todas partes de España que, por lo menos ayer, parecían contentos de que ganara el Barça. Probablemente muchos querían que ganara el Barça, como al final sucedió gracias a los hados africanos, y lo querían porque lo consideran un equipo español, en el que juegan españoles, como el Liverpool.

Pero, la verdad sea dicha, cualquier observación que vincule el fútbol y la política nacionalista es una antigualla que más vale que vayamos enterrando. Aunque sólo sea para tapar las vergüenzas de esta joven democracia que nos ha tocado levantar. ¡Ánimo, españolitos, ayúdenme a empujar!

miércoles, 9 de abril de 2008

La época secular

El año pasado Charles Taylor publicó A Secular Age. El libro de casi 900 páginas pretende, entre otras cosas, definir la secularización.
La visión cientifista del asunto, la más en boga precisamente porque contribuye a reforzarnos en nuestra visión del mundo, es que la ciencia, la institución más prestigiosa actual, da explicaciones más coherentes, sólidas y rigurosas de la realidad y de los fenómenos a los que nos vemos sometidos, que la religión. Hay naturalmente otros fenómenos que contribuyen a la secularización, pero este es preferido por muchos de los paladines de la ciencia. Si estoy enfermo haré mejor en acudir a un médico con su título de licenciado colgado en la pared que en arrodillarme ante el cristo (siempre y cuando no dé la casualidad de que mi dolencia sane precisamente arrodillándome). La tesis sostiene que dado que la religión deja de servir para según qué cosas y puesto que se basa en procedimientos oscurantistas e irracionales, mejor será arrinconarla y mirársela como un testigo de la ignorancia y el miedo de nuestros ancestros.
Taylor cuestiona esta afirmación. Es cierto que con el paso del tiempo es más habitual que las personas de los países occidentales vean confrontadas sus creencias religiosas con aseveraciones científicas que les llevan a rechazar las primeras y a modificar su compromiso espiritual. Pero, ¿supone eso una desaparición de lo espiritual? La espiritualidad, por llamar de alguna manera a la fuerza que ha inclinado a los seres humanos hacia la religión, ¿se transforma en aceptación racional de la ciencia? ¿No queda nada más ahí? ¿No será que la vida espiritual adopta otras formas que no consisten exclusivamente en la progresiva sustitución comteana de la religión por la ciencia?

lunes, 7 de abril de 2008

FZ: la zappificación de la música

Cultura/s, de La Vanguardia, tuvo la magnífica idea de dedicar el pasado miércoles un dossier de cuatro páginas a Frank Zappa. Una pena que sólo fueran cuatro y que no le dedicaran todo el número a uno de los pocos músicos que merece ser idolatrado. Los zapperos, los que han educado sus orejas en el universo zappiano suelen ser connaisseurs, degustadores de lo exquisito y abrumador, oyentes atentos del humor musical. Zappa brinda toda la música. Y a través de Zappa toda la música, toda, se hace zappera. Zappa se apropia de toda la tradición y le imprime su sello, la zappifica.

En la página bilingüe de Román García Albertos hay toda la información que cualquiera que se quiera iniciar o perseverar en el rito zappófilo puede necesitar. Ahí se encuentra, por ejemplo, la letra de "Stink Foot", del álbum Apostrophe (1974), transcrita más abajo. Naturalmente, la letra sin la música no es nada, por lo que es recomendable conocer el tema, tener el disco, bajárselo de algún sitio, como se hace hoy en día, pedirle una grabación a algún colega con buen gusto, escucharlo, en definitiva (no basta con oírlo), para apreciar en toda su fluida aparatosidad el enigma / chiste de un Zaratustra záppico. Algunos han querido ver en la letra de este tema, en especial, en la referencia a la "conceptual continuity" una especie de poética zappera, enunciada aquí por un perro, "Fido", que huyendo del pestazo que echan los pies de su amo, dicen que dice: "The crux of the biscuit / is the Apostrophe (')". No hay que ser muy listo para ver las múltiples posibilidades deconstructivas que ofrece semejante sentencia: la ironía, el humor, la creación de un yo a través del arte, la huida de lo convencional, el baile de los significantes. Cualquier cosa que seguro que ha encontrado ya cobijo en alguna tesis doctoral norteamericana. Pero, ¿quien ha dicho que hay que tomarse en serio las palabras o la música? Zappa, tal vez uno de los músicos más concienzudos de la música moderna (por llamarla de alguna manera), renunció, sin embargo, a la grandilocuencia y a la solemnidad que, por cierto, empacharon a más de un oyente del rock sinfónico de los sesenta y setenta. La escritura de Zappa no obedece a ninguna búsqueda de sentido, tanto puede dedicarle una canción a los fontaneros chapuza de la costa oeste americana como a pingüinos masoquistas. La lógica a que obedecen sus letras suele ser asociativa con chistes recurrentes construidos a partir de una transformación idiosincrásica de la pronunciación de ciertas palabras fetiche o comentando las cuitas nocturnas de los miembros de la banda o simplemente dejando volar la imaginación hacia ningún lugar. A fin de cuentas, el esfuerzo de Zappa es más musical que literario y consiste en ponerlo todo al servicio de una música que aspira a ser todas las músicas.


Stink-Foot 6:34

FZ--guitar, bass?, lead vocals
George Duke--keyboards
Napoleon Murphy Brock--saxophone, back-up vocals
Tom Fowler--bass?
And probably:
Sugar Cane Harris--violin
Aynsley Dunbar--drums
Debbie--back-up vocals
Lynn--back-up vocals
Ruben Ladron de Guevara--back-up vocals
Robert "Frog" Camarena--back-up vocals

In the dark
Where all the fevers grow
Under the water
Where the shark bubbles blow
In the mornin'
By yer radio
Do the walls close in t' suffocate ya
You ain't got no friends . . .
An' all the others: they hate ya
Does the life you been livin' gotta go, hmmm?
Well, lemme straighten you out
About a place I know . . .
(Get yer shoes 'n socks on people,
It's right aroun' the corner!)

Out through the night
An' the whispering breezes
To the place where they keep
The Imaginary Diseases,
Out through the night
An' the whispering breezes
To the place where they keep
The Imaginary Diseases, mmm . . .

This has to be the disease for you
Now scientists call this disease
Bromidrosis
But us regular folks
Who might wear tennis shoes
Or an occasional python boot
Know this exquisite little inconvenience
By the name of:
STINK FOOT
Y'know, my python boot is too tight
I couldn't get it off last night
A week went by, an' now it's July
I finally got it off
An' my girl-friend cry
"You got STINK FOOT!
STINK FOOT, darlin'
Your STINK FOOT puts a hurt on my nose!
STINK FOOT! STINK FOOT! I ain't lyin'
,
Can you rinse it off, d'you suppose?"
Here Fido . . . Fido . . .
C'mere little puppy . . . bring the slippers
"Arf, arf, arf!" (crash-crumble-bump-bump-bump)
Heh heh heh . . . sick . . .

Well then Fido got up off the floor an' he rolled over
An' he looked me straight in the eye
An' you know what he said?
Once upon a time
Somebody say to me
(This is a dog talkin' now)
What is your Conceptual Continuity?
Well, I told him right then
(Fido said)
It should be easy to see
The crux of the biscuit
Is the Apostrophe(')
Well, you know
The man who was talkin' to the dog
Looked at the dog an' he said: (sort of staring in disbelief)
"You can't say that!"
He said:
"IT DOESN'T, 'n YOU CAN'T!
I WON'T, 'n IT DON'T!
IT HASN'T, IT ISN'T, IT EVEN AIN'T
'N IT SHOULDN'T . . .
IT COULDN'T!"

He told me NO NO NO!
I told him YES YES YES!
I said: "I do it all the time . . .
Ain't this boogie a mess!"
THE POODLE BY-EE-ITES
THE POODLE CHEWS IT
THE POODLE BY-EE-ITES
THE POODLE CHEWS IT
THE POODLE BY-EE-ITES
THE POODLE CHEWS IT
THE POODLE BY-EE-ITES
THE POODLE CHEWS IT
(POO-DLE . . . )
THE POODLE BY-EE-ITES
( . . . BITES)
THE POODLE CHEWS IT
(POO-DLE . . . )
THE POODLE BY-EE-ITES
( . . . BITES)
THE POODLE CHEWS IT
(POO-DLE . . . )
THE POODLE BY-EE-ITES
( . . . BITES)
THE POODLE CHEWS IT
(POO-DLE . . . )
THE POODLE BY-EE-ITES
( . . . BITES)
THE POODLE CHEWS IT
THE POODLE BY-EE-ITES
THE POODLE CHEWS IT
THE POODLE BY-EE-ITES
THE POODLE CHEWS IT
THE POODLE BY-EE-ITES

sábado, 5 de abril de 2008

La superioridad moral del laico sobre el creyente

Un artículo en el País reivindica la superioridad moral del laico sobre el creyente. Se afirma que la moral laica tiene un sustento suficiente en la racionalidad en la que se fundamenta el respeto a la autonomía de nuestros congéneres, es decir, la dignidad humana, los derechos humanos.
No creo que el artículo logre convencer a nadie que no lo esté previamente, lo cual no habla en su favor. Más bien parece un síntoma. ¿Cómo es que un catedrático de filosofía del derecho está tan enfadado? Lo que le molesta es que la jerarquía católica dé su opinión en público sobre la moralidad de la sociedad presente, y demuestra su enfado defendiéndose de una acusación menor, que apenas parece que importe a nadie. La jerarquía católica quiere, claro está, garantizar a largo plazo sus prerrogativas. Esta respuesta materialista, por así decir, debe ser considerada si queremos entender el actual debate con y contra la dichosa conferencia episcopal española (a la que parece que todos estemos promocionando, de tanto como la citamos) y su utilización espuria del juego democrático para promover sus facciosos intereses. Con este fin critica algunas tendencias sociales y políticas, pero no cuestiona, salvo excepciones vergonzantes, los fundamentos del Estado de derecho. Se mantiene fidelidad al orden establecido y al Papa, y, en lo básico, se convive bien con esta dualidad de regímenes. El punto desde el que critican la sociedad es el dogma, o mejor, una serie de dogmas no poco meditados (lo cual no evita que a veces sean inicuos) en cuyo mantenimiento perseveran los jerarcas pues les va la vida. La sociedad que critican es un hombre de paja, del mismo modo que el catolicismo que critica el artículo del país es un sparring alelado que ofrece agradecido su terso mentón para que lo sacrifiquemos con un uppercut gratuito ya.

miércoles, 2 de abril de 2008

Cataluña

Como es natural, uno está harto de su país y sus discusiones.

Un buen ejemplo de la complejidad e irritabilidad en Cataluña:

En la calle dos hombres se discuten sobre algo relacionado con sus coches. El uno le dice al otro, en catalán que qué coño está haciendo. A lo que el otro le responde otra grosería, pero en castellano. El catalán le dice entonces que la lengua que utiliza el otro ya lo explica todo. Ahí ya me fui, desolado ante el grado de politización absurda de lo cotidiano creada por los medios de comunicación de masas. (La misma escena podría haberse dado cambiando las lenguas de las personas y las personas de las lenguas).

Pero, claro, se me dirá. ¿Por qué escribe usted esto? ¿Cree usted que hay conflicto lingüístico en Cataluña? No. Los conflictos (tampoco tan graves) son otros y lo lingüístico no hace más que dificultar su solución o mediación.

España y la democracia

La democracia es un ficción útil y al mismo tiempo una realidad institucional.

La colonización del debate público a manos de los partidos políticos y de la prensa servil ha convertido a la democracia en una competencia por el poder. El problema en las democracias jóvenes e inmaduras como la española es que la competencia afecta a asuntos constitucionales básicos. Cuando la lucha por los votos es además una lucha por imponer unas esencias constitucionales y no otras, cuando ni siquiera el modelo de Estado está claro y se anteponen los deseos a las realidades, cuando la ideología se considera más prioritaria que el orden jurídico, entonces la democracia no sólo se muestra inútil sino también ficticia.

La teoría y el pensamiento políticos se convierten entonces en actividades ingenuas que, a no ser que opten por el materialismo, no resisten ninguna comparación con la realidad.