lunes, 30 de marzo de 2009

Bernanos

Cuando uno no tiene nada que decir, siempre puede citar. Y ¿por qué no a alguien tan poco leído por nosotros como Bernanos?

"Las clases débiles son casi las únicas que proporcionan al verdadero imbécil. La superior se arroga el monopolio de una clase de idiotez perfectamente inutilizable, una idiotez de lujo, y la inferior no pasa de unos toscos y a veces admirables esbozos de animalidad."

"Los que no me conocen bien suelen considerarme un energúmeno, un panfletario. Diré una vez más que un polemista es divertido hasta los veinte años, tolerable hasta los treinta, pelma hacia los cincuenta y obsceno a partir de entonces. Los pruritos polemistas, en un viejo, me parecen una forma de erotismo. El energúmeno se sulfura a la mínima, como dice el pueblo. Lejos de sulfurarme, me paso el tiempo tratando de comprender, único remedio contra esa especie de delirio histérico en que acaban cayendo los desdichados que no pueden dar un paso sin tropezar con una injusticia escondida cuidadosamente en la hierba, como un cepo. Trato de comprender. Creo que me esfuerzo por amar."

(Georges Bernanos, Los grandes cementerios bajo la luna, Lumen, 2009, traducción de Juan Vivanco.)

viernes, 27 de marzo de 2009

Usurpadores de autoridad

"El momento en que puede considerarse humano un ser no puede establecerse mediante criterios científicos"

Esto escriben unos científicos españoles como reacción a otros que sostenían la inmoralidad del aborto.

Separar los ámbitos del saber, distinguir lo que le corresponde a cada cual. No debería ser tan difícil, pero hay que reconocer que los científicos a pesar de que puedan saber mucho de su especialidad no son necesariamente ni buenas personas ni buenos pensadores. El manifiesto antiabortista, por llamarlo de alguna manera, no es más que una usurpación de autoridad para ganarse el apoyo del pueblo ignorante.

jueves, 26 de marzo de 2009

Tú no eres mi hermano

Dijo el Papa el otro día en el aeropuerto de Luanda:

"No os canséis de hacer progresar la paz, haciendo gestos de perdón y trabajando por la reconciliación nacional, para que la violencia nunca prevalezca sobre el diálogo, el temor y el desaliento sobre la confianza y el rencor sobre el amor fraterno. Eso será posible si os reconocéis mutuamente como hijos del mismo y único Padre del Cielo".

Según esto, la solución a los conflictos sociales es posible si nos reconocemos mutuamente como hermanos, hijos de un mismo padre. La diversidad social se puede, por tanto, atenuar. Es el universalismo cristiano que tantas veces ha adoptado el sayo del imperialismo y del colonialismo, y que fue reproducido por la confianza en las luces o en el capital. Pero las soluciones tan profundas son sospechosas. ¿No basta con la tolerancia recíproca (o no) para coexistir en paz con perros infieles?

martes, 24 de marzo de 2009

Desde fuera y desde dentro

Escribe hoy un profesor lo siguiente:

"La imagen de deslavazada charlatanería y de enfermiza obsesión antisexual que ofrecen los pronunciamientos de la jerarquía católica no sólo choca con la ciencia y la racionalidad, sino que incluso carece de base o precedente alguno en las enseñanzas que los Evangelios atribuyen a Jesús."

Más allá de los argumentos que probablemente se encuentren en el artículo, es interesante la doble estrategia adoptada en estas líneas: la jerarquía eclesiástica no sólo menosprecia los avances de la ciencia y los preceptos de la racionalidad, sino que ni siquiera se atiene al mensaje de Cristo. Los ateos no sólo acuden a la estrategia externa (racionalidad y ciencia) sino también a la interna. La jerarquía, dicen, no interpreta correctamente el mensaje cristiano. Los ateos se alinean así con los cristianos sin iglesia, con los que claman por unos representantes de la fe que pongan la caridad como precepto primero y único.

Tal vez habría que recordar que la iglesia católica, apostólica y romana, sobre todo, romana, nunca ha tenido la pretensión de contribuir al aumento del amor. Su finalidad hoy es, antes bien, influir en el poder político, destruir los muros de separación, unir a los fieles en causas morales que pongan en dificultades a los gobiernos para lograr así que nadie, sólo ellos, se sienta impune.

sábado, 21 de marzo de 2009

Poligámica equidad

En una conferencia de Dolors Bramon me entero de la existencia de este fragmento del Corán:

"...Si teméis no ser equitativos con los huérfanos, casaos con la que os guste de las mujeres, dos, tres o cuatro. Pero si teméis no ser equitativos, entonces con una sola o con vuestras esclavas. Así evitaréis mejor obrar mal. (Corán, surat 4, ayat 3)."

"
If ye fear that ye shall not be able to deal justly with the orphans, Marry women of your choice, Two or three or four; but if ye fear that ye shall not be able to deal justly (with them), then only one, or (a captive) that your right hands possess, that will be more suitable, to prevent you from doing injustice. "

"Ser equitativos", "deal justly": expresiones que soprenden al occidental prejuiciado que considera que la poligamia es una simple cuestión de machismo injusto. Machismo, sí; pero injusto, no.

jueves, 19 de marzo de 2009

Grow up or die

"The plain fact is: religion must die for mankind to live.
Faith means making a virtue out of not thinking.
Religion is dangerous because it allows people who have no answers to think that they do.
The only appropriate attitude for men to have about the big questions it’s not the arrogance of religion, but doubt. Doubt is humble and that’s what men need to be.
This is why rational people, antireligious people, must end their timidity and come out of the closet and assert themselves. And those who consider themselves only moderately religious, they really need to look in the mirror and realize that the solace and comfort that religion brings you, actually has a terrible price."

Estas frases las pronuncia el cómico americano Bill Maher en algo así como un documental que estrenó hace unas semanas bajo el título Religulous, neologismo con el que se pretende equiparar a la religión con algo ridículo (religious=ridiculous). Maher se considera agnóstico, pero pasa más bien por un ateo. En el documental escoge a los fanáticos religiosos más patéticos y a las religiones menos serias, perros de paja, para patearlos a gusto y quedar como el más listo. Tiene la fortuna de tener una risa contagiosa que lo hace soportable, pero el espectáculo parece más una feria de monstruos que otra cosa.

"La religión puede ciertamente ser una cosa ridícula. No hay actividad humana que no pueda convertirse en algo ridículo, basta con repetirla bastantes veces o con mantener en alto la espada de la autocrítica. Lo es sobre todo si se subrayan las cosmogonías o los mitos. Sin embargo, la religión, sea verdad o mentira, sirve también para consolarse.

Sea como sea, lo de Maher es saludable por dos motivos. De una parte, por lo que evidencia su difusión, a saber, la ausencia de censura motivada no sólo por la legislación americana sino también porque nadie se ha atrevido a llevar su sentimiento de ofensa a los tribunales. De la otra, porque obliga a justificar de nuevo las políticas de laicidad positiva que consideran a la religión como algo intrínsecamente bueno y, por tanto, como un bien que debe ser protegido por las instituciones del Estado, o sea, las políticas sobre libertad religiosa de la mayoría de países occidentales.

lunes, 16 de marzo de 2009

Hacer poco y decir menos

En la NZZ del domingo un tal Hans Bühlmann escribe una carta al director en la que sostiene que los minaretes no son un símbolo religioso, sino una demostración de poder, lo que justificaría que se realizara el referéndum a favor de incluir en la constitución helvética la frase: "La construcción de minaretes está prohibida".

El señor B. acaba su carta diciendo que "nadie puede ser obligado a aceptar esos símbolos". ¿Qué significa "aceptar"? Uno hablaría aquí de tolerancia, de la necesidad de respetar las costumbres ajenas, pero al instante recuerda un artículo de Aurelio Arteta sobre la tolerancia boba, "La tolerancia como barbarie", en el que se advierte de los peligros de tolerarlo todo, incluso lo intolerable. Sin embargo, lo que decimos y pensamos sobre el islam, nosotros, buenos europeos, no son más que estereotipos del Otro que en ocasiones adquieren una tonalidad multicultural simpática y en ocasiones son muestra de una xenofobia que nace de las entrañas del miedo.

El asunto recuerda a las prevenciones frente a la cienciología. Prevenciones fundadas en sospechas poco fundadas, luchas de intereses económicos y sociales, geopolítica globalizada. Y todo sobre el trasfondo de la sacrosanta libertad de conciencia y de religión. Limitarla es desprestigiarnos, pero su aplicación debe ser prudencial, lo cual obliga a un control estatal de las acciones ciudadanas que dinamita el muro de separación entre Estado e iglesias.

En todo caso, es recomendable no insistir en la validez incondicionada de ciertos principios constitucionales e inclinarse por una casuística atenta a los ritmos del presente, en equilibrio entre la astucia y la legalidad.

jueves, 12 de marzo de 2009

Proteger a los individuos, no a la religión misma

"Las leyes internacionales de derechos humanos protegen a los individuos en el ejercicio de su libertad de religión y convicciones, y no a la religión misma."

Con estas palabras fundamentaba Alemania su discrepancia con la Resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (30 de marzo de 2007) en la que se conminaba a los países a "combatir el odio y la discriminación motivados por la difamación de las religiones".

No son las religiones las eventualmente ofendidas, sino los fieles que ven efectivamente limitada su libertad de religión. Si atendemos a las personas y no a los dogmas, se da una mayor seguridad jurídica, tanto para ofendidos como para ofensores, y se evita que los líderes espirituales se arroguen la autoridad de hablar en representación de millones de personas.

lunes, 9 de marzo de 2009

Legislar con la nariz

En Berlín un tribunal ha obligado a la retirada de un cartel, que el ayuntamiento de Charlottenburg-Wilmersdorf había colocado delante de la sede de la "iglesia de la cienciología", en el que, bajo un enorme y encarnado signo de STOP, se advertía a los ciudadanos de los eventuales fines perversos perseguidos por la "secta de la cienciología" (así mismo) y se exigía una observación atenta de la secta para lograr una presentación transparente de sus finalidades. Las autoridades no tienen derecho a limitar el ejercicio de la libertad religiosa y de asociación de los ciudadanos. Eso concluye, a grandes rasgos, la sentencia. Y si bien no podemos más que estar de acuerdo con el deseo de vivir en un país libre que se evidencia en la lectura jurídicamente correcta que la sentencia hace de la Constitución, por otra parte pensamos que tal vez no todo el mundo se merezca disfrutar de ese preciado bien que es la libertad religiosa. Religiones de tunantes y rufianes deberían quedar excluidas de ese derecho. La irracional y, sin embargo, razonable intuición de que algo podrido se oculta bajo tanto brillo como el que destella la sede de la cienciología en Madrid, enfrente mismo de nada más y nada menos que el Congreso de los Diputados, no debería ser tomada en consideración cuando se legisla y se imparte justicia, pero hacerlo no está de más y puede salvarnos de pecar de ingenuos.

viernes, 6 de marzo de 2009

Retardo de comunicación

Un scentiologist, que me ha visto tal vez algo alicaído, me pone en las manos un libro de Hubbard (Scientology. Un nuevo punto de vista sobre la vida). Un scientologist es, como reza el glosario del mismo libro, "alguien que mejora las condiciones de sí mismo y las condiciones de otros usando la tecnología de Scientology". Ahí encontramos también la figura del scientologist entrenado, una "persona que tiene un conocimiento especial sobre el manejo de la vida. Consigue esto mediante entrenamiento, que es una actividad formal (a diferencia de la lectura o interés informales) en que se imparte la filosofía y tecnología de Scientology a un individuo o grupo y culmina con la concesión de un grado o certificado".

Lleemos "tecnología", "condiciones", "entrenamiento", "grado", "certificado", conceptos que suenan más a ideología que a religión. Y surge naturalmente una sospecha infundada racionalmente, pero sí fundada en olfato, que nos pone en alerta.

Una ojeada a este libro repleto de consejos remojados en una prosa plana, cursi e infantil, traducida sin amor ni cariño, nos permite constatar que se trata de un manual para aprender a ir por la vida triunfando. La cosmovisión (si es que se puede deicr que la Cienciología es una cosmovisión y no un negocio) está centrada en el yo y su necesidad de encontrar un equilibrio. No hay referencia alguna a Dios en el libro, lo cual nos indica que en el caso de que un cienciólogo naufragara en una isla desierta no se arrodillaría buscando el consuelo de Dios, pues al parecer es un ser tan autosuficiente que no desea ni que lo abracen.

Para llegar a ser cienciólogo hay que pasar una serie de tests que clasifican a los individuos según su inteligencia o capacidad de reacción. A cada cual le corresponderán unos ejercicios en virtud de su lugar en la escala. Y esa escala regula también decisiones importantes en la vida, como el matrimonio. Según Hubbard hay una clave para conseguir buenas parejas:

"Los cónyuges que tengan el mismo retardo de comunicación se llevarán bien."

Aserto críptico absurdo que uno no sabe muy bien lo que significa, aunque sí lo que connota. A saber, aspiraciones tecnocráticas carentes de sentido del humor y de refinamiento. Basta subrayar que el exhaustivo glosario del libro ya mencionado no contiene la palabra "amor", lo cual es un error estético, estratégico y, lo que es peor, espiritual. Con esta visión simplificada de la naturaleza humana, la Cienciología, o Iglesia de la Cienciología, hace proselitismo y, conjeturo, persigue fines políticos y económicos. (Por lo menos eso piensa la Oficina para defensa de la Constitución (Verfassungsschutz) en Alemania y dicen que dijo el propio Hubbard: "I'd like to start a religion - that's where the money is").

Y que quede claro que todo esto lo digo sin ánimo de ofender, o sea, que, como dicen los juristas, no hay dolo.

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Dónde está Vargas Llosa?

¿Dónde están los defensores de la libertad de expresión clamando ante la expulsión en el aeropuerto de Buenos Aires de nada más y nada menos que un obispo? ¿Dónde está Vargas Llosa? ¿Dónde estás, Varguitas? Dí algo, pata. ¿No será que el liberalismo del que tú dices hacer gala es una pobre versión del liberalismo milliano, un remedo de Berlin con fines propagandistas? No, sobre Williamson los liberales que viven de dorarle la píldora al entramado de poder que les paga no dicen nada.

Nadie ha salido a defenderlo y eso está bien. Lo interesante es que se le ha dejado hablar, que sus palabras se pueden escuchar todavía en la red y que están siendo escuchadas por millones de personas. No se censura una mentira tan burda, porque ella misma se retrata como lo que es, inteligencia desaprovechada en el altar de esa cosa incomparable que es el nazismo. Y los popes como T. Garton Ash, así como los aprendices que corren por nuestros lares y bares, deberían decir algo, porque ya se sabe, si se deja que una mentira sea propagada sin renovar continuamente el acuerdo sobre la verdad que la contrarresta, entonces se puede perder la partida. Pues, y eso también lo dice Mill, la verdad no siempre acaba prevaleciendo.

martes, 3 de marzo de 2009

Religiones débiles

"Ha llegado la hora de que las personas religiosas se alcen contra las religiones".

Gianni Vattimo sostiene que las religiones deben desaparecer como instituciones de poder para dejar paso a unas religiones de la compasión y del amor, religiones individuales acordes con el espíritu de los tiempos desecularizados en los que lo que cuenta es la búsqueda de sentido y de consuelo individuales apoyada en un maremágnum de tradiciones espirituales de las que el creyente postmoderno bebe libertinamente. La propuesta de Vattimo es democrática e ilustrada, y puede resultar un antídoto para las políticas de la identidad que agrupan a la sociedad siguiendo las exigencias de los mandamases del báculo que van con el mazo dando. Siguiendo esto se requieren pues nuevas asociaciones religiosas que acojan a los individuos y les permitan practicar sus ritos sincréticos y desordenados. Pequeñas iglesias de adscripción voluntaria que renuncian de antemano a imperar y que buscan ser reconocidas como lo son, los clubes privados de los que hablaba Locke. Clubes de entrada y salida libres en los que la religión ha perdido su potencial regulador y coactivo convirtiéndose en una guía que cada cual interpreta a conveniencia. Religiones débiles para los espíritus débiles de las sociedades angustiadas por las infinitas posibilidades alienantes de la técnica.