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miércoles, 13 de febrero de 2008

Más Mahoma


(*)

Hoy los diarios daneses han vuelto a reproducir la viñeta dibujada por Kurt Westergaard y publicada en Jyllands-Posten (JP) hace ya más de dos años. Incluso Berlingske Tidende que hasta ahora aún no lo había hecho. Josep Ramoneda lo comentó ayer en el acto de presentación de la revista Quaderns del CAC, dedicada justamente al "derecho a la burla": las caricaturas son malas y él no las habría publicado, pero una vez iniciada la, así llamada, "crisis de Mahoma", entonces sí que lo habría hecho. (Algunos periódicos se preguntan si volverá a resurgir la crisis con motivo de estas nuevas publicaciones y, si es así, cuales serán los costes económicos para la industria danesa que en septiembre de 2007 ascendía a unos 260 millones de euros de pérdidas en exportación).

Un día después de que arrestarán a dos tunecinos y a un danés al que todos los periodistas añaden el calificativo "de origen marroquí", las páginas de opinión tienen un tema obligatorio: la libertad de expresión.

Sin embargo, antes de pasar a semejante asunto, vale la pena destacar la suerte que han corrido los sospechosos detenidos por el servicio de espionaje danés la madrugada del martes en unos bloques de edificios del extrarradio de Aarhus conocidos a principios de los noventa con el nombre de Bistanbul, apelativo en el que se combina la referencia a Estambul con el nombre de las ayudas estatales a las personas sin empleo (bistandshjaelp). Al autobús que pasa por allí se lo conocía entonces como el "expreso del ajo", por el olor a ídem que desprendían los iraníes, marroquíes, turcos, palestinos y otros que lo utilizaban. A la mañana siguiente de los arrestos los habitantes de Gellerupparken, que así se llama, desconocen lo sucedido, se irritan por la mala fama que esto les reportará y algunos llegan a musitar que no piensan decirles a los periodistas lo que realmente piensan no vaya a ser que los envíen a Guantánamo (esto último, según una crónica de JP). Pues bien, la suerte de los detenidos: los tunecinos serán expulsados del país inmediatamente, sin juicio, sin más pruebas que las aportadas por los servicios secretos y sin posibilidad de defender su inocencia, en aplicación, supongo, de alguna ley de nuevo cuño aplicable a los extranjeros que cometen delitos o que participan en actividades terroristas, en la línea de la archiconocida Patriot Act americana.(**) Por su parte, el danés ha sido puesto en libertad, supuestamente porque no ha cometido más delito que la preparación de uno (siendo, además las pruebas poco sólidas) y, tras la detención, ha quedado ya desactivada su capacidad delictiva, así dice, Jacob Scharf, jefe del espionaje (PET):

"No hemos querido correr un riesgo innecesario y por ello hemos decidido intervenir en una fase muy temprana para impedir la planificación y la ejecución del asesinato. Así pues, la operación nocturna debe ser vista, en primer lugar, como una actuación preventiva cuyo objetivo era impedir que se cometiera un infracción de la ley."

Esta actitud preventiva se observa en la modificación de muchos hábitos de la comunidad danesa, como es la proliferación de guardas de seguridad en las sedes de los periódicos y de dispositivos que dificultan la entrada en edificios oficiales. También se observa en los guardaespaldas con los que llevan meses conviviendo el dibujante de 73 años y su esposa.

Pero el gran tema, al parecer, es la libertad de expresión y la solidaridad con los amenazados.

Los progresistas de Politiken dicen que "con independencia que JP en su momento usó la libertad de expresión de manera poco inteligente y con consecuencias perjudiciales, tiene derecho a una solidaridad incondicional cuando se la amenaza con el terror". Los cristianos de Kristeligt Dagblad repiten la letanía de la libertad de expresión como fundamento del resto de libertades y apenas muestran preocupación por los excesos que puede provocar una aplicación demasiado estricta de la legislación antiterrorista. Naturalmente, JP es el diario que más conclusiones saca de este asunto y viene a decir que esto no es más que un primer paso hacia el oscurantismo y la claudicación en manos de los fundamentalistas y fascistas, preguntándose, para acabar, dónde están los musulmanes moderados y por qué no dicen nada. Si bien en sus argumentos no hay nada irrazonable, sí que resulta cuando menos preocupante el sesgo que adoptan, que, como ya han demostrado varios estudios recientes, consiste en saltarse las normas de la corrección política para luego decir que es una heroicidad hacerlo y que nadie, excepto ellos, se atreve Con esta estrategia no hacen otra cosa que seguirle el juego a los populistas de derechas (Dansk Folkeparti).

La libertad de expresión puede servir, claro está, para dejar de lado la hipocresía y gritar bien fuerte que ya basta de tanto extranjero. No es, ciertamente, un uso muy edificante, pero, aunque sólo sea por coherencia, habrá que luchar porque los energúmenos puedan ejercer de tales en público.

Para acabar: los países pequeños como Suiza, Noruega, Dinamarca u Holanda sólo aparecen en la prensa ya sea para celebrar a sus casas reales o para denunciar la xenofobia y el populismo de derechas. Habría que recordar a los lectores que en esos sitios no siempre las personas muerden a sus perros.



(*) (Nota políticamente correcta) Sólo por solidaridad se entiende la reproducción de esta caricatura cuya calidad artística o satírica no puedo valorar. Sí puedo, en cambio, reprocharle al autor la utilización de la profesión de fe musulmana en el turbante, pues, como es sabido, se trata de algo más que palabras. A mí, la verdad, no me habría parecido un sacrifico haber presentado el mismo dibujo sin esas palabras que, sin duda, son ofensivas cuando son utilizadas por un perro infiel.

(**) Poco después de escribir esto salen nuevas noticias en las que se sostiene que los tunecinos pueden, si así lo quieren, solicitar un juicio para evitar ser expulsados, con lo que el alarmismo que había cundido motivado por la desprotección legal de los sospechosos extranjeros de terrorismo se ve atemperado por un sistema legal que, a pesar del terrorismo, mantiene sus garantías jurídicas. Se trata de seguir comportándose democráticamente, decentemente, a pesar de todo, para refutar así a Schmitt y quedarse con Habermas, por así decir.

miércoles, 30 de enero de 2008

Contra el minarete

Hojeando (es un decir) las próximas iniciativas populares de referéndum en la Confederación Helvética encuentro una que propone un añadido al artículo sobre la relación Estado-iglesia:

Art. 72, al. 3 (nouveau)

3 La construction de minarets est interdite.”

El comité que presenta la iniciativa y que es el responsable de conseguir las firmas necesarias para que pueda ser llevada a referéndum está formado principalmente por el partido de Cristoph Blocher, uno más de los representantes del populismo de derechas que hace sangre con la diversidad social. En la página de información (por cierto más prolija en versión alemana) se informa sobre el significado político-religioso de los minaretes. Se dice que es una construcción arquitectónica que surgió con la intención de controlar a los fieles y que representa la sumisión de los poderes del Estado a la fe coránica. Este símbolo de la intolerancia de una religión fundamentalista no ha lugar en Suiza, dicen los que promueven el referéndum, de modo que para evitar su proliferación es necesario legislar desde la Constitución, aprovechando los mecanismos de creación de voluntad popular que ofrece el propio sistema democrático helvético. Se apresuran a añadir que no tienen nada en contra de la libertad religiosa y que ésta queda protegida por el correspondiente artículo constitucional. Además, no se oponen a la construcción de mezquitas, elementos que parecen básicos para ejercer esta libertad, sino sólo a la de los minaretes.

No parece desencaminado afirmar que el argumento que subyace es el de la reciprocidad. Los defensores de las esencias europeas y patrias suelen argüir que no se debe tener condescendencia con quien no la practica en su propia casa, en referencia clara a los países musulmanes que dificultan el ejercicio de la libertad religiosa de los cristianos. Ojo por ojo. No vaya a ser que “de fora vingueren…”

Habrá que ver si consiguen las firmas. Los argumentos parecen bastante convincentes, especialmente para un país en el que, cabe suponer, el porcentaje de analfabetos funcionales es menor que en España. Pero los argumentos poco sirven ni para recoger firmas ni para votar, pues tanto habrá a favor como en contra. Lo que mueve son las imágenes:

El poder numinoso de una cruz destruida, de un país penetrado por el aguijón, la garrocha, el tronco, el arma, el bastón de mando de un moro indomable (cf. Makbara). La tizona se vuelve contra el Cid blanqueador. El miedo (y anhelo oculto) del falocéntrico Occidente a curarse con su propia medicina. Un misil per angostam viam. Agh!