martes, 8 de enero de 2008

Richard Rorty: respuestas a un cuestionario

En verano de 2001, un diario en el que por aquel entonces empezaba a colaborar y en el que aún me dejan muy de vez en cuando publicar algo, me encargó una entrevista con Richard Rorty. Respondió de inmediato mi mensaje con el cuestionario y envió al cabo de pocos días sus respuestas, de las que, desafortunadamente, no conservo el original en inglés. Pero el atentado del 11-S cambió los planes de publicación y el texto quedó en la nevera. Lo saco ahora. El formato es para la prensa diaria, pero me parece una buena introducción a algunas de sus ideas. Incluyo, al final, un breve texto introductorio que redacté entonces y que puede ser de utilidad para los que no conozcan a este autor que falleció el pasado verano (obituario 1, obituario 2, obituario 3, obituario 4, etc.).

ENTREVISTA A RICHARD RORTY

- Profesor Rorty, explíquenos en primer lugar qué es el pragmatismo.

- Los pragmatistas niegan que la verdad sea la correspondencia con la naturaleza intrínseca de la realidad tal y como ésta es en sí misma. Su afirmación central es que no debemos responder ante nadie más que ante nuestros congéneres humanos, ni ante Dios ni ante la “realidad”. Cumplimos con la responsabilidad que nos debemos mutuamente cuando justificamos los unos a los otros nuestras creencias y nuestras acciones. William James pensó que una denominación mejor que “pragmatismo” sería “humanismo”, y estoy de acuerdo con él.

- Algunos críticos de su obra consideran que su versión del pragmatismo se encuentra muy cercana al pensamiento postmoderno. ¿Qué tiene que decir al respecto?

- Nunca he sido capaz de entender qué es el llamado “pensamiento postmoderno”. Si se entiende como una perspectiva filosófica, entonces considero que es el mínimo común denominador de William James y Nietzsche, y que se reduce al tipo de humanismo que he descrito anteriormente.

- Sin embargo, en sus libros usted, al igual que algunos llamados pensadores postmodernos, lee e interpreta tanto textos literarios como textos filosóficos. Da la impresión de que no toma en consideración la línea que delimita ambos géneros.

- Pienso que sí que hay un límite entre la filosofía y la literatura o, si lo prefiere así, que la filosofía es un género literario peculiar.

- ¿En qué consiste esa peculiaridad de la filosofía?

Pues en que no es posible hacer filosofía si no se ha leído a Platón, Kant, Wittgenstein, Heidegger, etc. Mientras que, por otra parte, no hay textos concretos que deban necesariamente haber sido leídos para que uno pueda ponerse a escribir sonetos o novelas.

- Pasemos a la vertiente política de sus escritos. Sus reflexiones sociales, morales y políticas en términos pragmáticos han sido criticadas por pensadores de izquierdas que las consideran propias de un elitista o de un, digamos, yuppie reaganista, y también han sido criticadas por pensadores conservadores, que piensan que usted es un relativista, un irracionalista y un intelectual deconstructivista. ¿Cuál es su respuesta a ambas críticas?

- Creo que los conservadores son defensores cínicos de los ricos, de la gente que controla a los políticos como Reagan o los dos presidentes de la familia Bush. De otro lado, creo que los marxistas y los foucaultianos son demasiado impacientes, no se toman el tiempo ni se enfrentan a los problemas con la intención de proponer medidas prácticas para ayudar a los pobres en su lucha contra los ricos.

- Pero su alternativa, expresada en la afirmación de que el estado capitalista del bienestar es la mejor cosa que podemos esperar, parece más bien una defensa del status quo. ¿Es el capitalismo realmente la mejor cosa que podemos esperar? ¿Por qué?

- Estaría encantado si alguien pudiera sugerir un conjunto de disposiciones económicas que fueran distintas tanto de la economía de mercado como del sistema de control estatal, como el de la Unión Soviética, Cuba, Corea del Norte, China, etc. Pero hasta la fecha nadie ha propuesto una alternativa seria. Hasta que no sea el caso, debo admitir que una economía de mercado es la mejor opción.

- De ahí que usted esté a favor del reformismo y contra la revolución. Desde esta perspectiva, ¿cómo piensa que deberíamos enfrentarnos a la globalización?

- Deberíamos enfrentarnos a la globalización con sugerencias concretas sobre cómo el Banco Mundial y el FMI pueden impedir que las corporaciones sobornen a los políticos del Tercer Mundo para que permitan la explotación ilimitada de los trabajadores pobres de los países subdesarrollados.

- Y ¿qué instrumentos filosóficos podrían ayudarnos a analizar el creciente movimiento internacional antiglobalización?

- A la hora de formular sugerencias frente a la globalización, la filosofía es irrelevante. El movimiento para evitar que las grandes multinacionales se apoderen de todo no necesita ningún “análisis”, tan sólo necesita apoyo.

- En Forjar nuestra nación (Paidós) usted propone un nuevo modo de expresar y de promover el pensamiento político progresista de izquierdas. Pero en lugar de localizar la fuente de esta corriente política en la tradición marxista, la conecta con la tradición patriótica y utópica de Whitman y de Dewey. ¿Por qué es el patriotismo un tema político relevante según usted?

- El patriotismo es necesario para que haya una acción política efectiva, para conseguir que la mayoría de los votantes de una nación estén de acuerdo. El orgullo nacional es necesario para que la gente se pueda interesar seriamente en actuar como ciudadanos responsables. Todas las naciones necesitan una visión utópica de lo que serían las cosas si los ciudadanos se unieran e intentaran establecer un programa o una reforma. Estas visiones son mucho más útiles que la profunda reflexión filosófica sobre el movimiento de la historia.

- Gran parte de su propuesta pragmatista se concentra en la moral. Si, siguiendo su versión del pragmatismo, abandonamos las fundamentaciones últimas, esto es, las referencias eternas e inmutables impuestas por la tradición ¿cómo podemos realizar valoraciones morales? Esto es ¿cómo podemos distinguir, por ejemplo, entre los nazis y los que sufren la dominación de éstos?

- Suponga que tuviéramos fundamentaciones últimas. Los nazis propondrían sus fundamentaciones últimas y nosotros las nuestras. Las fundamentaciones no importan, tan sólo son instrumentos retóricos.

- Entonces ¿cómo podemos justificar, por ejemplo, que el tribunal internacional de La Haya procese a Milosevic y a otros criminales de guerra de la antigua Yugoslavia?

- Todo el mundo sabe que necesitamos un gobierno mundial, una fuerza policial internacional y un tribunal internacional si queremos salvarnos del desastre. Todo lo que hagamos para estimular la formación de estas instituciones está justificado simplemente en virtud de que ofrece un estímulo tal.

- ¿Ofrece la filosofía alguna justificación en esta dirección?

- No se puede usar la filosofía para justificar la unión de las trece colonias americanas para formar los Estados Unidos, ni para justificar la formación de la Unión Europea, ni para justificar lo que Tennyson llamó “el parlamento del hombre, la federación del mundo”. Pero ¿a quién le interesa la justificación filosófica? Estos movimientos hacia la unificación son simplemente instrumentos prácticos para aumentar la felicidad y la libertad y para alejar diversos tipos de catástrofes. Se los justifica señalando lo que pasaría si no lográramos esta unificación, no recurriendo a fundamentaciones filosóficas.

- En el ámbito de la filosofía moral usted se ha posicionado en contra de pensadores como Rawls o Habermas al defender el predomino de la sensibilidad o del sentimentalismo frente a la razón. ¿No está esto tal vez peligrosamente cerca del irracionalismo moral?

- No considero que el así llamado “peligro del irracionalismo” sea una cuestión de elegir la posición filosófica incorrecta. Si la racionalidad significa usar la persuasión en lugar de la fuerza, entonces Rawls, Habermas y yo estamos de acuerdo en la deseabilidad de la racionalidad, porque estamos de acuerdo en los peligros de recurrir a la fuerza. Si significa la existencia de una demostración racional de la verdad de los principios morales universales, entonces estoy sin duda alguna en desacuerdo con Rawls y Habermas. Pero el desacuerdo sobre este segundo asunto es algo que sólo interesa a los profesores de filosofía. No tiene ninguna relevancia para la actividad política real.

- Para el pragmatismo es muy importante no referirse a lo que usted denomina entidades no humanas, como Dios o la realidad. ¿Por qué? ¿Es acaso imposible pensar de modo independiente, libre y progresista cuando se tiene una creencia religiosa?

- La gente religiosa, evidentemente, piensa de modo independiente, libre y progresista. El Vaticano y los protestantes fundamentalistas no pueden evitar que lo hagan, por mucho que lo intenten. Por otra parte, las instituciones eclesiásticas han sido históricamente uno de los obstáculos centrales a la libertad y al progreso. Suelen estar de parte de los ricos y los poderosos, contra los pobres y débiles. Puesto que yo no tengo convicciones religiosas sería feliz si estas instituciones se desvanecieran. Si esto sucediera tendríamos un mundo en el que el sentido de participación en la toma democrática de decisiones ocuparía el lugar de nuestra sensibilidad religiosa.

-En oposición a las corrientes de pensamiento de corte apocalíptico predominantes en la actualidad, usted lanza una mirada positiva y esperanzada al futuro. ¿Qué razones tenemos para ser optimistas?

- No me siento en absoluto optimista. Estoy de acuerdo con todos los escritores de ciencia-ficción que coinciden en predecir catástrofes para el próximo siglo o el siguiente como resultado de una guerra nuclear, de una destrucción del medio ambiente, de la superpoblación, y cosas semejantes. Pero ¿quién sabe? Si trabajamos duro y tenemos algo de suerte podríamos, en términos estrictamente de suposición, desenterrarnos a nosotros mismos del agujero en el que nos encontramos en el presente. Lo que estúpidos errores humanos han producido, puede ser remediado mediante astutas tretas o estratagemas humanas.

- Para acabar, según su opinión ¿cómo cree que será el futuro de la filosofía?

- El futuro de la filosofía lo determinarán el genio o los genios que surjan. Nadie podría haber predicho a Kant, a Hegel, a Wittgenstein o a Heidegger. Los genios de esta suerte establecen el orden del día para los profesores de filosofía. Actualmente, nosotros, los profesores de filosofía, estamos bastante aburridos, porque no ha habido un genio en las últimas décadas. Estamos, por decirlo de algún modo, esperando a Godot.

* * *

Richard Rorty, que actualmente es profesor de literatura comparada en la Universidad de Stanford, destacó en los años setenta con una recopilación de los textos fundamentales de filosofía del lenguaje y un texto introductorio a los mismos que, con el paso de los años, ha sido considerado una pieza esencial para comprender esta corriente central de la filosofía del siglo XX, El giro lingüístico (Paidós). Poco después revolucionó el panorama filosófico con La filosofía y el espejo de la naturaleza (Cátedra), proponiendo una visión conjunta de la tradición analítica anglosajona y de la filosofía continental, que rompía con los moldes disciplinarios al uso. Con esta obra, Rorty mostraba que los logros de autores como Quine o Wittgenstein, podían y debían comprenderse en consonancia con la obra de pensadores tradicionalmente obviados por los filósofos de formación analítica, a saber, Nietzsche, Heidegger o Derrida. Lo que unifica a ambas tradiciones es la tendencia a deshacerse de la imagen del lenguaje como un reflejo fiel de la realidad y la consiguiente desaparición de una perspectiva neutral de observación, de un ojo divino, que aglutine, desde un punto de vista científico, objetivo y universal, las imágenes del mundo propias de cada cultura. Esta fructífera propuesta, que Rorty ha ido radicalizando con el paso del tiempo, ha supuesto que su obra haya sido denostada y elogiada a partes iguales por la academia filosófica a ambas orillas del Atlántico.

La clave de esta lectura sintética de ambas tradiciones se encuentra en los filósofos pragmatistas norteamericanos: William James, John Dewey y Charles Sanders Peirce. Para el pragmatismo, tal y como lo entiende Rorty, recogiendo y transformando las propuestas de los fundadores de esta corriente de pensamiento, la validez de las ideas, de los sistemas y de los conceptos está en función de su utilidad. Por ello, cualquier referencia a esencias o trascendencias debe ser rechazada en función de su inutilidad para resolver definitivamente los conflictos entre lenguajes y culturas. La alternativa a este anhelo de hallar soluciones definitivas y de validez universal es el diálogo y el uso racional y razonable de la persuasión.

El pragmatismo de Rorty se caracteriza por su radical antiautoritarismo, a saber, los conceptos que nos ofrecen la ciencia o la religión no merecen un respeto superior a los modos de comprender o de crear la realidad de la literatura o del arte. Rorty renuncia a todas las cuestiones que hagan referencia a entidades no humanas, aceptándose tan sólo las preguntas sobre las que sea razonable esperar que alcanzaremos algún tipo de acuerdo. Con este fin, propone que dejemos de usar palabras como “verdad”, “realidad” o “Dios”, puesto que su uso implica el recurso a una autoridad y el rechazo visceral de todo aquello que se le oponga. De ahí que la verdad pueda ser definida como aquello que es más útil en una época determinada y que la realidad sea lo que podemos describir con el lenguaje que poseemos y que, a su vez, nos posee. Con tales afirmaciones no es raro que Rorty haya sido acusado de relativismo y de defender los estados de cosas establecidos, objeciones a las que él ha respondido con su tono polémico usual afirmando el etnocentrismo inherente de cualquier propuesta filosófica y renunciando de este modo a las pretensiones universalistas y objetivistas que han caracterizado a la filosofía durante dos milenios y medio.

Rorty es consecuente con esta renuncia explícita y consciente al modo tradicional de hacer filosofía. Si las preguntas tradicionales acerca del ser y de la verdad son obsoletas, inútiles, si no tiene sentido hablar de soluciones no contingentes e históricas de los problemas eternos de la humanidad, el pensamiento teórico debe concentrarse en las cuestiones más acuciantes del presente, ensayando respuestas provisionales que contribuyan a extender el modelo de justicia que nosotros, ricos habitantes del primer mundo, creemos que es el menos malo.

Tras adquirir cierto renombre internacional con La filosofía y el espejo de la naturaleza (Cátedra) y Contingencia, ironía y solidaridad (Paidós), Richard Rorty no ha escrito libros de gran formato sino que se ha prodigado, al igual que gran parte de sus colegas norteamericanos, en los ensayos breves. Gran parte de estos artículos los encontramos en los tres volúmenes de Escritos filosóficos (Paidós). En castellano y en catalán disponemos de una inmejorable introducción a su pensamiento, El pragmatismo, una versión. Antiautoritarismo en ética y epistemología (Eumo/Universitat de Girona y Ariel, en catalán y castellano respectivamente), excelentes traducciones del curso ofrecido por Rorty en la Cátedra Ferrater Mora de la Universitat de Girona en 1996, en el que repasa exhaustivamente los aspectos centrales de su peculiar versión del pragmatismo. Sus escritos políticos se encuentran en Pragmatismo y política y Forjar nuestro país (ambos en Editorial Paidós). En los próximos meses la editorial Gedisa publicará la recopilación de escritos La filosofía y el futuro.

(verano 2001)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

conozco un par de libros de Rorty. me apenó que muriera, aunque ni mucho menos estoy de acuerdo con todo lo que dice. era un buen tipo.

yo pienso que ese nuevo filósofo que estamos esperando no será como dice Rorty, porque los nombres que da son de autores menores, y además algunos muy equivocados.

con Rorty, no obstante, pienso que Nieztsche y el nietzcsheanismo es a Europa lo que el pragmatismo es a EEUU. al menos en el siglo XX.

quizá en el siglo XXI pueda surgir algo nuevo al albur de los acontecimientos históricos.

yo hice mi tesis sobre la democracia con esta intención.

desde un cierto punto de ista, yo pienso que ese nuevo filósofo tendrá que ser alguien capaz de aunar, al estilo de lo que Kant hizo con Newton y la revolución liberal, tendrá que aunar, repito, las teorías científicas del siglo XIX-XX (cuántica, Einstein, genética) con una teoría ética y política, que tenga tb en cuenta el peso de la religión (como Kant, pero pasado por la lección de Nieztsche, tomada de Spinoza, y en parte tb en su versión mejorada del pragmatismo americano)

ese será, pienso yo, si sale, el verdadero gran filósofo o filosofía del siglo XXI para adelante.

Anónimo dijo...

claro está que por autores menores me refiero a Heidegger y a Wittgenstein, no a Kant, sobre todo, y a Hegel (que en cierta manera tb es menor)