martes, 22 de diciembre de 2009

Es una experiencia religiosa

Lo decía aquel muchacho y a buen seguro que también lo dirían muchos de mis conciudadanos con motivo del pleno al 6 conseguido por otros muchachos de la ciudad, "es una experiencia religiosa", o más precisamente, "es casi una experiencia religiosa".

Sea como sea, el criterio para determinar si una experiencia es religiosa o no depende exclusivamente del sujeto que la experimenta. Así son las cosas en la modernidad. Y esto ha llevado a que, como ha constatado el Pew Forum, en los últimos cincuenta años haya aumentado considerablemente el número de personas que afirman haber tenido una experiencia religiosa o mística. Mientras que en 1962 sólo el 22% de los estadounidense creía haber tenido una experiencia de ese tipo, ahora es el 49%. La mitad de los estadounidenses afirman haber tenido por lo menos una experiencia religiosa o mística. Si se les preguntara en qué consistía, sería interesante saber qué respondería ese 18% de ateos e indiferentes que creen haber tenido una. Creencias sin estructura, en la espiritualidad de los árboles, en la fertilidad de las flores, en la Madre Tierra, o en una Pacha Mama tan multicultural como eurocéntrica. Creencias en la mera necesidad de creer en algo, de sentirse especial, como si por un instante todo estuviera en orden. Paz terapéutica en un mundo transido de dolor y violencia.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Modus vivendi para las religiones

La Junta de Castilla y León escribe, en su apelación a la sentencia que exigía la retirada de los crucifijos de una escuela vallisoletana, que "la marcada secularización de los símbolos tradicionales de la religión católica acontecida en España en los últimos tiempos [...] impide una clara delimitación entre lo cultural, popular, histórico o artístico y lo religioso" y añade que "el Estado no puede mantener una especie de 'neutralidad aséptica' pues la propia tradición cultural española lo impide".

Por su parte, la asociación e-cristians sostiene que está "científicamente comprobado" que la "Religión protege a los jóvenes".

En la reciente sentencia que viene a matizar a la primera atendiendo a las apelaciones mencionadas, se busca un equilibrio entre el laicismo maximalista y la confesionalización del espacio público: "sólo mediante las limitaciones recíprocas de los derechos de todos se podrá hallar un marco necesario de convivencia". A saber, ni los anticlericales o ateos ni los nacionalcatólicos pueden ganar la partida, siendo la moderación entre ambos extremos la única solución que garantiza una convivencia razonable. La Constitución Española ofrece un buen criterio para alcanzar esta situación de equilibrio, dado que en ella se avanzaron los intereses, casi se díría que contradictorios, de las Españas en conflicto. Tanto el clero como los progresistas consiguieron imponer su doctrina, quedando artículos, como el dedicado a la educación, que garantizan los derechos de todos, sin garantizar los de nadie en concreto.

La sentencia concluye que "en aquellas aulas y para el curso escolar concreto en el que medie una petición de retirada de cualquier símbolo religioso o ideológico, petición materializada por los padres del alumno y la cual revista las más mínimas garantías de seriedad, deberá procederse a su retirada inmediata. Otro tanto deberá realizarse en los espacios comunes del centro educativo público. En aquellas aulas en las que cursen alumnos cuyos progenitores no hayan manifestado su contrariedad a la persistencia o colocación de aquellos símbolos, no se entiende que existe conflicto alguno y por lo tanto será procedente su mantenimiento o existencia".

La solución es, así pues, la de un modus vivendi, a saber, garantizar la coexistencia de los diversos, interviniendo sólo cuando alguien lo requiere. Frente a esto, la propuesta del gobierno de aplicar la sentencia Lautsi a todos los centros escolares, supone forzar la convivencia en nombre de una decisión de ámbito europeo que pretende unificar un paisaje religioso caracterizado por la diversidad de arreglos institucionales.