martes, 24 de febrero de 2009

Ateos proselitistas

Escribe AN que al calificar de proselitistas a los ateos del autobús realizo una pirueta, esto es, hago una equivalencia injustificada. Dice además que ninguno de los autores que cito en el post en cuestión exigen la privatización del ateísmo. Puede ser que tenga razón. Vuelvo a leerlos y, excepto en el de AN, en los otros dos apenas encuentro argumentos, sino más bien la exposición brillante de idiosincrasias propias de señores que, qué duda cabe, se las saben todas.

Acepto, pues, que no exigen la privatización de las creencias, sean estas ateas o religiosas. No acepto, en cambio, que sea incorrecto considerar que los ateos del bus hacen proselitismo. Su denuncia, inhábil y pueril, es proselitista.

Veamos: los ateos denuncian los privilegios de las religiones por el simple hecho de ser eso, religiones. Van más allá y reclaman que las religiones pasen la prueba del algodón científico, que no se las acepte dando por buena la interpretación que los fieles dan de su práctica, sino que se las contemple cómo prácticas supersticiosas sin ningún arraigo en la racionalidad. (Es cierto que los del autobús no dicen eso, sino otra cosa, pero si pensaran un poco dirían lo que estoy diciendo, digo yo, y así subirían, lo que no es difíci,l el deficiente nivel de su campaña.) Denuncian con afán proselitista. Quieren que los ciudadanos se apunten al ateísmo, quieren hacer prosélitos, igual que los testigos de Jehová o los sanotes mormones que pasean por nuestras calles.

viernes, 20 de febrero de 2009

El hecho de la diversidad

Lo dice una más de las encuestas del Pew Forum: la mayoría de los estadounidenses prefiere vivir en comunidades religiosamente diversas. Lo cual equivale a decir que la mayoría de los estadounidenses prefiere vivir en sociedades y no en comunidades. Pero, dejando de lado la cuestión terminológica, lo que este dato viene a sustentar es que la diversidad no es sólo un hecho sino también algo normativo. La diversidad es la cara fáctica del pluralismo.

jueves, 19 de febrero de 2009

La conciencia dividida del político

Unos católicos estadounidenses se han organizado para solicitar a sus obispos que dejen de administrar la eucaristía a aquellos políticos que en público y activamente defienden políticas y leyes que se oponen y contradicen a la iglesia en asuntos morales como el aborto, la eutanasia, la clonación humana, el matrimonio entre personas del mismo sexo y la investigación con células embrionarias. Exigen la aplicación del artículo 915 de Código de Derecho Canónico que reza: "No deben ser admitidos a la sagrada comunión [...] los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave."

Al respecto puede ser pertinente recordar cómo el tal Joe Biden, uno de esos católicos acomodaticios, respondió cuando le preguntaron cuándo empezaba la vida:

"I know when it begins for me. It's a personal and private issue. [...] I'm prepared as a matter of faith to accept that life begins at the moment of conception. But that is my judgment. For me to impose that judgment on everyone else who is equally and maybe even more devout than I am seems to me is inappropriate in a pluralistic society."

Si se contempla todo el asunto en términos de privado/público, vemos que los católicos más fundamentalistas o menos flexibles están a favor de convertir el mayor número de asuntos en cuestiones públicas, mientras que los católicos liberales abogan por la privatización de las creencias en aras de la libertad individual, esto es, de la diversidad social. Los conservadores, por tanto, quieren difuminar la división público/privado, igual que hicieron las feministas precoces. Dicen: "este asunto nos concierne a todos", ergo, las libertades individuales tienen un límite en la verdad del derecho natural.

Pelosi y Biden (los políticos católicos más señalados) podrían perder su derecho a participar en la eucaristía por defender la libertad de los otros y por no pretender extender a lo público una creencia que consideran (a efectos estratégicos, claro está) estrictamente política. Pero la jerarquía católica ha salido del armario y no piensa volver a meterse ahí. Con la excusa de la evangelización quieran sacar las iglesias a la calle y con este fin no dudan en meter el dedo en las disonancias ajenas.

La conciencia de Pelosi y Biden, su conciencia dividida, es ahora un asunto público.

miércoles, 18 de febrero de 2009

No fieles, sino leales

"La búsqueda de razones que persiguen la aceptabilidad universal sólo evitará que la religión sea excluida del espacio público y que la sociedad secular pierda contacto con importantes recursos de creación de sentido, si el bando secular mantiene cierta comprensión del poder de articulación de los lenguajes religiosos. La frontera entre razones seculares y religiosas es fluida. Por ello el establecimiento de esta discutida frontera debe entenderse como una tarea cooperativa que exige que ambas partes adopten en cada caso la perspectiva del otro".

Este fragmento del discurso de Habermas con motivo del premio de la paz de los libreros alemanes en octubre de 2001 es razonable y moderado. Se le reprocha que imponga obligaciones sólo a los seculares y no a los religiosos, pero casi siempre esos reproches son fruto de lecturas parciales o de decisiones previas del animoso lector.

Pero no hay que ser ingenuos. Si, por ejemplo, ponemos a prueba lo que nos dice Habermas e intentamos comprender las razones argüidas por el Vaticano o por la conferencia episcopal de un país cualquiera, perderemos de vista que no se trata de diálogo, sino de lucha o, si no queremos ponernos estupendos, de negociación. Hay que elegir bien al creyente que queremos escuchar y, antes que nada, hay que certificar su razonabilidad, a saber, la renuncia a imponer su moralidad en lo público. No está de más, además, que nos cercioremos también del nombre de su amo, si es que lo tiene, y del grado de fidelidad que este le exige.

Por ello las siguientes palabras de Napolitano son todo lo vacuas que deben ser dado el contexto:

"Sono certo che il fruttuoso dialogo esistente tra le istituzioni italiane e la Chiesa, ribadito in occasione della visita ufficiale di Sua Santità Benedetto XVI al Quirinale il 4 ottobre scorso, potrà ulteriormente intensificarsi consentendo alla comunità nazionale di affrontare le sfide del XXI secolo forte della condivisione dei principi e dei valori che sono alla base della nostra identità culturale e spirituale"

martes, 17 de febrero de 2009

Ateísmo no proselitista

"Me parece imposible hacer compatible el ateísmo con el afán misionero".

Lo escribe hoy un conocido articulista español, siguiendo así lo publicado hace poco por esta y este plumillas de relumbre. Los tres señalan que el ateísmo no debe ser proselitista, a riesgo de convertirse en la cara b de las religiones monoteístas, como dice con su chispeante prosa el señor Montano: " todo autobús ateo es, de facto, un Papamóvil".

Todo eso está muy bien y tampoco hay que ser muy listo para verlo. El problema es que el ateísmo es así, esto es, el ateísmo es proselitista por naturaleza, ya que es una denuncia de los privilegios, prerrogativas y prebendas de la religión. No es solamente la negación de la existencia de Dios, sino la denuncia de los males y perjuicios causados por esta creencia. Basta leer el pueril libro del tal Onfray. El ateísmo, en definitiva, quiere ser tan activo en lo público como las religiones.

Exigir que el ateísmo se privatice es como pedirle al Papa que celebre sus misas sentado en el inodoro.

lunes, 16 de febrero de 2009

Expresar el odio

La libertad de expresión es un buen motivo para rasgarse las vestiduras. Los propagandistas liberales acechan a cualquier amenaza a la libertad de expresión y no dudan en ponerse al lado de los afectados. Así ha sucedido con Wilders, el pirómano.

Los defensores ingenuos de la libertad de expresión dicen que todo el mundo tiene el derecho a que su voz sea oída, lo cual no es más que una ficción. También se dice que lo que dijo el individuo en cuestión era una contribución al debate público sobre la inmigración y la violencia. La excusa del debate público tiene buena prensa democrática, pero nada más. El supuesto debate público no existe más que en la teoría. Como que, por buenos motivos, no está prohibida la demagogia, hablar de debate público no es más, a fin de cuentas, que demagogia, sobre todo si lo que se pretende es insultar, provocar e incitar al odio.

Como señalan algunos y otros, hay algo irónico en que alguien que prohibiría el Corán reclame para sí la libertad de decir cualquier pavada. En todo caso, hay que decirlo de nuevo: la libertad de expresión no es ilimitada. La excusa del debate público no se puede aducir para lavarse las manos. En última instancia, los liberales deben recordar que la libertad va acompañada de responsabilidad, y de igual modo que cada uno es responsable de su suerte financiera, también lo es de sus palabras.

domingo, 15 de febrero de 2009

Verdad impúdica

Que un publicista diga que los Englaro se equivocaron con su "estrategia de comunicación" es una verdad impúdica.

"Las religiones no incitan al odio"

Con estas palabras anunció Obama las medidas de ayuda económica a las organizaciones religiosas (Faith-based initiatives) que prestan servicios sociales:

"Let us remember that there is no religion whose central tenant is hate".

Buen inicio de un discurso que niega con sus palabras lo que hace con sus actos, a saber, difuminar la separación entre Estado e iglesias. Pero no hay que insistir excesivamente en la importancia de mantener ambas instancias en departamentos estancos. La colaboración con la gente de buena voluntad puede contribuir a la salud de la sociedad. Da igual que crean en cosas absurdas, lo que cuenta es lo que hacen, el consuelo que ofrecen.

sábado, 14 de febrero de 2009

¿Quién tolera a quién?

L'Avvenire, el diario de la conferencia episcopal italiana, habla claro y se deja de eufemismos. Eso sólo se puede hacer desde el poder. En el editorial de ayer, no sólo niega los hechos (que calificó de verdugo a Beppino Englaro), sino que amenaza a La Repubblica con animar a sus fieles para que dejen de comprarla. La frase en cuestión es un ejemplo de lo que no es la caridad cristiana (sobre la que, dicho de pasada, el constitucionalista Zagrebelesky dice cosas interesantes):

"Attenti però, che cominciamo a stancarci. Che se la nausea raggiunge la soglia critica e i cat­tolici anche solo per un giorno o una settima­na rinunciano ad acquistarvi in edicola, allo­ra son dolori."

Traduzco: "Atención porque nos estamos empezando a cansar. Si el asco, la náusea, supera el umbral crítico y los católicos dejan de comprar durante un día o una semana su diario (o sea, La Repubblica), entonces habrá sufrimiento".

Es decir, se están cansando. Y si se cansan de tolerar a los otros, a los socialdemócratas o a cualquiera que discuta sus prerrogativas, pueden dejar de tolerarlos. Amenazan con movilizar a su masa social y poner en peligro el futuro de una casa editorial. No son ellos los tolerados, sino que son ellos los que toleran. Es un discurso del poder, del que hace saber que de igual modo que ha concedido el permiso, puede retirarlo. La tolerancia de que han sido objeto los no católicos es una graciosa concesión de la mayoría católica, y la magnanimidad es reversible, o sea que ¡al loro!

Este es el diálogo de la jerarquía católica.

viernes, 13 de febrero de 2009

God bless all of you on the good Earth

Parece ser que cuando el Apollo VIII entró en la órbita lunar la nochebuena de 1968, los tres miembros de la tripulación aparecieron en los televisores de una cuarta parte de los habitantes del planeta y, mientras en las pantallas se reproducía una perspectiva hasta entonces inédita de la Tierra vista desde su satélite, leyeron muy serios y afectados las diez primeras frases del libro de Génesis. Dicen que hasta ganaron un Emmy.

Su misión propagandista fue felicitada incluso por un maestro del ramo, el papa Pablo VI, del que dicen que le dijo a Borman, uno de los astronautas: "I have spent my entire life trying to say to the world what you did on Christmas Eve."

Se dirá, y de hecho se dijo, que esas palabras, las del Génesis pronunciadas por los astronautas, no pueden ser auspiciadas por una institución financiada por el Estado. Pero, puestos a pensar, ¿a alguien se le ocurre un texto mejor que ese?

Que el texto en cuestión fuera leído por individuos que habían llegado donde habían llegado gracias a la ciencia, le añade un matiz autoirónico que sin duda placerá a los refinados y que haría las delicias de Stanley Fish, por ejemplo.

Sin embargo, esta difusión masiva de las primeras palabras de la Biblia, no tuvo las consecuencias divisivas que se le atribuyen al libro de los libros. Es de suponer que la vaguedad de esas palabras se diluyó en el caldo alegórico de tantas otras cosmogonías y mitos del origen. Como si todos hubieran quedado arrobados ante la contemplación titilante de nuestra singular endeblez.

miércoles, 11 de febrero de 2009

El valor de la muerte

El valor de la vida. En su nombre, en nombre de ese valor, se acusa, se sospecha, se confabula, se persigue y se vilipendia. Eso es lo que ha hecho la iglesia católica en Italia. Basta echar una ojeada al editorial carente de toda caridad del periódico de los obispos italianos.

Hay que repetir que no es el valor de la vida lo que resulta decisivo, sino la intromisión del Estado en el espacio familiar, en las decisiones individuales. Este argumento, propio de los pseudoliberales y de los conservadores españoles, es abandonado cuando se trata de la eutanasia, de la muerte digna o de la autonomía de los enfermos. Es cierto que la coherencia no es una cosa buena en sí misma, pero también lo es que sin coherencia es difícil construir una ética congruente.

Que nadie pueda decidir sobre el valor de la vida. O mejor, que nadie decida en nuestro nombre. Que nadie decida por nosotros, como dice Mill. Por vosotros. De ahí que en relación con la muerte se requiera, ahí sí, un Estado mínimo.

lunes, 9 de febrero de 2009

Dolor privado - dolor público

En la clínica de Udine han dejado de nutrir a la Sra. Englaro, mientras algunos políticos se afanan por legislar ad hoc sobre el asunto y detener lo que la iglesia dice que es un asesinato.

En el asunto se evidencian preguntas centrales de la bioética. Preguntas que cada cual responderá siguiendo los presupuestos en los que se base su ideología. Por ejemplo, ¿está viva? Según Berlusconi, sí, pues respira y su cuerpo sigue ejecutando algunas de sus funciones automáticas. Para Peter Singer, en cambio, no está claro que podamos llamar vida a la ausencia de conciencia y de autoconciencia.

Pero esta cuestión antropológica y metafísica, demasiado metafísica, no sirve para comprender lo que está en juego. Además, si creyéramos que sólo se puede esperar un acuerdo sobre la eutanasia (activa o pasiva) cuando se haya alcanzado una respuesta consensuada sobre la vida en términos metafísicos, iríamos muy desencaminados, pues tal acuerdo no sólo no es posible sino que ni siquiera es deseable. Si existiera un acuerdo semejante, sería al precio de las libertades personales.

De ahí podríamos concluir que se trata de una cosa privada. Es lo que afirma el escritor Jonathan Franzen en una entrevista:

"Che cosa pensa dell'operato del governo italiano sul caso?
Da noi i repubblicani furono castigati per aver violato la tragedia privata di Terri Schiavo e più tardi persero le elezioni. Forse l'Italia farà lo stesso col suo governo, punendolo per quest'intrusione in una sfera che è e deve restare privata"

Lo cual se contradice con lo que publicó hace unos días Roberto Saviano:

"Rivolgendosi al diritto, combattendo all' interno delle istituzioni e con le istituzioni, chiedendo che la sentenza della Suprema Corte sia rispettata, Beppe Englaro ha fatto sì, invece, che il dolore per una figlia in coma da 17 anni, smettesse di essere un dolore privato e diventasse anche il mio, il nostro, dolore."

Lo que dice Saviano se entiende en clave personal, a saber, para él es importante que su causa sea pública, pues es una manera de defenderse, de que se haga justicia. En cambio, en el caso de los Englaro, la publicidad no protege sino que contamina, dado que el debate no es sobre justicia sino sobre moral, y ahí quien más quien menos se cree autorizado para decir cualquier cosa.

viernes, 6 de febrero de 2009

La optimista lógica de la secularización

"The right to criticise religion is being slowly doused in acid. Across the world, the small, incremental gains made by secularism – giving us the space to doubt and question and make up our own minds – are being beaten back by belligerent demands that we "respect" religion."

Esto escribe un joven periodista inglés en un artículo sobre las supuestas restricciones a la libertad de expresión que defenderían algunos fundamentalistas religiosos para verse libres de eventuales ofensas.

Interesa aquí la retórica vencedora de la secularización: "small incremental gains", "space to doubt and question", opuesta a las ácidas y "belligerent demands" de las religiones. Libre al fin de las cadenas opresivas de la religión, el hombre secular dispone de espacio para dudar, dice el joven periodista inglés.

En estas palabras no hay más que lugares comunes y retórica repetida, no son más que contribuciones ideológicas al espíritu de los tiempos, aprovechando todas las asociaciones automáticas que el lector medio vincula al concepto fetiche de "secularización".

jueves, 5 de febrero de 2009

La política de la ley natural

En una entrevista en el Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Tarcisio Bertone responde lo siguiente:

"- In questi giorni Lei si recherà nella Spagna di Zapatero...
- Sono stato invitato dalla Confe­renza episcopale a tenere una le­zione sui 60 anni della dichiara­zione dei diritti dell’uomo; al con­tempo incontrerò anche il Re di Spagna, il premier ed altri espo­nenti politici. Cercherò di spie­gare che i diritti sono una cosa se­ria, sono basati sulla legge natu­rale e non vanno scambiati con i desideri...

- Sono così difficili i rapporti tra Chiesa cattolica e il governo di Madrid?
- La volontà di dialogare è un se­gno positivo. I cattolici sono tra­dizionalmente rispettosi del po­tere politico legittimamente co­stituito. E la Chiesa è sempre di­sponibile ad una proficua colla­borazione con le autorità, all’in­segna di una sana laicità. Ovvia­mente non si può tacere se ve­diamo in qualche modo intacca­re i principi della legge naturale o la libertà della Chiesa."

Se observan dos referencias a la Ley Natural. En contra de lo que podría parecer, estas referencias no pretenden una naturalización de la ley, sino una divinización de la misma. Decir que hay una ley natural es, de una parte, un gesto, digamos, democrático, en el sentido en que cualquier puede acceder a ella, basta con rebuscar en la pureza del corazón. De otra parte, sin embargo, si al final hay que sistematizar esta misma ley, habrá que establecer un centro interpretador que ofrezca una versión definitiva, y con ello se elimina el elemento "democrático" en favor de uno jerárquico.

Hay, además, una trampa en las frases del cardenal, pues contrapone la ley natural a los deseos. Dice que no se puede cambiar esta ley natural a partir de los deseos. Pero la contraposición es falsa, pues el impulso que modifica las leyes fundamentales o que, pongamos por caso, revisa o busca nuevas justificaciones de los Derechos Humanos, no es necesariamente algo voluble, irracional, pasional o contingente. Bertone se erige en defensor del "coto vedado" señalado por Garzón Valdés, es decir, aquellos principios que deben quedar fuera de la negociación política e, incluso, de la deliberación ciudadana. Los inconvenientes de aceptar lo dicho por Bertone, que, no se olvide, es secretario de Estado del Vaticano, se resumen en uno solo: la inseguridad jurídica de estar en manos de la interpretación de la supuesta "ley natural" por parte de unos señores célibes que, además, hacen política.

martes, 3 de febrero de 2009

La iglesia es así



Esta es una versión a tamaño reducido de lo que vomita el wordle cuando se le introduce la declaración de los obispos estadounidenses Forming Consciences for Faithful Citizenship: A Call to Political Responsibility from the Catholic Bishops of the United States. Las seis palabras más utilizadas son: "human", "life", "good", "must", "always" y "evil".