"Me parece imposible hacer compatible el ateísmo con el afán misionero".
Lo escribe hoy un conocido articulista español, siguiendo así lo publicado hace poco por esta y este plumillas de relumbre. Los tres señalan que el ateísmo no debe ser proselitista, a riesgo de convertirse en la cara b de las religiones monoteístas, como dice con su chispeante prosa el señor Montano: " todo autobús ateo es, de facto, un Papamóvil".
Todo eso está muy bien y tampoco hay que ser muy listo para verlo. El problema es que el ateísmo es así, esto es, el ateísmo es proselitista por naturaleza, ya que es una denuncia de los privilegios, prerrogativas y prebendas de la religión. No es solamente la negación de la existencia de Dios, sino la denuncia de los males y perjuicios causados por esta creencia. Basta leer el pueril libro del tal Onfray. El ateísmo, en definitiva, quiere ser tan activo en lo público como las religiones.
Exigir que el ateísmo se privatice es como pedirle al Papa que celebre sus misas sentado en el inodoro.
martes, 17 de febrero de 2009
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1 comentario:
La pirueta: denuncia = proselitismo.
Hombre, hombre. Es una pirueta un poco arriesgada. Peor que eso: desordenada. Y ya sabe usted que los funambulistas de profesión evitan la improvisación. En ello les va la vida, que pende siempre (en su caso, más) de un hilo.
De ninguno de los artículos que citas, Daniel, deduzco la "exigencia" de que "el ateísmo se privatice". Ni siquiera en los de los "plumillas de relumbre". ¡Relumbre! Qué más quisiera algún, o alguna, plumilla. No veas lo feliz que haría a su bolsillo, vulgo cuenta corriente.
Saludos,
AN
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