miércoles, 3 de diciembre de 2008

Hubbard: ¿un engañabobos malvado?

"Estas diversas explicaciones del pensamiento y de la doctrina de R. Hubbard legitiman plenamente a Cienciología en el contexto de las otras experiencias “religiosas” de la humanidad, experiencias que necesitamos en extremo para superar la prepotencia cada vez más irracional, instintiva y violenta del mundo en el que desgraciadamente vivimos hoy."

El sr. Seglers me pasa un artículo del que extraigo la cita final.

El autor concluye que la cienciología es una religión y que por tanto debe ser reconocida. Pero no le basta con eso, dice también que el simple hecho de ser una religión la convierte en algo bueno, pues viene a colmar la sed de los pecadores en su travesía del desierto de la realidad.

Son frecuentes los conservadores a los que de repente les ha entrado un fervor espiritual y, sobre todo, católico que les habría hecho sonrojar hace veinte años. Es el espíritu de los tiempos postseculares. Los más alternativos buscan ahora cobijo en tradiciones ancestrales y los burgueses con crisis de madurez se arremolinan a la puerta de las iglesias sin por ello dejar de comportarse como dandys (o como ellos creen que se comportan los dandys). Véase, por ejemplo, el libro de Valentí Puig, "La fe de nuestros padres", en el que hay un elogio de la iglesia católica que parece madurado al calor de un brasero en las tardes grises de la Barcelona franquista. Puig vuelve a la iglesia de la que se había alejado porque es un señor conservador, el problema es que no lo dice, de igual modo que no lo dicen sus engreídos discípulos que dicen escribir tan pero que tan bien. Son los conservadores con sayo liberal, que no le hacen ascos a un buen cóctel que les ayude a pensar nuevas demagogias con las que pasar a la historia de la tertulias provincianas del país.

Todo esto para decir que los laicistas radicales van a tener mucho trabajo, pues todo parece indicar que tanto la política como el derecho tienden a reconocer a las religiones y el papel que desempeñan en el espacio público. Las religiones son útiles para los que las practican, sostienen las instituciones de los Estados. Puede ser que esta afirmación contravenga el principio de neutralidad estatal, pues supone una manera de prejuzgar el contenido de una práctica respecto a la cual el Estado debería mantenerse neutro. Pero el auge de la laicidad positiva ha supuesto que no se considere una violación de la neutralidad estatal el hecho de que el Estado reconozca la afirmación de muchos creyentes que afirman sentirse felices de creer en lo que sea. No faltarán los que digan aquí que si el pueblo cree en algo, queda desactivado todo espíritu de subversión. La hipótesis es un clásico y, por ello mismo, debe de ser cierta.

martes, 11 de noviembre de 2008

Words

Todas las palabras que utilizamos son grandilocuentes. Las pronunciamos o las escribimos y creemos que decimos alguna cosa, pero en realidad nunca decimos nada, nunca hemos dicho nada. Nos limitamos a balbucear, algunos con más habilidad otros con menos. Si llegáramos a decir alguna cosa importante y el que nos oyera fuera capaz de entenderla, entonces todo estallaría, como ese libro, que cuenta Wittgenstein, en el que se halla todo sobre la ética y cuya existencia comportaría la destrucción de todos los libros. Hablamos pero apenas entendemos. Con lo poco que nos transmitimos unos a otros hemos logrado sobrevivir airosamente. El resto, lo que importa, es silencio.

Desconfiamos de las palabras porque no son más que una forma de ocultamiento. Una sospecha de una sospecha. Cansancio.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Ciudadana por un día

"¡Estaría bueno que la Reina no fuera conservadora!"

Esto declara el Sr. Rodríguez Ibarra en "El periódico global en español".

Estaría bueno que no fuera conservadora, la reina. Naturalmente, alguien que, como ella, vive en un mar de tradiciones simbólicas y fácticas no puede no ser conservador. La pregunta es, sin embargo, si tiene derecho a exponerlas públicamente. Los reyes tienen menor libertad de expresión que cualquiera de nosotros. Lo que dicen que pueda tener una relevancia social está controlado por las instituciones del Estado. Pueden decir que están contentos de tener un nuevo nieto y que es muy majo el niño, pero nada más. El resto no son sus palabras, sino las de su cargo, el cual deben representar siempre que se hallan en el espacio público, o sea, casi siempre. Pero, una "periodista" ha puesto en circulación las opiniones de la ciudadana Sofía y éstas han entrado con todas las de la ley en el debate público sobre el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La reina se ha hecho ciudadana por un día.

Y los beneficios para el Opus Dei.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Aplicar bien la religión a la política

En un encuentro con McCain sobre religión, Obama al parecer dijo:

"Mr. Obama said the biblical injunction to care for the disenfranchised 'applies to poverty, it applies to racism and sexism, it applies to not thinking about providing ladders of opportunity for people'."

No todo lo que dice el cristianismo es de recibo. De ahí que casi no existan verdaderos fundamentalistas cristianos que pretendan que es factible construir sociedades teocráticas. Pero, hay aspectos del cristianismo que tienen fácil traducción al lenguaje de la política. La ética socialdemócrata cristiana se expresa en esta frase obamiana. Ese es el ámbito natural de influencia religiosa en la sociedad. El "cuidado" a los que lo necesitan y no la celosa administración de una verdad que exige acatamiento.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Critón

"Los principios que profesé toda mi vida no me es dado abandonarlos hoy porque mi situación haya cambiado; los sigo mirando con los mismos ojos, les sigo teniendo el mismo respeto y veneración que antes".

Critón le ha ofrecido a Sócrates todo su dinero para sacarlo de la cárcel y evitar una muerte segura. Y Sócrates le responde con las palabras citadas. Pensar siempre lo mismo, decir siempre lo mismo. Eso es lo que hace el sabio. Un sabio cuya estabilidad no puede tener origen humano ni encarnarse tampoco entre huesos y piel. Por fortuna, los humanos tenemos derecho a contradecirnos y equivocarnos. Esclavos del devenir. ¡Qué esclavitud placentera la de los sofistas! Dejemos que el filósofo se ponga piedras en los bolsillos. Al resto siempre nos quedará el consuelo de la ignorancia.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Jueces oscenses contra EpC

El tribunal contencioso-administrativo de Huesca sentencia que unos padres de seis hijos de Barbastro tienen derecho a objetar a EpC (Educación para la ciudadanía). Pero no motiva su decisión con base en el derecho a objetar, sino que señala los aspectos de la asignatura que superan los límites constitucionales.

Entre otras cosas escriben:

"Se fija [en la orden aragonesa] como criterio de evaluación reconocer que los Derechos Humanos y la Constitución han de ser respetados en cualquier acuerdo así como la aplicación de estos principios en situaciones prácticas donde los alumnos demuestren haberlos asumido moralmente. Este criterio de evaluación supera el ámbito del artículo 27.2 de la CE ya que la asunción moral de un principio implica su aceptación".

Como decía aquel: Pero ¡¿esto qué es?! ¿Es algo más que un trabalenguas para justificar una decisión tomada de antemano? Puede ser que sean objetables algunos de los contenidos de la asignatura, pero decir que enseñar a los alumnos a discutir y llegar a acuerdos en respeto a la Constitución y los DDHH constituye un acto de injerencia estatal, parece una bobada. Si ni siquiera pueden hacer eso, no se sabe qué se podrá enseñar. Me pregunto cómo reciben esto los obispos que critican el relativismo. ¿Acaso no lleva esto al relativismo? ¿Acaso no garantizar la asunción de los DDHH por parte de los alumnos no conducirá a que cada cual se confeccione su propia lista de derechos individuales? Resulta grotesco que los propios jueces estén en contra de un proyecto educativo que busca garantizar que la adhesión de los ciudadanos a las leyes sea sincera.

Morir en casa

"Ayudar a morir", así se titula el libro de la Dra. Iona Heath que publica Katz. Ahí cuenta el caso de una señora ya mayor cuyo marido murió a medianoche y a la que sus parientes le preguntaron por qué no había llamado a la funeraria hasta la mañana. La mujer quería pasar la última noche con su esposo. Quería velarlo en calma, sin la intervención de las instituciones. Este ejemplo y muchos otros le sirven a la autora para reivindicar una experiencia de la muerte no medicalizada como la que se daba en las comunidades de otros tiempos, cuando todos debían lidiar con ella. Hoy, todos llamamos a la ambulancia al menor signo de peligro y eso puede suponer que nuestros parientes se mueran en la soledad fríamente acompañada de los hospitales o que se alargue la muerte en manos de la tecnología.

Es curioso encontrar el mismo argumento en un reciente libro de Camilo Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana desde 1991 hasta 2007, "Chiesa contestata": "la morte, di solito, non ha più luogo in famiglia -dove il morente era el centro dell'attenzione e della cura dei parenti e di tutto contesto degli amici e dei vicini- ma in ospedale, diventando in larga misura una questione per 'specialisti'". El obispo parece no darse cuenta de que con esta afirmación está señalando que la tecnología médica provoca situaciones en las que la muerte pierde su dignidad, lo cual le debería llevar a defender que en ocasiones es mejor morir bien en casa que alargar la agonía gracias a las máquinas. Pero, claro, la defensa a ultranza de la "sacralidad de la vida" por parte de la iglesia católica, el empecinamiento en considerar que es digno perder la autonomía, le impide ver las consecuencias que debería extraer de sus propias observaciones.

viernes, 17 de octubre de 2008

Los derechos y la democracia

¿Por qué todo el mundo opina sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿Por qué se plantean prohibirlo? Si, como efectivamente sucede salvo pocas excepciones, todas las prohibiciones, es decir, todas las leyes, existen para defender a los individuos de eventuales daños o para resarcirlos de los mismos, entonces hay que señalar cuáles son los daños sociales o individuales del matrimonio entre personas del mismo sexo. Las discusiones suelen centrarse en el derecho de adopción. Unos estudios dicen que los niños pueden verse perjudicados por tener progenitores homosexuales, otros dicen lo contrario. Una demostración más de que, si bien se puede argumentar filosóficamente sobre la validez de las ciencias humanas, lo que pasa la mayor parte de las veces es que las investigaciones en humanidades parten de un presupuesto que posteriormente fuerzan sobre su objeto de estudio hasta confirmar precisamente aquello que se buscaba. Pero, dejando de lado cuestiones epistemológico-políticas de difícil valoración, lo que parece evidente es que el aumento de derechos y de sujetos de derechos es una corriente imparable de la política y jurisprudencia occidentales. Topa con obstáculos, es cierto, pero los conservadores claman en el desierto, pues saben que los derechos, una vez concedidos, no se pueden revertir a no ser que se apueste por un procedimiento no democrático. ¿Qué juez sentenciaría que un derecho concedido a los miembros de cierta minoría deja de estar vigente? ¿Se aplicaría retroactivamente?

La democracia nos ha llevado a esta situación al permitir, e incluso incentivar, la participación de las minorías en el proceso legislativo. No hay vuelta atrás. La sociedad no tiende a su conservación, sino a un futuro incierto.

martes, 14 de octubre de 2008

Financiar las minorías

En pocos meses se iniciará la campaña del referéndum convocado en Suiza en contra de la construcción de minaretes. Los defensores de las esencias de Occidente se sienten mejor, sabiendo que sus colegas helvéticos mantienen el vigor para defender lo mejor de nuestra cultura. Pero, lamentablemente, el asunto no va por ahí, pues lo que deberían hacer esos supuestos defensores es averiguar qué es lo que realmente merece la pena defender. Descubrirían entonces que la libertad religiosa y el juicio informado son algunas de las instituciones y procedimientos que, éstos sí, valen su peso en oro.
El juicio informado permitiría distinguir entre el islam y el terrorismo, y ahuyentar las fáciles equivalencias entre ambos. En esta línea se expresaba el domingo pasado en un periódico suizo el presidente de la Federación de Organizaciones Islámicas de Suiza, Hisham Maizar, que, preguntado sobre si los musulmanes deberían recibir alguna financiación del Estado para informar sobre el verdadero islam, respondió: "Es una posibilidad opcional. De esta manera, los musulmanes podrían reforzar su comunicación con la sociedad. Esto sería bueno para Suiza. [...] Lentamente, Suiza debe reconocer que una minoría cada vez mayor no puede quedar desatendida, especialmente si los musulmanes aspiran a construir una casa de oración digna".
Es decir, la verdadera democracia no radica en que los ciudadanos puedan prohibir la construcción de minaretes (bajo el presupuesto falso de que no son únicamente un símbolo religioso sino también y sobre todo político, de ocupación), sino en que las minorías no se vean sometidas por la tiránica mayoría. Si eso requiere que, además, se repartan los impuestos entre las minorías para que todos puedan conocerlas mejor, es otra cuestión. Tal vez bastaría con no elevar barreras de participación y garantizar exenciones fiscales, como en los EEUU, porque en caso contrario se otorga un valor excesivo a lo que supuestamente sucede en los centros de oración, así como un poder de control al Estado que debilita su ya de por sí más bien endeble aspiración a la neutralidad.

miércoles, 8 de octubre de 2008

¿Ética laica?

Me preguntan si es posible que exista una ética laica. La respuesta es "no". Lo laico es un arreglo institucional. Sí que es concebible una ética secular, sería la de aquellos que no necesitan la hipótesis de Dios para fundamentar sus principios o sus acciones. Lo que no es en modo alguno posible es que un Estado se fundamente en una ética laica, si acaso se puede considerar que un Estado es laico, en el sentido en que mantiene alguna forma de separación entre las iglesias y las instituciones del Estado. En realidad, un Estado no puede tener ninguna ética, pues la ética es algo que compete a los individuos. Lo que sí que debe tener es políticos que actúen de acuerdo a alguna forma de ética, por ejemplo, que no se corrompan o que no antepongan sus intereses personales a los del Estado. O, cuando menos, así debería ser si de lo que se trata es de preservar las libertades individuales.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Objeta por la jeta

Siguen aumentando las objeciones (o deberíamos decir mejor desobediencias) a Educación para la Ciudadanía (EpC). La mayoría de los juristas que han escrito sobre la cuestión parecen estar de acuerdo en que se trata de una vulneración del principio de neutralidad de los poderes públicos y de una injerencia en un asunto que compete exclusivamente a las familias. Es posible que desde un punto de vista exclusivamente legal y constitucional tengan razón, pero no parece razonable dejar que una cuestión tan importante sea cotejada sólo por los juristas y los jueces. En todo caso y hasta que el Tribunal Constitucional no se pronuncie, algo se puede añadir al asunto.
Los críticos con la asignatura suelen citar un documento del PSOE en el que se pueden leer las siguientes palabras:

"La Constitución española del 78 no diseña una enseñanza valorativamente neutral sino que hace pivotar el sistema educativo sobre el deber de trasmitir y promocionar el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales como el modo más adecuado para consolidar y perpetuar la vigencia del propio régimen constitucional y la convivencia de todos."

"Los principios democráticos de convivencia", dicen. ¿Cuáles son? No pueden ser únicamente los que positiva la ley, pues entonces bastaría con enseñar la Constitución a los niños. Supuestamente están hablando de tolerancia, respeto y de educar contra toda forma de discriminación. Tal y como la han diseñado, la asignatura es discutible, porque amenaza con inmiscuirse en asuntos que no son de la competencia de las autoridades políticas. Sin embargo, el sesgo no discriminatorio desde el que enfocan la asignatura apunta a la ampliación de derechos para las minorías, a una reducción de las discriminaciones arbitrarias. No parece que semejante intención sea discutible, a no ser que a los padres objetores les parezca bien que algunos ciudadanos vean reducidas sus opciones vitales frente a la tiranía de una supuesta mayoría heterosexual y católica cuyos miembros afirman sentirse cómodos con el cuerpo que Dios les concedió al nacer.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Ética laica

En la Constitución de Ecuador que, por lo visto, aprobaron los ecuatorianos en el referéndum de ayer se lee en su artículo 3.4 que uno de los deberes principales del Estado es "garantizar la ética laica como sustento del quehacer público y el ordenamiento jurídico."
Si se le pregunta a un constitucionalista europeo qué piensa de esta constitución, lo normal es oír comentarios condescendientes. Basta ver la enorme lista de garantías constitucionales para darse cuenta de que no hay manera de desarrollarlas y de que la jurisprudencia constitucional sólo puede convertirse en un inmenso galimatías. Pero, con todo y con ello, la prolijidad de los derechos o la referencia a algo tan improbable como una "ética laica" que sea nada más y nada menos que el sustento del ordenamiento jurídico, ilustran sobre la necesidad de dejar las cosas atadas por el pueblo de modo que los jueces no dispongan de espacio de maniobra.
Pero cuando se concreta tanto se incurren en contradicciones, como la que se da entre esa inefable "ética laica" y la afirmación en los artículos 68 y 69 en los que se dice que el único matrimonio es el que se da entre hombre y mujer y que las parejas formadas por personas del mismo sexo no pueden adoptar. Desde una ética laica que sea el fundamento del ordenamiento jurídico, semejantes restricciones no son defendibles (ni necesariamente tampoco rechazables). Pero uno diría que en Ecuador no están para los matices en los que se regodea el decadente Occidente. Y perdón por el tono colonialista.

martes, 23 de septiembre de 2008

Hacer tangible lo intangible

El Pew Research Center sostiene, sobre la base de pormenorizadas encuestas que los estadounidenses mantienen dudas sobre la conveniencia de que las instituciones del Estado subvencionen a los Faith-based groups:

"Since early 2001, when the Bush administration first established a White House office to expand the role of religious organizations in providing social services, there have been clear divisions in public attitudes toward faith-based initiatives. The public has continuously supported the principle of allowing houses of worship, along with other organizations, to apply for federal funds to provide social services.

But there remains substantial opposition to the prospect of certain religious groups, notably Muslim mosques, taking on such a role. And the public overwhelmingly continues to reject the idea of groups that encourage religious conversion applying for federal funding to provide social services."

El problema no son las iglesias en general, sino en especial las mezquitas y los grupos que persiguen la conversión religiosa. Las prevenciones de los ciudadanos son normales, pues las religiones que trabajan para la conversión de la sociedad constituyen un peligro potencial (y normalmente imaginario, pero no por eso menos intenso) de acabar con la identidad nacional. No es extraño, pues, que, en cambio, se muestren más condescendientes con las iniciativas de las iglesias que, dada la pluralidad religiosa del país, no han aspirado nunca a convertir a sus conciudadanos, sino a mantener unida a su congregación.

Debe quedar claro que las ayudas no van destinadas a asuntos religiosos, sino a programas seculares o sociales como el combate contra la drogadicción o el apoyo a los pobres. Las iglesias son, así, un suplemento del Estado, prestando servicios ahí donde las instituciones del Estado no llegan. De modo que las ayudas, así como las exenciones fiscales que disfrutan las asociaciones religiosas, no están motivadas por la oferta de esperanza que supuestamente ofrecen (como dice Sarkozy), sino por algo mucho más tangible: el servicio social. Ahí radican las ventajas del sistema estadounidense de separación Estado/iglesias, en que los canales de contacto entre ambos sólo se dan ahí donde lo intangible (la esperanza) se hace tangible (el servicio).

lunes, 22 de septiembre de 2008

Deliberación entre razones seculares y religiosas

En su conferencia de 2001, Creer y saber, Habermas escribe:

"La frontera entre razones seculares y razones religiosas es, sin duda, fluida. De ahí que la determinación de esta frontera siempre discutida deba entenderse como una tarea cooperativa que exige que ambas partes adopten respectivamente la perspectiva de la otra".

En estricta observancia de los principios de la teoría comunicativa, Habermas sostiene que la deliberación pública requiere la capacidad de los interlocutores de cuestionarse sus propias convicciones y observarlas desde el punto de vista de los que no las comparten. Nadie debe enrocarse en sus posiciones ni desestimar las de los otros simplemente porque vienen de quien vienen. Pero, ¿quién son los interlocutores reales? Las facciones políticas o los grupos organizados no son buenos ejemplos, pues no persiguen tanto el entendimiento como la defensa de los intereses propios. Despolitizar la arena pública es, así pues, una necesidad. Despolitizarla no significa dejar la política para los políticos, como decía el Caudillo, sino acabar con el monopolio de las voces con poder y devolvérselo a los verdaderos depositarios de la soberanía democrática, o sea, a los ciudadanos. Este es el atractivo de la democracia deliberativa que podría dejar de ser un ideal teórico y pasar a la práctica si los periodistas y sus jefes dejaran de limitarse a ser transmisores de la voluntad hegemónica de políticos, obispos y empresarios.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Porosidad Estado/iglesias

En un discurso en Zanesville (OH), Obama explica cómo piensa regular las relaciones entre la administración y los grupos de orientación religiosa (Faith-based groups). Esta colaboración la inició Clinton, y Bush persistió, pero introdujo algunos cambios acordes con su orientación, según los cuales estas organizaciones pueden discriminar religiosamente a sus trabajadores. Los Faith-based groups reciben dinero del Estado para encargarse de ayudar a la gente, esto es, con fines seculares, no religiosos, pero con Bush consiguieron que, a pesar de que las subvenciones que reciben son estatales, les permitieran elegir a sus colaboradores en función de su orientación religiosa.
En su discurso (que he encontrado gracias a gaudi, buscando el término "faith"), Obama propone unas nuevas bases de colaboración con las iniciativas religiosas que se atengan a los límites legales constitucionales:

"Sé que la constitución establece una separación entre el Estado y la iglesia, pero no creo que esta separación se vea amenazada por la colaboración con grupos de orientación religiosa siempre y cuando se respeten los siguientes principios:
1. Si se recibe dinero federal no se puede discriminar ni a los receptores de la ayuda ni a las personas que se contraten para llevarla a cabo.
2. Las ayudas federales a las iglesias, templos, mezquitas o sinagogas sólo se pueden usar para programas seculares.
3. Garantizaremos que sólo recibirán ayudas los programas que tengan resultados efectivos."

El régimen de separación estadounidense se concreta en una sociedad no tan secularizada como la Europea y justamente por ello se halla bajo un atento escrutinio público, pues son diversas las confesiones que desean recibir ayudas o un trato de favor a través de los resquicios que presenta el muro de separación. En todo caso, estos resquicios siempre tienen una motivación económica, bien sean ayudas destinadas a fines muy concretos (nunca a fines propiamente religiosos), bien sean exenciones fiscales para las iglesias siempre y cuando no utilicen luego su poder para influir de manera ostensiva en la vida política del país.

Frente a tantos discursos sobre la esperanza, las raíces cristianas y la búsqueda de sentido, frente a tanta discusión sobre la laicidad sana, abierta, positiva, justa, excluyente, etc., el modelo americano ofrece claridad. La claridad del dinero.

Obispos haciendo política

Los obispos de Madrid, Alcalá de Henares y Getafe han enviado una instrucción pastoral a los colegios católicos de Madrid en la que dictan normas sobre cómo deben informar a los padres acerca de la objeción a "Educación para la ciudadanía".
No se halla en ella ningún argumento que justifique la objeción. Simplemente dicen que lo que ahí se enseña (relativismo moral (sic) e ideología de género) va en contra de "la doctrina social de la iglesia y el verdadero humanismo". Primero habría que ver si efectivamente se promueve el relativismo moral (yo diría que no) y la ideología de género (es posible, pero no está claro que sea una ideología sesgada ni no acorde con los principios constitucionales). En caso de que así fuera, se debería demostrar si ambas cosas vulneran el principio de neutralidad de las instituciones del Estado, y si no lo vulneraran los obispos deberían decir qué hay de malo en esas doctrinas. Si efectivamente los contenidos de la asignatura van en contra de algunos principios cristianos, ¿no pasan a ser esos principios (tal y como los interpretan los obispos) los que deben ser cuestionados?
Pero leer atentamente esta instrucción es perder el tiempo, pues es pura demagogia. Lo que están haciendo estos señores es política: apoyar a la oposición, enrarecer el ambiente, incitar a la objeción sin explicar por qué. Si tuvieran que justificarse tendrían un problema, de modo que prefieren decir que va en contra de sus principios y que por tanto la honorable objeción de conciencia está legitimada.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Laicidad malinterpretada

"Autentica laicità non è pertanto prescindere dalla dimensione spirituale, ma riconoscere che proprio questa, radicalmente, è garante della nostra libertà."

Esto y otras cosas dijo el miércoles Benedicto XVI hablando de su viaje a Francia. Viene a decir que la dimensión espiritual es la garantía de nuestra libertad y que en eso consiste la laicidad. La reformulación es hábil pero no se atiene a lo que en realidad es la laicidad, a saber, la libertad para que cada cual decida si su libertad se halla en la dimensión espiritual (como también creía Kant) o bien en la dimensión carnal. Efectivamente, la laicidad no prescinde de la dimensión espiritual, pero tampoco la toma en consideración, simplemente se muestra neutra frente a las diversas formas en que los ciudadanos entienden la libertad.
Pero, claro está que la amabilidad de Sarkozy y la aparente cercanía entre su discurso y el del Papa suscitan luego estas interpretaciones que borran las diferencias entre la laicidad y la confesionalidad en nombre de una laicidad positiva que, si bien reconoce las necesidades espirituales de quien las tenga, no debe definir en qué consisten esas necesidades ni legislar en su nombre.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Creacionismo en las aulas

Resulta absurdo enseñar el creacionismo en las aulas. En cambio, discutir sobre el creacionismo no es una idea estúpida. Lo decía Mill muy claro: para que una verdad mantenga su valor debe ponerse a prueba tantas veces como sea posible. Y qué mejor para el darwinismo que discutir con la "teoría" creacionista.

Esto a propósito de las críticas a Michael Reiss con motivo de unas declaraciones que se le atribuyen. Según los periodistas, Reiss, pastor de la iglesia anglicana y miembro de la Royal Academy, había propuesto que se discutiera el creacionismo en las clases de biología. No parece una mala idea, pero los científicos británicos se han rasgado las vestiduras con el engañoso pretexto de la slippery slope. La noticia está aquí.
Reiss finalmente ha dimitido y con él ha desaparecido la oportunidad de introducir a los alumnos en los rudimentos de la epistemología y en las virtudes del debate basado en los mejores argumentos (en este caso, los del darwinismo).

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La autonomía y el suicido asistido: Sandel

Se acaba de publicar otro libro de Michael Sandel (Marbot): Filosofía pública. Ensayos sobre moral en política. Se trata de una recopilación de artículos breves en que pone su oficio al servicio del pensamiento público, ejerciendo así su deber democrático.

Sandel suele pasar por ser un filósofo conservador en temas morales, si bien es de suponer que en los EEUU debe ser considerado un liberal. Pero el pensamiento de los buenos filósofos, y Sandel es uno, no se reduce a las tendencias políticas que se les atribuyen. Prescindiendo, así, de etiquetas es interesante leer sus consideraciones sobre el suicidio asistido (cap. 19).

En su texto Sandel discute con una recomendación escrita en 1997 por eminentes filósofos morales americanos (Rawls, Dworkin, Nagel, Nozick, Scanlon, Jarvis), para pedir al Tribunal Supremo que aceptara las decisiones de tribunales inferiores a favor del suicidio asistido. Sandel se opone argumentando que si bien apoyarse en la autonomía de las personas para estar a favor del suicidio asistido parece un argumento fuerte, se trata en realidad de un decisión discutible pues no es ajena a consideraciones morales: "El énfasis de estos filósofos en la autonomía y la libertad de elección implica que la vida es propiedad de la persona que la vive. Pero esta ética discrepa de una gran diversidad de perspectivas morales que contemplan la vida como un don del que nosotros somos custodios y que nos impone una serie de deberes" (161).

No se puede conjeturar que toda la sociedad compartirá este énfasis en la autonomía, pero está claro que tampoco comparten la concepción de la vida como un don y la de la dignidad humana como un bien inviolable en todos los casos. ¿Cuál sería el lugar de la neutralidad? Pero, ¿por qué la neutralidad? Tal vez las leyes no deban aspirar a ella. Tal vez deban también ejercer una labor pedagógica. Y si es así, ¿qué motivos hay para inclinarse a favor de la autonomía o de la vida como un don? ¿Y quién debe hacerlo? ¿Los jueces? ¿Los legisladores?

En todo caso, a favor de la autonomía habla el hecho de que el propio procedimiento democrático se sustenta en este concepto, de modo que la doctrina comprehensiva democrática (no neutra), apoya también la tesis de la autonomía. Ese es un argumento que podrían usar los expertos convocados por el gobierno español con motivo de la legislación sobre el suicidio asistido que han anunciado a través de la prensa.

Legislar las ofensas religiosas

El diario pakistaní Daily Times publica la siguiente noticia:

OIC to move UNGA against caricatures

ISLAMABAD: A resolution against the publication of blasphemous caricatures of the Holy Prophet (peace be upon him) in various countries will be presented in the upcoming session of the United Nations General Assembly (UNGA), an Organisation of Islamic Conference (OIC) representative said on Tuesday.
“The resolution will demand legislation against the publication of blasphemous caricatures of revered personalities and derogatory remarks against religions. It will also demand [sacrilegious] actions be declared a crime,” OIC Secretary General’s Special Representative on Kashmir Ezzat Kamel Mufti told a news conference.
Mufti said a particular group in America and the European Union had been launching attacks against Islam. “However, we should not get emotional and resort to any kind of violence, including suicide bombings,” he said.

Los daneses que, como Ralf Pittelkow (de quien por cierto la Fundación FAES acaba de publicar un libro), ven peligrar las libertades básicas de Occidente a manos de los verdaderos liberticidas islamistas, han puesto el grito en el cielo. El caso es preocupante, pero la dramatización y gesticulación excesivas trabajan para la xenofobia y son herramientas de la acción política inmediata.

La equiparación entre sacrilegio y crimen todavía pervive en diversos códigos civiles europeos que regulan la blasfemia. En Dinamarca tienen un artículo semejante, y en el Reino Unido también se contempla la criminalización de según qué ofensas basadas en la etnia o el grupo social del ofendido. ¿Supone esto un mensocabo de la libertad de expresión? Sólo para los que consideren que la libertad de expresión es buena en sí misma y no por el fin que persigue. Las ofensas sólo están justificadas si sirven para algo más que ofender. Lo cual se puede decir de las famosas caricaturas de Mahoma que iban destinadas y sirvieron efectivamente para suscitar un debate sobre la propia libertad de expresión y los sentimientos religiosos ofendidos. Sólo por eso, la OIC ya debería estar agradecida.

martes, 16 de septiembre de 2008

Amy Gutman, La identidad en democracia

La editorial Katz publica otro buen libro sobre el asunto de la identidad.

En la página 217 leemos lo siguiente:

"Las democracias deberían tratar a la conciencia de las personas (ya sea religiosa o secular) como merecedora de respeto, cuando ese respeto es compatible con la protección de los derechos fundamentales de los individuos".

Puede parecer una obviedad, pero no lo es, porque equipara la conciencia religiosa y la secular eliminando de este modo los privilegios exclusivos de lo religioso. Las dificultades aparecen, sin embargo, cuando unas conciencias, las religiosas sobre todo, están respaldadas por "grupos identitarios religiosos" que, como es el caso con las religiones organizadas, tienen una capacidad de interlocución mayor y a un nivel distinto que las conciencias seculares, que, por su parte, no pueden participar en el debate democrático más que siguiendo los canales abiertos para el común de los mortales.

Otra cita:

(228) "Los gobiernos democráticos deben descartar la fe como fundamento suficiente para crear leyes mutuamente vinculantes, pero la fe puede servir como complemento a razones buenas para las leyes y las políticas públicas."

Esto podría significar que cuando Sarkozy dice que la religión es importante y tiene que participar en el diálogo democrático, lo que debería querer decir es que, cuando se dispone de "razones buenas" para apoyar determinadas leyes públicas, las religiones deberían convencer a sus fieles de que deben aceptar esas leyes, y para hacerlo deberían ser capaces de formular esas razones buenas en términos religiosos que sus fieles entiendan. Lo cual significa que la religión sería, bien utilizada, una fuente de fidelidad cívica.

Sarkozy y Ratzinger

El exdirector de Le Monde presenta sin dramatismos las líneas maestras de los discursos que Sarkozy y Ratzinger se intercambiaron en el Elíseo:

“Todo un sector de la opinión pública, soliviantada por las declaraciones del presidente francés sobre el papel de la religión en la vida pública, esperaba al Papa -por así decirlo- "bastones en alto". Él mismo desactivó esta nueva polémica pidiendo simplemente para "el César lo que es del César", y se mantuvo a buena distancia de las disputas galas, insistiendo en cambio en el escándalo de la pobreza y elogiando la laicidad a la francesa.
En comparación, fue Nicolas Sarkozy quien se mostró más papista que el Papa al proclamar que sería una "locura", un "atentado contra la razón", privar a nuestras democracias del apoyo de las religiones. Sarkozy habló además de la "búsqueda de sentido", y de esperanza, con un vocabulario que habría cabido esperar del discurso del propio pontífice. Ni que decir tiene que la izquierda ha denunciado inmediatamente el cuestionamiento de otro dogma -laico esta vez-, acusando al presidente de socavar la "sacrosanta" laicidad.
En realidad es mucho ruido para pocas nueces. En el fondo, Nicolas Sarkozy habla de una "laicidad positiva" y aboga por el diálogo entre el Estado y la Iglesia en un país en el que ese diálogo existe y se desarrolla en condiciones globalmente serenas. Como siempre, Nicolas Sarkozy carga las tintas y crea expectación en torno a una idea que no cambia gran cosa, pero que él presenta como un concepto que lo cambia todo. Por supuesto, se trata de un guiño al electorado clásico de la derecha. Pero sobre todo expresa la voluntad -compartida en este caso- de abrir un espacio para un Islam de Francia -y de organizarlo-, que es la verdadera cuestión subyacente y no explícita. Ésta es la verdadera razón del intento -infructuoso- de reabrir en Francia un debate sobre la laicidad.”

De modo que, según Colombani, la laicidad positiva no está pensada para ahondar en las relaciones ya existentes entre la iglesia católica y el Estado (piénsese que la separación Estado-iglesia decretada por la ley de 1905 se ha ido adecuando a las situaciones concretas de modo que al fin lo que separa a ambas instancias no es un muro, como demandaba Thomas Jefferson sino un seto poroso), sino para incluir a los musulmanes en el diálogo para evitar lo que los agoreros y los pirómanos llaman “derivas multiculturales”, “sociedades paralelas” o guetos integristas”.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Diálogo con la jerarquía católica

En el Elíseo, hace unos días, el presidente de la República Francesa pronunció, entre otras, las siguientes palabras:

"La laïcité positive, la laïcité ouverte, c’est une invitation au dialogue, à la tolérance et au respect. Dieu sait que nos sociétés, Très Saint-Père, ont besoin de dialogue, de tolérance, de respect, de calme. Eh bien, vous donnez une chance, un souffle, une dimension supplémentaire à ce débat public".

A su derecha el Santo Padre asentía. Pero ¿qué "dimensión suplementaria" aporta el Papa al debate sobre, por ejemplo, la bioética? ¿La dimensión de un dogma milenario administrado cuidadosamente por una elite eclesiástica? ¿O la dimensión de los millones de católicos a los que Ratzinger lidera? ¿O se trata de mera cortesía?

La cuestión radica en lo que se entienda por diálogo. Si el diálogo consiste en que todos los participantes estén dispuestos a revisar sus convicciones (excepto la convicción de que deben estar dispuestos a revisar sus convicciones) frente a toda evidencia que hable en su contra, entonces mal van a dialogar los jerarcas del catolicismo. ¿No?

domingo, 14 de septiembre de 2008

¿Políticos católicos?

En la edición en papel de La Vanguardia se lee hoy el artículo semanal del cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach. Bajo el título "Tristeza ante una ley" leemos en su tercer párrafo:

"Dirijo mis palabras sobre todo a los legisladores católicos. [...] Los legisladores católicos, siguiendo los dictados de su propia conciencia, tienen un amplio ámbito de autonomía en la aplicación prudencial de las normas de su fe en la práctica política cuando se trata de temas que no tiene la gravedad de la cuestión que nos ocupa. Pero en el tema del aborto la conciencia queda gravemente comprometida en el sentido de hacer todo lo posible para que el derecho a la vida sea efectivamente reconocido en la legislación positiva de los Estados."

O sea que los políticos católicos tienen menor ámbito de maniobra que los que no son católicos. ¿Se puede dividir a los políticos entre católicos y no católicos? ¿Qué papel juega la conciencia de los políticos en su desempeño del cargo?

Podríamos responder que la conciencia no debe intervenir, pero eso sería una barbaridad, pues entonces podrían mentir y robar legítimamente. ¿Hasta dónde debe llegar la conciencia, entonces? Un principio que se podría establecer es que los dictados de la conciencia encuentran en la democracia un límite. Esto significa que cuando un legislador ve que hay una discrepancia entre su conciencia y el bien común tal y como lo define la mayoría de los legisladores, entonces debe actuar en contra de su conciencia, siempre y cuando encuentre motivos de peso para hacerlo así.

Lo que un legislador no puede decir es que sus principios le impiden buscar motivos de peso para apoyar una iniciativa legislativa concreta, y menos aún si resulta que durante el fin de semana se ha leído el artículo del cardenal y se siente, de repente, amenazado de excomunión.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Emisarios de la fe: Ratzinger y Erdogan

"La foi n'est pas politique et la politique n'est pas une religion".
Estas han sido las palabras destacadas por Libération poco después de que Benedicto XVI aterrizara en Orly.
La frase no significa nada en concreto, pero sirve para ratificar que la iglesia católica, aunque sólo sea formalmente, acata el principio de separación entre Estado e iglesia.
Salvando las distancias (expresión algo vaga con la que se pretende ocultar la más que probable demagogia de la comparación que viene a continuación), la visita del Papa recuerda en cierto modo a la de Erdogan en Alemania en febrero de este año. El jefe de gobierno turco afirmó que "la asimilación es un crimen contra la humanidad" y animó a sus compatriotas en Alemania y el resto de Europa a mantener su identidad turca (mencionó la lengua pero no la religión).
Dos jefes de Estado animando a sus fieles y a sus compatriotas respectivamente a mantener sus vínculos con otro Estado que aquel en el que viven. La asociación turca, Ditib, que dirige la construcción de la mezquita en Colonia, está financiada por el Ministerio para la religión turco. Nos encontramos así con un país supuestamente laico que contribuye al mantenimiento de la religión islámica en un país extranjero. Por otra parte, el Vaticano, otro poder extranjero, lucha por los derechos de sus fieles en todo el mundo y mantiene múltiples "embajadas" en casi todos los pueblos de Europa occidental.
Las diferencias entre ambas infiltraciones en la soberanía de los países europeos son muchas, pero la que destaca el orientalismo (cf. Said) imperante en nuestra manera de ver el mundo es que unos son cristianos y los otros musulmanes. Que unos son pacíficos y los otros terroristas. Que unos somos nosotros y los otros son, eso, otros. Ante esto hay dos alternativas: o ser tan ingenuos con el Islam como lo somos con los católicos, o temer a ambos por igual.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Objeción argumentada

Siguen las sentencias de los tribunales autonómicos sobre la objeción a la asignatura "Educación para la ciudadanía". Huelga decir que este asunto hace mucho que ha dejado de competer a la educación para convertirse en un motivo para escenificar las diferencias políticas. Además, su judicialización y la inexistencia de un criterio común a los diversos tribunales no ha hecho más que aumentar la desorientación ciudadana al respecto. Hace un tiempo, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía dictaminó que los padres tenían derecho a objetar y que no tenían que argumentar su objeción quedando amparados en el artículo 16.2 de la Constitución Española según el cual “Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias”.
Informa hoy la prensa de una nueva sentencia, esta vez de Cantabria. Dice la noticia:

"La sala alega que los padres no han argumentado "mínimamente" por qué motivos la asignatura puede vulnerar sus derechos fundamentales a la libertad ideológica y de conciencia y subraya que con aducir la posible vulneración sin más concreción no es suficiente para aplicar la medida cautelar."

Sin conocer el resto de la sentencia, resulta ejemplar el argumento de los jueces, pues si no se aducen motivos para objetar a la asignatura, si simplemente se alegan motivos de conciencia sin decir cuáles son, se permite que los ciudadanos hagan el juego sucio de los partidos políticos. En cambio, obligando a los candidatos a objetores a argumentar su objeción se logran dos cosas, ambas buenas: que se ponga a prueba definitivamente la parcialidad o imparcialidad del temario de la asignatura, y que se realice un debate público sobre la cuestión sin que los políticos marquen el orden del día.

Por lo que se refiere a la imparcialidad de la asignatura y más allá de la probable torpeza de los redactores al enfatizar la cuestión de la "ideología de género", aún no se ha oído ningún argumento válido para oponerse a sus contenidos, como no sean argumentos no democráticos que, por definición, quedan descalificados.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Ofensas



Es natural que los códigos civiles protejan a los ciudadanos de los insultos. Así, en la sección 5 de la Public Order Act británica leemos que:

"(1) A person is guilty of an offence if he—

(a) uses threatening, abusive or insulting words or behaviour, or disorderly behaviour, or

(b) displays any writing, sign or other visible representation which is threatening, abusive or insulting, within the hearing or sight of a person likely to be caused harassment, alarm or distress thereby."

No hay ninguna referencia a los motivos de la ofensa, de modo que tanto pueden ser personales como religiosos. En el primer caso, es difícil no sentir simpatía por el ofendido, sobre todo si no se trata de un ciudadano con un cargo público. Sin embargo, cuando los motivos son religiosos se introduce un elemento de arbitrariedad que sólo las sentencias pueden en cada caso acabar normalizando.
Esto viene a cuento porque hace unos días una ciudadana cristiana se ha sentido ofendida por la imagen que encabeza este post y ha denunciado a la galería que la exhibe pues se siente ofendida y además considera que el único objetivo de la escultura de Terence Koh es provocar el desagrado de los cristianos.

Cabe suponer que el juez deberá decidir si la demandante está ofendida por motivos personales o porque se ha ofendido a su religión. En el caso de que sea la religión la ofendida, habrá que ver si esta puede ser representada por cualquiera de los fieles que a ella se adhieren.

Pero la cuestión legal no compete aquí. Sí, en cambio, las palabras de la demandante, la señora Emily Mapfuwa, que sostiene que "I don't think this gallery would insult Muslims in this way, so why Christians?" De nuevo el argumento de la reciprocidad. De nuevo el argumento de la violencia de los otros: dado que los otros son violentos (o eso se acaba creyendo a base de repetirlo), nadie se atreve con ellos, por qué entonces lo hacen con nosotros, ¿porque somos débiles?

Reciprocidad y trato igual para todos, reclaman los cristianos. Que se ofenda a todo el mundo o a nadie, pero nada de respeto selectivo. Eso dicen. Pero si se aplica la reciprocidad a rajatabla, entonces que sirva esto también para los privilegios. Ofensas para todos, pero laicidad abierta también y reconocimiento de todas las religiones. Esa es la alternativa.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

¡Qué agonía!

"Andalucía multa al médico que alargue la agonía del enfermo": con semejante titular abre El País la edición de hoy. ¿Qué significa no alargar la agonía de un enfermo? No ensañarse terapéuticamente. No sostener lo que se está cayendo, dejar que se derrumbe lo que la naturaleza ya no puede mantener erguido. En nombre de la vida y de su santidad se pierde de vista que la vida está hecha para morir y que la gran mayoría llega un momento en que, nada más natural, desea que se acabe esta agonía.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Mezquitas y minaretes



La laicidad y la libertad religiosa no siempre conviven bien. Los defensores de la primera no siempre están de acuerdo en que el Estado garantice el ejercicio de la libertad religiosa pues en realidad creen que las instituciones laicas deben promover la secularización de la sociedad así como la progresiva privatización y, finalmente, desaparición de las religiones. Sin embargo, la laicidad topa con unos límites constitucionales que protegen a los creyentes de las euforias anticlericales de los laicistas inmoderados.
Basta ver los comentarios de los lectores al anuncio de la construcción de una mezquita enorme en Colonia (Alemania). La mayoría del consejo municipal aprobó la construcción de la mezquita promovida por la asociación islamo-turca Ditib. Debe quedar claro que simplemente se les ha concedido el derecho a construir un edificio de culto en un terreno propio y que no se les ha dado ninguna subvención, pues la mencionada asociación cuenta con fondos procedentes del gobierno turco. El argumento de los opositores, tanto el CDU (con la excepción del alcalde) como la asociación populista de derechas Pro Köln, sostienen que no se trata de un proyecto de integración de los ciudadanos musulmanes sino de una “demostración de poder”. Frente a los políticos que defienden el derecho de los musulmanes a no verse obligados a practicar su culto en sótanos o en patios interiores y que confían en que la mezquita se convierta en un símbolo más de Colonia, los opositores arguyen que se trata de un paso más en la islamización de Europa promovida por gobiernos extranjeros como Turquía.
La palabra clave que repiten los opositores a la construcción de la mezquita es “islamización”. Incluso en Alemania, en donde la xenofobia apenas puede ser expresada en público como es el caso en Dinamarca u Holanda, la derecha está empezando a decir las cosas claras. El sentimiento de culpa del nazismo se va difuminando y las palabras gruesas contra los inmigrantes ya no son monopolio de los radicales sino también de algunos cargos públicos. Cada vez se habla más claramente, se señala a los extranjeros, en especial a los musulmanes, con menos escrúpulos. La islamización es vista como una pérdida de las raíces del país, como una mezcla que acabará con Alemania entendida en términos de pureza nacional. El discurso, ciertamente, se apoya en el vínculo entre Islam y terrorismo. Se rechaza toda manifestación pública de los musulmanes, y se recurre al miedo, al discurso orientalista, a la imagen del Otro amenazante.
Se dirá que el discurso a favor de la construcción de la mezquita, o mejor, el discurso a favor del ejercicio equitativo de la libertad religiosa de los ciudadanos de diversas confesiones, no es más que pensamiento bienintencionado que no toma en consideración las eventuales consecuencias negativas que este asunto puede tener en un futuro que, no lo olvidemos, nadie conoce. En el caso alemán Wolfgang Schäuble, el ministro del interior que ha defendido en múltiples ocasiones el derecho de los musulmanes a ejercer su fe en público y a disponer de lugares de culto dignos, ha tenido que responder a los que le acusan de legislar desde los remordimientos y el sentimiento de culpa de los alemanes, sin prestar atención al hecho de que el islam constituye un peligro real.


Hace un par de días, un “artista” que responde al nombre de Gianni Motti, ha instalado un minarete blanco en el tejado de un museo en la pequeña localidad suiza de Langenthal. Se trata de un happening o de una instalación en el marco de una exposición artística que supuestamente pretende suscitar un debate sobre la tolerancia de los ciudadanos ante los símbolos religiosos ajenos. Con la excusa de los permisos de obras y la seguridad ciudadana, las instituciones de la zona se están planteando impedir que el minarete siga instalado durante las tres semanas que dura la exposición. Les parece una broma de mal gusto. Algo innecesario. Una ofensa, casi. Las susceptibilidades están también alteradas en el bando cristiano.
La oposición a los minaretes y a las mezquitas se basa en el miedo a unas eventuales consecuencias maléficas para el orden constitucional europeo. El pueblo quiere que el legislador tome en consideración su miedo y legisle de manera preventiva. Pero el miedo está también de la otra parte. Véase, por ejemplo, el argumento del gobierno suizo que aconsejará el “no” a la iniciativa en contra de la construcción de minaretes entre otros motivos porque podría convertir al país en una víctima de atentados terroristas.
Pero, aunque no siempre lo parezca, en ocasiones vivimos bajo el imperio de la ley. Y ésta garantiza el derecho igual a practicar los cultos, de modo que la laicidad no tiene otra alternativa que interpretarse de manera positiva o radicalizarse tanto como aquello que pretende combatir.

sábado, 30 de agosto de 2008

Razones filosóficas personales

A mediados de agosto Rémy Salvat fue encontrado sin vida en su casa después de haber ingerido una dosis de barbitúricos. Tres meses antes le había escrito al presidente de la República Francesa, el ínclito Sarkozy, solicitándole una medida legislativa a favor de la eutanasia de las personas gravemente enfermas y con pocos deseos de seguir con vida. La respuesta del presidente no dejó lugar a dudas:

«Pour des raisons philosophiques personnelles, je crois qu'il ne nous appartient pas, que nous n'avons pas le droit, d'interrompre volontairement la vie.»

A lo que añadió:

«Je voudrais que soit privilégié le dialogue au chevet du malade, entre lui-même, le médecin et la famille, en toute humanité afin que soit trouvée la solution la plus adaptée à chaque situation.»

Según el presidente, el énfasis de las políticas no debe estar en facilitar la muerte o suicidio asistido de los gravemente enfermos que así lo deseen, sino en garantizar los cuidados paliativos. Sin duda, los cuidados paliativos son una demostración de que una sociedad no deja abandonados a los ciudadanos más débiles, como sucedió en un verano canicular en Francia hace unos años que se llevó consigo a varias decenas de ancianos y que fue aprovechado por el malvado Houellebecq para escribir su repugnante "La posibilidad de una isla". Está claro que una sociedad que deja que los viejos se mueran es una sociedad indigna y parece que por ahí ha empezado el combate legislativo de Sarkozy. Pero además de la dignidad también hay que pensar en la autonomía y no parece necesario que ambos sean conceptos que se excluyan mutuamente, a no ser que se adopte el sesgo cristiano que tiende a enaltecer la primera, la dignidad, al precio de debilitar la segunda, la autonomía.

Pero esto es opinable. Lo que no es opinable es que la motivación del presidente sean sus "razones filosóficas personales". ¿Deberían importarnos las razones filosóficas personales de Sarkozy? Está claro que si hubiera dicho que se trataban de sus "razones religiosas personales" el asunto habría sido mucho más criticado, pero lo mismo debería darse cuando se habla de razones filosóficas. El problema está en que son "personales". No se trata de exigir que las razones de los políticos no sean personales, de que los políticos sean como robots (como algún estudiante siempre acaba pensando, pobre idiota, que deberían ser). De lo que se trata es de que sean capaces de transmitir o de traducir estas ideas personales a un lenguaje y a unas motivaciones que no sean personales. No sólo por una cuestión de cortesía, sino por legitimidad democrática.

Legitimidad democrática de la que parece saber poco el arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, que declaró que "un président de la République ne peut pas faire ça, ne peut pas dire à quelqu'un : je t'autorise à mourir". Naturalmente, y es que el Presidente no autoriza a morir sino que es el legislativo el que hace una ley en representación de los ciudadanos para que estos decidan si, bajo determinadas circunstancias, pueden autorizar a alguien para que cumpla la última voluntad de los que ya no creen que esta vida es vida.

Y aún añadió: "Un président de la République, c'est un président de la République. Ce n'est pas Dieu le père" No, efectivamente, el presidente de la República no es Dios, pero nadie en sus democráticos cabales lo cree. El joven Rémy no escribió a Dios, sino a un político endiosado que antepone sus creencias a sus obligaciones y que en nombre de la dignidad hurta la autonomía. No se le pide a Sarko que decida sobre la vida o la muerte, sino que establezca los procedimientos jurídicos y médicos que permitan que cada cual pueda decidir.

martes, 12 de agosto de 2008

Distopía

De un día para otro parece que todo el mundo hable de distopías. Eso es señal de que la distopía o bien se ha realizado y nosotros somos sus desafortunados protagonistas, o bien es un síntoma suficiente de que está cercana.
Esta poca claridad entre el bien y el mal, esta regularidad de lo noticiable, la decadencia de las religiones, etc., son signos de una búsqueda de puntos fijos en los que anclar las últimas amarras de las almas humanas. Cuando vemos a los individuos masificados buscando la salvación eterna de sus almas en los últimos saldos de las rebajas, ¿debemos preocuparnos? ¿Hay motivos para prever un apocalipsis? En realidad no se trata de apocalipsis ninguno, sino de la lenta putrefacción de las energías humanas más creativas en manos del consumo y de la rapidez del mundo actual. El shopping mall es la expresión más lograda de que la distopía, el lugar funcional e inhumano, es ya real, però no n'hi ha per tant.

Léase, a propósito: "Bienvenidos a Metro-Centre" de Ballard en Minotauro.

lunes, 11 de agosto de 2008

GMAIL

La información y la propaganda son el futuro. Basta mirar el margen derecho de la pantalla cuando se utiliza esa herramienta tan lograda que es GMAIL. Mediante un programa de ordenador que supuestamente no controla nadie, pues se limita a seleccionar palabras de nuestros mensajes y ofrecernos mercancías relacionadas con los conceptos que usamos, GMAIL transmite el mensaje. Ellos transmiten un mensaje al mismo tiempo que nosotros. No nos quejemos. Sobre todo, no quejarse, porque los anuncios que aparecen en el margen derecho pueden ser beneficiosos para nosotros: podemos saber que hay ofertas de hoteles en Hawai, que nuestro champú tal vez no es tan bueno como ese otro que anuncia Brad Pitt, o que si estamos solos y queremos compañía basta con apretar el botón adecuado y sentarse a esperar que suene el teléfono.

GMAIL es una buena herramienta;
GMAIL es una herramienta del capitalismo;
ergo,
el capitalismo es bueno.

Así funciona nuestro cerebro. Abducidos por lo real, nuestra imaginación ha quedado desactivada y sólo puede propagar su vacuidad virtual a los cuatro vientos. Pero el viento ya no sopla. Y el vacío amenaza con inundarlo todo.

sábado, 19 de julio de 2008

El proceso es el fin

Todo el mundo ha visto esas películas de Hollywood en las que el proceso de transformación de uno de los protagonistas es resumido en unas pocas imágenes, tras las cuales nos volvemos a hallar al individuo en cuestión ya transformado por un proceso de varios meses o semanas o días. Un deportista que se entrena, un soldado que batalla, un grupo de amigos que decide montar un club de macramé, todo tipo de procesos es mostrado en una secuencia de imágenes en las que vemos cómo alguien se esfuerza por lograr un objetivo. Después la película continúa con todo ese esfuerzo acumulado en uno o dos minutos de acción.
Esta manera de describir la vida es errónea y dañina, pues el proceso es el fin. Mostrar sólo, al principio, los planes de la acción y, al final, los resultados de la misma es una falsificación de la realidad que ni siquiera es justificable en términos de economía del guión. La vida es el proceso y la literatura y el arte en general deben ser también proceso. El resto es todo mentira, engaño y contribuir a la pérdida de tono moral de los individuos que formamos la masa.

miércoles, 16 de julio de 2008

De camino a Australia

Va siendo costumbre que Joseph Ratzinger conceda entrevistas en los aviones que lo llevan por medio mundo. De camino a Australia respondió como sigue a una pregunta sobre la secularización de la sociedad australiana:

"So, I think there will be in a certain sense in this "Western world" a crisis of our faith, but we will always also have a revival of the faith, because Christian faith is simply true, and the truth will always be present in the human world, and God will always be truth. In this sense, I am in the end optimistic."

La pérdida de fe de una sociedad va acompañada de un revival de esa misma fe transformada, fortalecida o debilitada. La secularización es inseparable de la dessecularización, pues los restos de fe que no se secularizan luchan con el ánimo de los cristianos en las catacumbas, con la razón que da ser minoría y estar en posesión de la verdad. Cuanto más fuerte es el adversario, más justificado se siente uno, más motivos tiene para ser optimista. Sobre todo cuando los ordenamientos jurídico-políticos protegen a las minorías y garantizan las libertades individuales.

En la lucha por el poder, el catolicismo lleva las de ganar porque sus adversarios están obligados a tolerarlo en nombre de la caridad cristiana.

lunes, 14 de julio de 2008

Más allá del control democrático (II)

La democracia está siempre por venir, lo cual no significa que la democracia sea necesariamente nuestro porvenir. Los ciudadanos de todos los países, así llamados, democráticos expresan constantemente su preocupación por la salud democrática de sus instituciones. En algunos, como Suiza, la gente se puede asociar para llevar sus inquietudes a las urnas y proponer democráticamente mejoras a la democracia. Hace unas semanas los suizos votaron mayoritariamente en contra de una iniciativa para impedir que los miembros del gobierno se expresaran públicamente con motivo de los referenda. La inquietud de los ciudadanos que propusieron la modificación constitucional y de los que apoyaron la iniciativa es conocida de todos, a saber, la asimetría entre representados y representantes en el acceso a los medios de comunicación de masas.

Como siempre cuando se habla de democracia, el pueblo, o mejor, los individuos que constituyen el pueblo se refieren al sentido etimológico de la palabra. El poder es del pueblo, no de la elite que éste ha elegido, una elite que, por otra parte, se ha destilado a través de un proceso poco democrático que impide el acceso de cualquiera a los cargos importantes. La igualdad en el acceso a los cargos es formal y no efectiva, eso está claro. Y si bien este hecho se acepta, pues preferimos que nos gobiernen los que por lo menos han sido lo bastante hábiles para imponerse a otros dentro de su propio partido en la carrera electoral, esto no implica que también se considere aceptable que una vez en el cargo los políticos puedan ejercer su influencia sobre el resto de los ciudadanos como si ellos, los políticos, ya no fueran el pueblo.

El gobierno se opuso a la iniciativa no sólo porque ésta presentaba algunas lagunas jurídicas importantes como la diferencia entre información y opinión en el discurso de un político, sino también porque podía hacerlo, porque aún no existía una restricción a lo que podían decir como la que exigía el texto que se presentó al referéndum. Está claro que esta actitud es interpretada por los ciudadanos como una defensa de los privilegios por parte de la clase dirigente. Pero este análisis es demasiado vulgar. A fin de cuentas, ¿qué sabe el vulgo de lo que es mejor para el país? ¿Conoce acaso cómo funcionan las leyes? ¿No le basta con ejercer su control democrático limitado? ¿Tiene la gente derecho a decidir? ¿Por qué debería tenerlo? ¿Y sobre qué asuntos?

La democracia está bien, pero no todo puede ni debe ser democrático. Está banalidad que cualquiera que haya estudiado un par de días sobre el asunto conoce, apenas es percibida por los supuestos depositarios de la soberanía nacional. Y es que cuando se habla de democracia todos hablan de sus derechos y nadie de los deberes. Y así, claro está, se acaba creyendo que la democracia aún está por venir, cuando la realidad es que esto, este aparente desastre institucional y esta cacofonía de voces ignorantes, precisamente esto, es la democracia.

viernes, 11 de julio de 2008

Opinar sobre la muerte de los otros

La Corte de Apelación de Milán ha sentenciado que después de 14 años en coma se puede dejar de hidratar y alimentar a un cuerpo que antes de padecer el accidente que lo mantiene en estado vegetativo respondía al nombre de Eluana Englaro, nacida hace 38 años. Tras diez años de trabajo en los tribunales, su padre ha conseguido una sentencia que le da derecho a dejar de alimentar a su hija respetando así la voluntad de ésta tal y como, según diversos testigos, había formulado de palabra, no por escrito, antes del accidente.

Los intríngulis jurídicos del asunto no interesan aquí. E incluso nos podríamos preguntar qué derecho tenemos a comentar un caso así, o qué derecho tiene el Vaticano o los obispos italianos a inmiscuirse en el asunto. L'Avvenire de hoy y l'Osservatore Romano dedican sendos artículos y entrevistan a numerosas personalidades sobre el futuro de la mujer que hace 14 años respondía al nombre de Eluana Englaro. El del OR es particularmente inteligente:

"Non è necessario ricorrere a una concezione religiosa della vita, o negare la possibilità legale e morale di rifiutare trattamenti sproporzionati o inadeguati, per dissentire da questa sentenza: basta sottolineare che nel caso di Eluana si impone di fatto l'interruzione di un lungo processo di accudimento, fatto di attenzione, di amorevole dedizione e di rispetto per la sua dignità personale, che gli stessi protagonisti del ricorso alla Corte di Appello hanno sempre riconosciuto. E questo perché? Perché non è cosciente di sé? Il tema della coscienza è un tema molto delicato da trattare. Ma se Eluana non è davvero cosciente di sé, allora non soffre, e non si capisce perché - se non per un ostinato impianto ideologico a cui uno Stato cosiddetto laico dovrebbe dirsi metodologicamente estraneo tanto quanto a ogni confessione religiosa - la si debba condannare a morte, tramite una lenta agonia.
Nella sentenza, per coerenza con la tesi per cui Eluana dovrebbe essere priva di coscienza, non si parla di farla morire per fame e sete (quando manca la coscienza si parla di disidratazione e consunzione), ma si raccomanda l'uso di "sedativi o antiepilettici" per "eliminare reazioni neuromuscolari paradosse" e si consiglia "umidificazione frequente delle mucose, somministrazione di sostanze idonee a eliminare l'eventuale disagio da carenza di liquidi, cura dell'igiene e dell'abbigliamento del corpo". Ma se davvero Eluana non è cosciente e se la sua, come si legge nella sentenza, è pura vita biologica, per quale motivo tante attenzioni? La risposta è semplice: perché, malgrado la pressione ideologica, risulta difficile, persino a questi giudici, dimenticare che la vita di Eluana è sempre e comunque una vita personale. Chiediamoci: ma davvero sono crudeli coloro che finora si sono presi cura di Eluana, o non lo sono coloro che la condannano all'agonia e alla morte?"

"El tema de la conciencia es muy difícil de tratar". A continuación el redactor de este texto sostiene que un Estado así llamado laico no puede decidir qué es la conciencia, no puede decidir si existe o no sufrimiento, no puede decidir si la vida biológica es más o menos valiosa que la vida consciente. Va más allá y afirma que si realmente se considera que no está viva más que en sentido biológico, entonces ¿por qué la sentencia establece unos términos de "muerte" que de algún modo aligeren posibles padecimientos de Eluana? La pregunta tiene una fácil respuesta que demuestra la demagogia de quien la plantea, y es que del mismo modo que se impide la profanación de tumbas o la necrofilia, también un cuerpo con vida biológica (o un cuerpo que se cree que sólo tiene vida biológica y no consciente) merece un tratamiento digno, pero no porque ese cuerpo tenga dignidad, sino porque son los que lo tratan de esta manera los que quieren mantener su propia dignidad.

Pero no es esta la cuestión importante. ¿Hay que proteger lo que yo o tú o cualquiera de nosotros quiere hacer con su vida frente a la intervención del aparato propagandístico de la iglesia o, más aún, de los medios de comunicación de masas en general? A lo que se podría responder diciendo que tal vez el padre de Eluana no habría conseguido lo que pretendía si no hubiera recibido ayuda de la opinión pública que ha conocido su caso a través de los medios de comunicación. Y si uno los usa para su beneficio debe también aceptar que otros los usen en contra de lo que uno hace o quiere hacer. La opinión pública no es regulable y todos estamos eventualmente expuestos a ella, una exposición que, sin embargo, puede ser utilizada para favorecer los propios intereses.

jueves, 10 de julio de 2008

Empatía animal

La prensa informa de una carta que los defensores de los animales han enviado a Sharon Stone, quien, al parecer, gusta de cubrirse con restos de cadáveres.
Los defensores de los animales le escriben, en tono de broma pero no tanto, que están preocupados por su salud mental y que creen que no estaría de más someterla a un escáner de la región prefrontal de su cerebro que es donde, por lo visto, se aloja la empatía. La lógica es la misma que en "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", la novela de Philip K. Dick que inspiró a la mítica (y algunos dicen que sobrevalorada) "Blade Runner". En la novela, para detectar el grado de empatía, y por tanto de humanidad, de los sujetos sometidos a pruebas para saber si son o no androides, se los invita a imaginarse situaciones que deberían producir una reacción inmediata de su empatía. En el mundo inventado por K. Dick, los humanos experimentan el dolor y la muerte de los animales (casi extintos) como si éstos fueran congéneres, mientras que los androides impostan sus reacciones y no hacen más que aparentar una empatía de la que carecen. Los de PETA piensan, al parecer, que Sharon Stone es un androide o que tiene un defecto mental. ¿En dónde está la compasión? ¿En el cerebro? ¿En las sinápsis de una zona concreta de la corteza cerebral? Puede que sí. Lo que, sin embargo, no se puede explicar desde la perspectiva estrictamente fisiológica es cómo surge esta tendencia cultural a ampliar la comunidad de los seres hacia los que cada vez más personas extienden su empatía. ¿Cómo se explica que las leyes progresivamente vayan extendiendo la comunidad de los entes merecedores de protección? ¿Cómo se explica que sea noticia que un hombre mate a un erizo con una pala?
Puede que Sharon Stone sea políticamente incorrecta o que simplemente le guste el tacto de las pieles o que le paguen para llevarlas. ¿Y los aficionados a los toros? ¿O los que ahora mismo están preparándose un bocadillo de salchichón? ¿Habrá que lobotomizarlos en nombre de un futuro mejor?
Tal vez el problema se deba a que cuando los sometidos (los animales en este caso) no pueden tomar la palabra y defenderse, y algunos hombres y mujeres de buena fe creen que deben hacerlo en su nombre, el espíritu misionero de la empresa los lleva a cometer excesos atribuyéndose una indignación ajena que, por el hecho de estar menos contaminada por las miserias del ego, parece más justificada.

miércoles, 9 de julio de 2008

Subvencionar la fe

No es necesario repetir que las creencias religiosas de los candidatos a presidente de los EEUU son, cuando menos, relevantes. De ahí que Obama insista en cincelarse un perfil religioso que le permita cosechar votos en todas las filas. La semana pasada la dedicó a defender un programa de apoyo a las iniciativas basadas en la fe, faith-based initiatives. Hace años que Bush apoya este programa que, según muchos, constituye un eslabón central de la cadena de transmisión entre los lobbies religiosos y el neoconservadurismo búshico.Para desmarcarse de Bush y, con todo, mantener el contacto con los líderes religiosos, Obama propone la eliminación de algunas restricciones internas en las organizaciones religiosas que reciben subvenciones estatales para llevar a cabo su trabajo social. Mientras que ahora las organizaciones pueden discriminar a sus trabajadores en virtud de su religión y están autorizados a hacerlo a pesar de recibir financiación federal, si Obama sale elegido no podrán aplicar restricciones internas cuando lo que se halla en juego es la utilización de fondos públicos.
Dicen algunos que los EEUU es un país no sólo pofundamente religioso o desecularizado, sino que además consiente una parasitización religiosa de lo público que en Europa sería intolerable. Los hechos sin embargo son otros. Países europeos o supuestamente europeos como España mantienen un régimen de financiación religiosa que dista mucho de la separación americana. Basta prestar atención al asunto de las restricciones internas, esto es, al régimen de aceptación de colaboradores que aplica la iglesia católica, iglesia que, no está de más decirlo, recibe financiación estatal. ¿Se puede denunciar a la iglesia por aplicar criterios discriminatorios en la selección de sus colaboradores? ¿Puede una mujer divorciada dar clases de religión en un instituto público con el plácet del obispo?
Está claro que la comparación entre las dos costas del Atlántico requiere un estudio más complejo, pero lo que en todo caso se aprecia es que la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, con toda su inefable brevedad, facilita un análisis de las relaciones entre religión y política bastante más diáfano que todas las pleitesías, diplomacias y añagazas que requieren los acuerdos lateranenses en Italia o el así llamado concordato en España.

sábado, 5 de julio de 2008

El rey está desnudo o de cuando lo conservador deviene subversivo

Sólo el niño inocente sabe que el rey está desnudo. Eso dice el cuento.
Se ha puesto de moda decir que el rey está desnudo, pero ahora son los poderosos los que lo sostienen. Gran paradoja. La retórica de la posmodernidad consumada. La historia del nihilismo llegando a su fin. En momentos así, uno piensa que también en esto tenía razón Heidegger, el pensador que no hizo más que transferir el mundo espiritual presente en el habla de las gentes de su tierra, de las gentes de la tierra, en el habla de la tierra, en definitiva, de su tierra, a transferirlo, digo, a un metalenguaje dotado de una lógica propia y profundísima que tan embobados tiene siempre a los lectores de Heidegger, que caemos atrapados en la red de su lógica campestre y telúrica, como moscas filosóficas que revolotean sobre una boñiga de vaca, campestre y telúrica ella también, por supuesto.

Pero no era de Heidegger que quería escribir (aunque está claro que lo quiera o no diga lo que diga todo se refiere de una manera u otra a Heidegger). Quería escribir sobre la impostación subversiva de la derecha, si es que se puede seguir hablando de una derecha como tendencia política opuesta a una supuesta izquierda cuya existencia hoy en día es más que dudosa. Hablo de los que se sientan a la derecha de la presidencia del congreso, del partido azul y no del rojo, y de todos los que se hallan más a la derecha aún, tan a la derecha que no quedan escaños en ese ángulo. La impostación subversiva es lo que alguien describió en un diario de Barcelona como "discurso biempensante de apariencia subversiva". Son los que dicen que ellos son los únicos que se atreven a decir que el Islam es algo pernicioso o puede serlo. Los que creen que ellos son los únicos que atentan contra lo políticamente correcto. Los reyes que dicen que el rey está desnudo. La mayoría reafirmando al unísono que nadie piensa lo mismo que ellos. Lo establecido radicalizado. Esa es, por ejemplo, la patología que se observa en el caso de las caricaturas de Mahoma y de la que hicieron gala los redactores de "Jyllands Posten" cuando sostenían que en la sociedad danesa había autocensura, cuando lo cierto es que la derecha xenófoba que nunca había hablado bien de los musulmanes disponía de un confortable número de escaños en el Folketing y del correspondiente acceso a los medios de comunicación de masas.

Denunciar la tiranía de lo políticamente correcto es pura retórica. Cierto que los clichés socialdemócratas tienen buena prensa de antemano. Pero, como me comentó el otro día igenuamente un ciudadano de mi pueblo, ¿acaso no son más éticos los socialistas? ¿No es el ideal igualitario una cosa buena en sí misma?

Preguntas que son respondidas con una risa de superioridad por los jóvenes liberales pagados de sí y recibidas como un pretexto perfecto por los pirómanos que surgen periódicamente en la esfera del debate público. A estos, por ellos mismos así llamados, liberales hay que quitarles el prestigio que les da su supuesta subversividad y mostrar que ésta sólo esconde una justificación de lo ya vigente y que ellos no son son más que conservadores con melenita y conservadoras con tinte rubio, que pueblan los extrarradios burgueses y los barrios bien de esta España que nos ha tocado vivir.

Lo conservador deviene subversivo cuando la ideología igualitaria se envuelve de una retórica pacifista y buenista que no sólo apela a los bajos instintos de los telespectadores sino que también basa su empeño en una opción ética cosmopolita que puede tener unas consecuencias que apenas se toman en consideración, pues se presta atención preferente a las intenciones de las acciones. Esto es, para los conservadores, una irresponsabilidad. Pero los socialdemócratas igualitaristas tienen todas las de ganar pues se escenifican kantiana y no maquiavélicamente. Al político moral kantiano siempre le queda la satisfacción de haber actuado como Cristo.

PS. Sí, es cierto, el asunto de este, así llamado, "post" no es más que algo óntico y no ontológico, como dirían Heidegger y todos los filósofos que creen tener el monopolio de la radicalidad. Pero, un pobre ignorante como yo no puede aspirar a demasiada profundidad, me basta con quedarme en la superficie de mi propia mirada sobre las cosas, me limito a hurgar con poca fe en la fragilidad de mi poca fe.

lunes, 30 de junio de 2008

Autofelicitación


Las cámaras enseñan en cámara lenta a Juan Carlos I, Rey de España, celebrando el gol del niño Torres. Un gol de España. La primera reacción del jefe de Estado es espontánea. Se levanta de su asiento como cualquier otro españolito, con la boca abierta, los brazos gesticulando, pero un instante después recupera su, así llamada, dignidad como lo manifiesta el gesto con el que (auto)celebra el gol: se agarra una mano con la otra y sostiene ambas un momento delante de la cara, agitándolas brevemente. No hace más que darse la mano a sí mismo. El rey, agente y espectador del mismo acto. Es como si dijera: he marcado un gol. Nosotros, España, hemos marcado un gol. Felicidades, Majestad.

miércoles, 18 de junio de 2008

Más allá del control democrático (I)

Como es sabido, en Suiza se convocan referenda cada tres o cuatro meses. El último fue el 1 de junio. Las dos primeras preguntas las habían planteado sendas iniciativas populares y ambas fueron rechazadas por grandes mayorías.
Ambas iniciativas proponían una mejora de las instituciones democráticas, pero su signo político era claramente dispar. La primera iniciativa defendía las naturalizaciones democráticas, la democratización del proceso de adquisición de la nacionalidad suiza, lo cual es un eufemismo para promover la reducción de los extranjeros que adquieren la nacionalidad suiza. El logo que decora su página es un buen botón de muestra:
La avidez de manos no tan blancas o decididamente negras por conseguir el ansiado pasaporte rojo.

La reforma consistía en añadir un artículo a la constitución suiza:

"Art. 38, al. 4 (nouveau)
4 Le corps électoral de chaque commune arrête dans le règlement communal l'organe qui accorde le droit de cité communal. Les décisions de cet organe sur l'octroi du droit de cité communal sont définitives."

Esto es lo que se llama democracia participativa y descentralización, elementos claves de la confederación, que, no obstante, pueden tener consecuencias poco democráticas, si entendemos que la democracia no sólo es el poder del pueblo, sino también el respeto de los derechos individuales de los habitantes del país. El proceso de naturalización que se propone mediante esta modificación constitucional conlleva una desprotección de los individuos, pues no hay garantías de que se argumente la denegación de la nacionalización, quedando todo el proceso a expensas de lo que decida la comunidad.
Cualquiera de los defensores de la democracia, cualquiera de esos ciudadanos que apenas tienen nociones de lo que es esta forma de gobierno pero que en todo caso sí que saben que ellos tienen derecho a dar su opinión y a que se los escuche y que los políticos esto y los políticos aquello, considerará que está bien que sea la comunidad la que decida los procedimientos de naturalización, pues de este modo se evita que sean las instituciones las que se encarguen de todo dejándonos a nosotros, los ciudadanos, fuera de todo proceso de decisión. Sin embargo, la sustitución del imperio de la ley por el imperio de la voluntad popular es una caja de Pandora repleta de retórica rancia y de vecinos compinchados en contra de los Otros.

Entre la democracia directa y la democracia como control, las sociedades diversas del mundo contemporáneo tienen que conseguir que los asuntos que afectan a cuestiones fundamentales sean sustraídos de las manos del pueblo y dejados en manos de los procesos constitucionales establecidos. Cuando se trata de cuestiones básicas, así pues, los ciudadanos pierden capacidad de decisión para ganar en fuerza de control de las instituciones establecidas. Para otros asuntos, menos importantes, tal vez sí que sería aconsejable ampliar la capacidad de decisión de los ciudadanos. La democracia directa no puede aplicarse a asuntos que afectan a los derechos fundamentales, si no se quiere correr el peligro de destruir la democracia por exceso de la misma.

Paradójicamente, esta ampliación democrática está sometida, a su vez, a un proceso democrático de decisión (el referéndum). Por fortuna, en este caso los ciudadanos suizos que votaron (un 44% aproximadamente) se inclinaron mayoritariamente en contra de una democracia directa, concediendo a las instituciones sometidas al control de la ley y al escrutinio público la potestad para decidir cómo deben regularizarse las naturalizaciones de los extranjeros.

Speech acts

Aprovechando la celebración de la, así llamada, Eurocopa, quien más quien menos todos hablan de fútbol. De modo que, para no ser menos, ahí va una breve exposición sobre ese acto de habla tan curioso que es el de gritar, o simplemente mencionar, la palabra "gol" cuando el balón cruza la línea de cal que marca el límite entre la portería y el resto del campo. Cuando los locutores de radio o de televisión gritan "gol" al introducirse la pelota en la portería están relatando un hecho que ha sucedido en el mundo. El caso es distinto cuando lo gritan los aficionados o los propios futbolistas, pues ellos no están relatando el partido, sino viviéndolo o jugándolo. ¿Por qué pues acompañar un suceso en el mundo (el gol) de la mención del mismo suceso ("gol")? No están avisando, pues no lo dicen antes de que suceda. Tampoco lo están describiendo. Tal vez lo que más se le parezca sean las palabras del agonizante que momentos antes de morir, o justo en el mismo instante, tiene la entereza y el tiempo de decir "me muero", lo cual es muy distinto de decir "adiós" que no es una descripción de un suceso (en el caso harto improbable que morirse sea un suceso y no más bien la ausencia de todo suceso) sino una despedida.
Propongo llamar a este tipo de emisión realizativa "acto de habla enfático", cuya explicación tal vez se deba al deseo de acompañar la consumación de un acto alegre con una designación del mismo. Otro ejemplo de este mismo tipo de actos se da cuando un niño se alegra de la aparición de algún familiar y emite su nombre, "¡Mamá!", mientras corre a abrazarlo.

sábado, 14 de junio de 2008

Cosmopolirismo

Un error al teclear revela a veces lo absurdo de algunas afirmaciones programáticas.

viernes, 13 de junio de 2008

Llamar a las cosas por su nombre

Con cierta periodicidad alguien afirma que muchos ciudadanos se autocensuran en nombre de lo políticamente correcto. Así, los de derechas, los antiabortistas o pro-vida no se atreven a hablar de según qué asuntos en público; los votantes del PP no se declaran como tales; y los que tienen un arma en su casa no lo dicen.

Pero hay una derecha que se expresa sin ataduras, sin complejos, que dice las cosas por su nombre. Así, despreocupado, transgresor, se presentó el recientemente fallecido Charlton Heston ante los miembros de la NRA el 7 de diciembre de 1997. La situación que detalla es de guerra. Guerra cultural equivale a confrontación entre valores, a división política causada por los valores distintos defendidos por cada parte, o a los valores que, una vez divididas políticamente las partes, deciden apoyar. Ateos contra creyentes. Anticlericales contra clericales. Progres contra fachas.

Divisiones esquemáticas que, sin embargo, poseen bastante fuerza motivacional para suscitar la sensación de que ocultan algo real. Los que se sienten amenazados por una mayoría que intenta imponer un nuevo vocabulario son los que afirman que existe la guerra cultural. Es el caso de la iglesia conservadora en España o el de los defensores del derecho a llevar armas en los EEUU. Sostienen que la presión social (la de la sociedad sobre el individuo) sesga los discursos y que determinadas opiniones son acalladas, no mediante la coerción, sino mediante la exclusión sutil.

En palabras de Heston a sus correligionarios de la ARA: “you are shamed into silence! Because you embrace a view at odds with the cultural warlords”. Y los que de repente se ven silenciados son los que antes (¿antes?) mandaban:

“Heaven help the God-fearing, law-abiding, Caucasian, middle class, Protestant, or—even worse—Evangelical Christian, Midwest, or Southern, or—even worse—rural, apparently straight, or—even worse—admittedly heterosexual, gun-owning or—even worse—NRA-card-carrying, average working stiff, or—even worse—male working stiff, because not only don't you count, you're a downright obstacle to social progress. Your tax dollars may be just as delightfully green as you hand them over, but your voice requires a lower decibel level, your opinion is less enlightened, your media access is insignificant, and frankly mister, you need to wake up, wise up and learn a little something about your new America...in fact, why don't you just sit down and shut up?”

De vez en cuando surge una voz que dice ser la única que tiene el coraje de transgredir lo políticamente correcto, de hablar ahí donde otros callan. Uno que, impostando la ingenuidad de infantil, dice que el rey está desnudo.

Me resisto a creer que este asunto tenga algo que ver con la libertad de expresión. Me resisto asimismo a analizarlo con ayuda de la famosa “tiranía de la mayoría” de Mill. Y si me resisto es porque algo falla cuando es uno mismo el que se las da de transgresor, cuando uno mismo es el que, en cierto modo, crea al enemigo para engrandecer el propio coraje. No son tan valientes, los que dicen, donde no toca (por ejemplo en las facultades de letras de las universidades públicas españolas) que, por ejemplo, los inmigrantes son fuente de problemas y corrompen la unidad nacional. Ni tampoco los que dicen que en Cataluña no se puede hablar en castellano. Ni los que se quejan de la presunta importancia del, así llamado, lobby gay. No lo son, porque, aunque hay un discurso social que refuerza la sensación de que se da presión social para evitar la mención de determinados asuntos o palabras, este discurso no logra imponerse sin que su contrapartida también se exprese. (Quede dicho que no me refiero aquí a las situaciones en las que se da violencia física evidente y algunos ciudadanos deben ir escoltados por decir lo que dicen. Y no me refiero a ellas, porque si no otra cosa, se requiere por lo menos coraje para seguir hablando cuando las consecuencias de hacerlo son tan desfavorables para uno.)

Pero, salvo los casos en los que hay violencia física evidente, lo que peligra cuando los conservadores dicen ser víctimas de lo políticamente correcto y sostienen que no pueden expresarse en igualdad de condiciones, no es la libertad de expresión o de pensamiento. Lo que peligra es la democracia, pues hablar de guerra cultural conlleva considerar que la democracia es una lucha por hacerse con el poder e imponer unos valores. La democracia peligra más que las libertades individuales, pues éstas, en contextos favorables, están bien protegidas y asumidas por los ciudadanos, mientras que la democracia es todavía vista como una manera de que reine la mayoría, de hacerse con los favores de la mayoría.

jueves, 12 de junio de 2008

Los museos y la vida

Cuenta Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos que durante una visita al zoo de Lyon, mientras contemplaba al león que aburrido se solazaba al sol, vio "por entre los arbustos que nos separaban de los barrotes tras los que la fiera levantaba el hondo y prolongado bostezo de sus fauces hacia el gris domingo provinciano, deslizarse, espléndida de gracia, de sigilo y de libertad, una gran rata". Concluye el fragmento diciendo que "el león no era allí más que un pobre pensionado del ayuntamiento de Lyon, subvencionado para representar a una presunta Naturaleza, a la que, por lo demás, a causa de esta misma circunstancia, mal podía ya, en verdad, representar, y que naturaleza, en todo caso, no era allí sino lo que había traído y había hecho surgir y campear por un momento ante nuestros ojos la admirable rata que, imprevista, inconsentida, indeseada y hasta prohibida, había cruzado delante de él" (98).

Algo semejante le puede ocurrir al visitante del Museo de Arte Contemporáneo Donna Regina en Nápoles si se asoma a la azotea para contemplar la escultura de un caballo que ahí se encuentra. Preferentemente al atardecer, poco antes de que cierren. Tras pasar por las salas que casi nadie visita y en las que uno se topa con las usuales obras de arte de los usuales artistas reconocidos contemporáneos, desde la azotea uno ve al fin la vida: un niño que llora en un balcón mientras su padre fuma acodado en la barandilla, un viejito que lee el periódico en una silla de enea, otro niño que se saca la camiseta debajo de una lámpara de araña, dos pequeñuelos que saludan desde una terraza colindante, las palomas, el interior de innumerables casas, los visillos, un grupo de inmigrantes africanos charlando alrededor de una mesa plantada en plena calle.

Un soplo de vida esa azotea.

martes, 10 de junio de 2008

¿Qué es la religión?

Son casi incontables los libros actuales sobre la religión y su relación con la política, el terrorismo, la tolerancia, etc. Quien más quien menos tiene sus ideas al respecto, y los que llevaban años sin hablar sobre este asuntos, de repente tienen la urgencia de publicar un mamotreto más o menos original sobre el tema. Está bien así.
Al no iniciado le puede sorprender que apenas se encuentren definiciones de religión. Ni siquiera los libros que pretenden definir a la religión, despejan las dudas.
Los tribunales que legislan al respecto siguen diversas tendencias. En España, por ejemplo, la Ley Orgánica de Libertad Religiosa no define el ámbito de cuestiones que cubre, pero sí las que no cubre. Así en su artículo 3.2 dice, de modo ciertamente arbitrario:

"Quedan fuera del ámbito de protección de la presente Ley las actividades, finalidades y entidades relacionadas con el estudio y experimentación de los fenómenos psíquicos o parapsicológicos o la difusión de valores humanísticos o espirituales u otros fines análogos ajenos a los religiosos."

La jurisprudencia al respecto es diversa. Àlex Seglers la repasa exhaustivamente en su libro La laicidad y sus matices (Comares, 2005). Destaca la sentencia 46/2001 del Tribunal Constitucional que amparó a la Iglesia de Unificación de Moon en la que se dice que: "la Administración no debe arrogarse la función de juzgar el componente religioso de las entidades solicitantes del acceso al Registro".

En Francia la práctica es semejante. Así como en Estados Unidos.

Nos encontramos con que finalmente se legisla sobre algo que no se puede definir. Los ateos militantes se rasgan las vestiduras por esta genuflexión institucional ante la superstición. La superstición amparada por las instituciones. Sin embargo, ahí radica una garantía de libertad. Libertad en nombre de la ignorancia, dirán algunos. Puede que sí. Pero, nadie ha dicho que la libertad nos deba hacer más inteligentes, sino, valga la redundancia, más libres. Libres para encadenarnos al ídolo que prefiramos.

lunes, 9 de junio de 2008

Hace unas semanas Stanley Fish se preguntaba en su blog del nytimes qué papel deben desempeñar las convicciones políticas de los docentes. Hoy retoma el asunto y responde a sus comentaristas. Destaco la siguiente frase:

"[En la profesión docente] isolation from the political world is not required. All that is required is the quite ordinary ability to distinguish between contexts and the decorums appropriate to them. When you enter an institutional setting — an office, a corporate boardroom, a cruise ship, a square dance, an athletic event — the concerns to which you are responsive belong to the setting, and you comport yourself accordingly. Rather then asking, “What do my political and religious views tell me to do?”, you ask, “What do the protocols of this particular endeavor or occasion tell me to do?”
The setting of the classroom is no different, even though the materials you encounter are often fraught with moral and political questions to which you would give very definite answers were you confronted by them in your life outside the academy. As long as you are in the classroom, and as long as you recognize the classroom as a place with its own constituitive demands, those questions will be seen as items in an intellectual landscape and not as challenges to which you directly and personally respond."

La democracia /y la buena educación) requiere que los ciudadanos sepan comportarse de acuerdo con el contexto en que se hallan. Que sepan que las razones que valen en un contexto no valen en otro, que lo que sirve en el ámbito privado no siempre sirve en el público. Los profesores, a pesar de su libertad de cátedra, no pueden hacer discursos políticos. O mejor, no deben hacer discursos políticos, sino mantenerse en la superficie políticamente hablando y en la profundidad filosóficamente hablando. Si lo hacen o no, es otra cosa que debe dirimir cada cual en su conciencia.

Hay dos objeciones:
a) ¿Esta neutralidad académica, no es a su modo una forma de aquiescencia al, así llamado, sistema? ¿Una aceptación políticamente motivada de lo vigente?
b) ¿Es posible alejarse de los propios prejuicios?

A b) se puede responder que lo importante no es si es posible o no, sino si vale la pena esforzarse en conseguirlo. De modo que el profesor debe ir ya limpio de prejuicios a clase o, cuando menos, estar dispuesto a manifestarlos en ella para que entre todos sepan a qué atenerse, en qué campo juega cada cual, cuánto dinero gana cada cual, a qué instituciones sirve cada cual, qué pleitesías rinde cada cual, qué entiende cada cual por libertad de cátedra, quién o qué ha condicionado al docente en la redacción del temario de la asignatura.
La objeción a) presupone que los docentes deberían contribuir a algo así como la revolución o la reforma de la sociedad. Este presupuesto les atribuye unas prerrogativas distintas a las del resto de los ciudadanos, pues los considera no sólo responsables de su trabajo sino también del destino de la sociedad, elite, en definitiva. Los que piensan de sí mismos en estos términos, sufren de egolatría. El resto deben hacer su trabajo tan bien como puedan, cuestionando lo cuestionable (casi todo), y hablando de lo que saben. Del resto, mejor se callan.