martes, 23 de septiembre de 2008

Hacer tangible lo intangible

El Pew Research Center sostiene, sobre la base de pormenorizadas encuestas que los estadounidenses mantienen dudas sobre la conveniencia de que las instituciones del Estado subvencionen a los Faith-based groups:

"Since early 2001, when the Bush administration first established a White House office to expand the role of religious organizations in providing social services, there have been clear divisions in public attitudes toward faith-based initiatives. The public has continuously supported the principle of allowing houses of worship, along with other organizations, to apply for federal funds to provide social services.

But there remains substantial opposition to the prospect of certain religious groups, notably Muslim mosques, taking on such a role. And the public overwhelmingly continues to reject the idea of groups that encourage religious conversion applying for federal funding to provide social services."

El problema no son las iglesias en general, sino en especial las mezquitas y los grupos que persiguen la conversión religiosa. Las prevenciones de los ciudadanos son normales, pues las religiones que trabajan para la conversión de la sociedad constituyen un peligro potencial (y normalmente imaginario, pero no por eso menos intenso) de acabar con la identidad nacional. No es extraño, pues, que, en cambio, se muestren más condescendientes con las iniciativas de las iglesias que, dada la pluralidad religiosa del país, no han aspirado nunca a convertir a sus conciudadanos, sino a mantener unida a su congregación.

Debe quedar claro que las ayudas no van destinadas a asuntos religiosos, sino a programas seculares o sociales como el combate contra la drogadicción o el apoyo a los pobres. Las iglesias son, así, un suplemento del Estado, prestando servicios ahí donde las instituciones del Estado no llegan. De modo que las ayudas, así como las exenciones fiscales que disfrutan las asociaciones religiosas, no están motivadas por la oferta de esperanza que supuestamente ofrecen (como dice Sarkozy), sino por algo mucho más tangible: el servicio social. Ahí radican las ventajas del sistema estadounidense de separación Estado/iglesias, en que los canales de contacto entre ambos sólo se dan ahí donde lo intangible (la esperanza) se hace tangible (el servicio).

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