sábado, 20 de septiembre de 2008

Porosidad Estado/iglesias

En un discurso en Zanesville (OH), Obama explica cómo piensa regular las relaciones entre la administración y los grupos de orientación religiosa (Faith-based groups). Esta colaboración la inició Clinton, y Bush persistió, pero introdujo algunos cambios acordes con su orientación, según los cuales estas organizaciones pueden discriminar religiosamente a sus trabajadores. Los Faith-based groups reciben dinero del Estado para encargarse de ayudar a la gente, esto es, con fines seculares, no religiosos, pero con Bush consiguieron que, a pesar de que las subvenciones que reciben son estatales, les permitieran elegir a sus colaboradores en función de su orientación religiosa.
En su discurso (que he encontrado gracias a gaudi, buscando el término "faith"), Obama propone unas nuevas bases de colaboración con las iniciativas religiosas que se atengan a los límites legales constitucionales:

"Sé que la constitución establece una separación entre el Estado y la iglesia, pero no creo que esta separación se vea amenazada por la colaboración con grupos de orientación religiosa siempre y cuando se respeten los siguientes principios:
1. Si se recibe dinero federal no se puede discriminar ni a los receptores de la ayuda ni a las personas que se contraten para llevarla a cabo.
2. Las ayudas federales a las iglesias, templos, mezquitas o sinagogas sólo se pueden usar para programas seculares.
3. Garantizaremos que sólo recibirán ayudas los programas que tengan resultados efectivos."

El régimen de separación estadounidense se concreta en una sociedad no tan secularizada como la Europea y justamente por ello se halla bajo un atento escrutinio público, pues son diversas las confesiones que desean recibir ayudas o un trato de favor a través de los resquicios que presenta el muro de separación. En todo caso, estos resquicios siempre tienen una motivación económica, bien sean ayudas destinadas a fines muy concretos (nunca a fines propiamente religiosos), bien sean exenciones fiscales para las iglesias siempre y cuando no utilicen luego su poder para influir de manera ostensiva en la vida política del país.

Frente a tantos discursos sobre la esperanza, las raíces cristianas y la búsqueda de sentido, frente a tanta discusión sobre la laicidad sana, abierta, positiva, justa, excluyente, etc., el modelo americano ofrece claridad. La claridad del dinero.

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