La editorial Katz publica otro buen libro sobre el asunto de la identidad.
En la página 217 leemos lo siguiente:
"Las democracias deberían tratar a la conciencia de las personas (ya sea religiosa o secular) como merecedora de respeto, cuando ese respeto es compatible con la protección de los derechos fundamentales de los individuos".
Puede parecer una obviedad, pero no lo es, porque equipara la conciencia religiosa y la secular eliminando de este modo los privilegios exclusivos de lo religioso. Las dificultades aparecen, sin embargo, cuando unas conciencias, las religiosas sobre todo, están respaldadas por "grupos identitarios religiosos" que, como es el caso con las religiones organizadas, tienen una capacidad de interlocución mayor y a un nivel distinto que las conciencias seculares, que, por su parte, no pueden participar en el debate democrático más que siguiendo los canales abiertos para el común de los mortales.
Otra cita:
(228) "Los gobiernos democráticos deben descartar la fe como fundamento suficiente para crear leyes mutuamente vinculantes, pero la fe puede servir como complemento a razones buenas para las leyes y las políticas públicas."
Esto podría significar que cuando Sarkozy dice que la religión es importante y tiene que participar en el diálogo democrático, lo que debería querer decir es que, cuando se dispone de "razones buenas" para apoyar determinadas leyes públicas, las religiones deberían convencer a sus fieles de que deben aceptar esas leyes, y para hacerlo deberían ser capaces de formular esas razones buenas en términos religiosos que sus fieles entiendan. Lo cual significa que la religión sería, bien utilizada, una fuente de fidelidad cívica.
martes, 16 de septiembre de 2008
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