sábado, 5 de julio de 2008

El rey está desnudo o de cuando lo conservador deviene subversivo

Sólo el niño inocente sabe que el rey está desnudo. Eso dice el cuento.
Se ha puesto de moda decir que el rey está desnudo, pero ahora son los poderosos los que lo sostienen. Gran paradoja. La retórica de la posmodernidad consumada. La historia del nihilismo llegando a su fin. En momentos así, uno piensa que también en esto tenía razón Heidegger, el pensador que no hizo más que transferir el mundo espiritual presente en el habla de las gentes de su tierra, de las gentes de la tierra, en el habla de la tierra, en definitiva, de su tierra, a transferirlo, digo, a un metalenguaje dotado de una lógica propia y profundísima que tan embobados tiene siempre a los lectores de Heidegger, que caemos atrapados en la red de su lógica campestre y telúrica, como moscas filosóficas que revolotean sobre una boñiga de vaca, campestre y telúrica ella también, por supuesto.

Pero no era de Heidegger que quería escribir (aunque está claro que lo quiera o no diga lo que diga todo se refiere de una manera u otra a Heidegger). Quería escribir sobre la impostación subversiva de la derecha, si es que se puede seguir hablando de una derecha como tendencia política opuesta a una supuesta izquierda cuya existencia hoy en día es más que dudosa. Hablo de los que se sientan a la derecha de la presidencia del congreso, del partido azul y no del rojo, y de todos los que se hallan más a la derecha aún, tan a la derecha que no quedan escaños en ese ángulo. La impostación subversiva es lo que alguien describió en un diario de Barcelona como "discurso biempensante de apariencia subversiva". Son los que dicen que ellos son los únicos que se atreven a decir que el Islam es algo pernicioso o puede serlo. Los que creen que ellos son los únicos que atentan contra lo políticamente correcto. Los reyes que dicen que el rey está desnudo. La mayoría reafirmando al unísono que nadie piensa lo mismo que ellos. Lo establecido radicalizado. Esa es, por ejemplo, la patología que se observa en el caso de las caricaturas de Mahoma y de la que hicieron gala los redactores de "Jyllands Posten" cuando sostenían que en la sociedad danesa había autocensura, cuando lo cierto es que la derecha xenófoba que nunca había hablado bien de los musulmanes disponía de un confortable número de escaños en el Folketing y del correspondiente acceso a los medios de comunicación de masas.

Denunciar la tiranía de lo políticamente correcto es pura retórica. Cierto que los clichés socialdemócratas tienen buena prensa de antemano. Pero, como me comentó el otro día igenuamente un ciudadano de mi pueblo, ¿acaso no son más éticos los socialistas? ¿No es el ideal igualitario una cosa buena en sí misma?

Preguntas que son respondidas con una risa de superioridad por los jóvenes liberales pagados de sí y recibidas como un pretexto perfecto por los pirómanos que surgen periódicamente en la esfera del debate público. A estos, por ellos mismos así llamados, liberales hay que quitarles el prestigio que les da su supuesta subversividad y mostrar que ésta sólo esconde una justificación de lo ya vigente y que ellos no son son más que conservadores con melenita y conservadoras con tinte rubio, que pueblan los extrarradios burgueses y los barrios bien de esta España que nos ha tocado vivir.

Lo conservador deviene subversivo cuando la ideología igualitaria se envuelve de una retórica pacifista y buenista que no sólo apela a los bajos instintos de los telespectadores sino que también basa su empeño en una opción ética cosmopolita que puede tener unas consecuencias que apenas se toman en consideración, pues se presta atención preferente a las intenciones de las acciones. Esto es, para los conservadores, una irresponsabilidad. Pero los socialdemócratas igualitaristas tienen todas las de ganar pues se escenifican kantiana y no maquiavélicamente. Al político moral kantiano siempre le queda la satisfacción de haber actuado como Cristo.

PS. Sí, es cierto, el asunto de este, así llamado, "post" no es más que algo óntico y no ontológico, como dirían Heidegger y todos los filósofos que creen tener el monopolio de la radicalidad. Pero, un pobre ignorante como yo no puede aspirar a demasiada profundidad, me basta con quedarme en la superficie de mi propia mirada sobre las cosas, me limito a hurgar con poca fe en la fragilidad de mi poca fe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hombre, Gamper, solo es cuestión de edad descubrir que la derecha también es subversiva, en cuanto que la democracia lo es.

hasta se habla de un anarquismo tory, que es ahora el que profeso, al nivel existencial, después de mi juvenil anarquismo (contra)cultural. -ya era de derechas entonces?

ahora en serio: no olvidará que Lincoln era de derechas, incluso tenía un poco de melenita. Washington, Teddy Roosevelt, Eisenhower, Reagan. en Europa vamos detrás de ellos, por supuesto los socialdemócratas también. con Kant, hacia ninguna parte...con Heidegger, no comment.

en efecto, demasiado óntica su caricatura de la derecha, aunque puedo entender parte del argumento, solo que todo él se desliza por la corriente de una ironía finalmente vacua. quizá esto es lo que aun no nos hace plenamente europeos, no tomarnos en serio la tradicíón de la derecha española, de Martínez de la Rosa, Cánovas -asesinado-, Maura, Dato -asesinado-, luego vino lo que vino con estos dos asesinados por el medio más los asesinatos de Prim y Canalejas; Fraga, Suárez, Aznar, etc.?