miércoles, 30 de enero de 2008

Contra el minarete

Hojeando (es un decir) las próximas iniciativas populares de referéndum en la Confederación Helvética encuentro una que propone un añadido al artículo sobre la relación Estado-iglesia:

Art. 72, al. 3 (nouveau)

3 La construction de minarets est interdite.”

El comité que presenta la iniciativa y que es el responsable de conseguir las firmas necesarias para que pueda ser llevada a referéndum está formado principalmente por el partido de Cristoph Blocher, uno más de los representantes del populismo de derechas que hace sangre con la diversidad social. En la página de información (por cierto más prolija en versión alemana) se informa sobre el significado político-religioso de los minaretes. Se dice que es una construcción arquitectónica que surgió con la intención de controlar a los fieles y que representa la sumisión de los poderes del Estado a la fe coránica. Este símbolo de la intolerancia de una religión fundamentalista no ha lugar en Suiza, dicen los que promueven el referéndum, de modo que para evitar su proliferación es necesario legislar desde la Constitución, aprovechando los mecanismos de creación de voluntad popular que ofrece el propio sistema democrático helvético. Se apresuran a añadir que no tienen nada en contra de la libertad religiosa y que ésta queda protegida por el correspondiente artículo constitucional. Además, no se oponen a la construcción de mezquitas, elementos que parecen básicos para ejercer esta libertad, sino sólo a la de los minaretes.

No parece desencaminado afirmar que el argumento que subyace es el de la reciprocidad. Los defensores de las esencias europeas y patrias suelen argüir que no se debe tener condescendencia con quien no la practica en su propia casa, en referencia clara a los países musulmanes que dificultan el ejercicio de la libertad religiosa de los cristianos. Ojo por ojo. No vaya a ser que “de fora vingueren…”

Habrá que ver si consiguen las firmas. Los argumentos parecen bastante convincentes, especialmente para un país en el que, cabe suponer, el porcentaje de analfabetos funcionales es menor que en España. Pero los argumentos poco sirven ni para recoger firmas ni para votar, pues tanto habrá a favor como en contra. Lo que mueve son las imágenes:

El poder numinoso de una cruz destruida, de un país penetrado por el aguijón, la garrocha, el tronco, el arma, el bastón de mando de un moro indomable (cf. Makbara). La tizona se vuelve contra el Cid blanqueador. El miedo (y anhelo oculto) del falocéntrico Occidente a curarse con su propia medicina. Un misil per angostam viam. Agh!

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