Desde su llegada al poder, George W. Bush se propuso mejorar los requisitos que debían cumplir las organizaciones religiosas para poder recibir financiación gubernamental. No se trata, como apresuradamente se podría creer, de financiación directa que vulneraría la archiconocida Primera Enmienda, sino de ayudas para que estas asociaciones, igual que cualquier otra, desempeñe trabajos sociales bajo el paraguas estatal. Hasta la llegada de Bush, estas ayudas no siempre se otorgaban, pues los funcionarios creían que con ello se vulneraba el principio de neutralidad estatal, haciéndose, por tanto, una interpretación excesivamente seculariazada de esta neutralidad. Según el gobierno de Bush, la neutralidad sesgada hacia el secularismo tiene implicaciones no neutrales, pues sus consecuencias son discriminadoras para las religiones, algo que no podía ser el propósito de la Primera Enmienda.
"The right of religious organizations to select staff on the basis of religious belief is an essential element of religious freedom. The Civil Rights Act safeguards this right, and the Supreme Court unanimously declared it constitutional. Overwhelmingly, federal and state courts have ruled that religious organizations do not lose this right when they receive government funds. Crucial public policy considerations show why this is so important."
La laicidad tiene muchas caras. Sería necesario hacer una tipología de las diversas posiciones del arco político en relación con la laicidad, que incluyera desde la teocracia hasta el ateísmo estatalizado. Los gobiernos de las democracias constitucionales se encuentran en el centro de este espectro, oscilando entre laicismo, laicidad y aconfesionalidad. Lo que diferencia a unos de otros puede ser el pudor o la impudicia con el que expresan sus convicciones, que siempre depende del grado de comprensión que esperan encontrar entre su siempre estratégica audiencia.
jueves, 17 de enero de 2008
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