El amigo X. M. me envía esto. Comentarlo como si lo entendiera perfectamente sería, por mi parte, una temeridad aparte de una demostración de deshonestidad intelectual grave. Sí puedo manifestar, sin embargo, la perplejidad que provoca su lectura.
A grandes rasgos, lo que señala Cronin es que la desigualdad en la distribución de hombres y mujeres en los altos cargos se debe a que hay un mayor porcentaje de hombres que poseen las capacidades (talentos, gustos, temperamentos) más propicios para desempeñar las tareas mejor retribuidas y de mayor prestigio, ya sea industrial o académico. La autora atribuye esta diferencia a datos contrastados científicamente: empíricos, biológicos y estadísticos.
Otros de los resultados a los que ha llegado es que la media de las capacidades de hombres y mujeres es casi la misma, pero que mientras las mujeres se hallan, por lo general, alrededor de la media, los hombres destacan ya sea por arriba o por abajo.
Dado que la ciencia merece un crédito que no tiene el arzobispo de Bilbao, por ejemplo, hay que plantearse en qué medida las políticas de género deberían adecuarse a estos descubrimientos. Eso es lo que nos propone Cronin. Al contemplar políticamente la distribución desigual de hombres y mujeres en los puestos de mayor responsabilidad, sin tomar en consideración los descubrimientos estadísticos basados en pruebas empíricas, se concluye que la causa de esta desigualdad puede ser corregida mediante las acciones legislativas por todos conocidas. Es apresurado y poco riguroso pretender sacar conclusiones políticas a partirde las investigaciones de Cronin, ya que fácilmente se podría caer en el conformismo ante determinaciones biológicas tan ineluctables como la fuerza de la gravedad. Ineluctable, a saber, como dice el DRAE: una cosa contra la que no puede lucharse.
Lo relevante del texto de Cronin es que sus conclusiones son normativas, aun cuando no lo quiera. Está claro, pues, que la ciencia se inmiscuye en lo político. Lo que en cambio no parece estarlo tanto, y eso es lo que reclama Cronin, es si no competería en ocasiones a los políticos tomar sus decisiones a la vista de los resultados científicos más recientes. A fin de cuentas, la posibilidad de equivocarse es la misma. Pero en este caso no se haría siguiendo un esquema predeterminado de propuestas ideológicas, sino apoyándose en datos sobre la naturaleza humana. La ventaja es que en este segundo caso, siempre se puede culpar a los técnicos, a no ser, lo cual ya no es en ningún modo deseable, que sean éstos los que acaben tomando las decisiones.
3 comentarios:
escribí esto en mi blog sobre la cuestión, en el post "Visita al Instituto de Neurociencias de Alicante".
Cuál es su blog?
www.blogia.com/procopio
marzo 2007
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