lunes, 14 de julio de 2008
Más allá del control democrático (II)
Como siempre cuando se habla de democracia, el pueblo, o mejor, los individuos que constituyen el pueblo se refieren al sentido etimológico de la palabra. El poder es del pueblo, no de la elite que éste ha elegido, una elite que, por otra parte, se ha destilado a través de un proceso poco democrático que impide el acceso de cualquiera a los cargos importantes. La igualdad en el acceso a los cargos es formal y no efectiva, eso está claro. Y si bien este hecho se acepta, pues preferimos que nos gobiernen los que por lo menos han sido lo bastante hábiles para imponerse a otros dentro de su propio partido en la carrera electoral, esto no implica que también se considere aceptable que una vez en el cargo los políticos puedan ejercer su influencia sobre el resto de los ciudadanos como si ellos, los políticos, ya no fueran el pueblo.
El gobierno se opuso a la iniciativa no sólo porque ésta presentaba algunas lagunas jurídicas importantes como la diferencia entre información y opinión en el discurso de un político, sino también porque podía hacerlo, porque aún no existía una restricción a lo que podían decir como la que exigía el texto que se presentó al referéndum. Está claro que esta actitud es interpretada por los ciudadanos como una defensa de los privilegios por parte de la clase dirigente. Pero este análisis es demasiado vulgar. A fin de cuentas, ¿qué sabe el vulgo de lo que es mejor para el país? ¿Conoce acaso cómo funcionan las leyes? ¿No le basta con ejercer su control democrático limitado? ¿Tiene la gente derecho a decidir? ¿Por qué debería tenerlo? ¿Y sobre qué asuntos?
La democracia está bien, pero no todo puede ni debe ser democrático. Está banalidad que cualquiera que haya estudiado un par de días sobre el asunto conoce, apenas es percibida por los supuestos depositarios de la soberanía nacional. Y es que cuando se habla de democracia todos hablan de sus derechos y nadie de los deberes. Y así, claro está, se acaba creyendo que la democracia aún está por venir, cuando la realidad es que esto, este aparente desastre institucional y esta cacofonía de voces ignorantes, precisamente esto, es la democracia.
martes, 4 de marzo de 2008
Doxa
Escucha uno de refilón el debate en el que supuestamente ocurre un acontecimiento democráticamente relevante. En la radio las palabras adquieren toda su nitidez. Entonces vemos el tono chulesco de las voces cuando los “candidatos” se refutan el uno al otro. O las acotaciones para ganarse el favor de los catalanes, cuando JLRZ dice que está orgulloso del aeropuerto que al parecer construyen en Barcelona.
Se oye también uno que como Cristo dice: “Yo voy a llevar agua a todos los sitios”.
Esta es una breve transcripción de lo que ha dicho cada cual en los tres últimos minutos dirigidos a los ciudadanos:
* JLRZ: aprovechar la ocasión; expresar profundo agradecimiento; me dieron la confianza; agradecimiento a los que han discrepado con respeto; estímulo para trabajar; defender con convicción la tarea de gobierno; proyecto para los próximos cuatro años; mismas oportunidades a todos los ciudadanos y apoyo a los más débiles; terminar con todas las discriminaciones; el crecimiento económico nos debe llevar al pleno empleo; que la mayoría de los recursos públicos, a la educación, a los jóvenes; apoyar a los trabajadores y a sus familias; afrontar un desarrollo sostenible; contra el cambio climático; que nuestro país lidere esta nueva etapa; defensa de la paz; España unida en convivencia que respete la diversidad; el futuro es la convivencia, confianza y no pesimismo; por todas estas razones les pido su voto y su apoyo; gobernaré para todos y con respeto a todos; con firmeza, con convicción; corregiré los errores; gobernaré con sensibilidad; buenas noches; buena suerte
* Rajoy: España es una gran nación de ciudadanos libres e iguales; si actuamos con realismo, trabajo y dignidad lo superaremos; no división entre los españoles; consenso entre todos; acuerdos con la oposición; muchos votantes de los socialistas creen que España es una gran nación de ciudadanos libres e iguales; pacto para derrotar a Eta; acuerdo política exterior; mejorar la protección social; pensiones y sanidad; presidente del gobierno de todos los españoles; la economía es capital, lo es todo, todo; luchar contra el desempleo, que puedan trabajar en España tantas mujeres como hombres, ese es el objetivo básico; atención a la economía; la economía por encima de cualquier otra consideración; reformas en las infraestructuras; en la educación es lo más importante; que se valore el trabajo el mérito el esfuerzo; que España esté unida en sus tierras y en sus gentes; defender el estado de las autonomías que sirva para fortalecer al conjunto; no perder la dignidad del estado; la clave es derrotar al terrorismo; esa niña es la que mueve mi sentimiento y mi corazón. Esa niña
* La “moderadora”: todos los que lo han visto tienen su propia opinión; este intercambio de opiniones; agradecer
Homo?
lunes, 11 de febrero de 2008
Occidente como estrategia
De ahí que aunque sea cierto que , como dice el Sr. Brotons, "la identidad occidental no es una tontería", sí que pueda ser utilizada como estrategia política como si nosotros fuéramos los tontos. Tampoco la "diversidad social" es una tontería, ni el respeto por las costumbres de los extranjeros, pero su alabanza como patente de corso de determinadas políticas, puede ser esgrimida para dar pátina de "progresismo" o de lo que convenga a lo que en realidad no es más que una campaña publicitaria.
Occidente es importante. Las libertades occidentales también. Y lo mismo se puede decir de la solidaridad social, así como de las culturas de los pueblos. Todo esto, sin embargo, se utiliza. Es justamente su fuerza evocativa la que es colonizada por los asesores de imagen y de opinión para iniciar debates que, si no me equivoco, sólo pretenden conseguir que cada cual pueda afinazarse mejor en sus propios prejuicios.
(Esto no obsta para que, a pesar de todo y a riesgo de ser tomados por idiotas, perseveremos en pasar el tamiz por los discursos públicos para, como buscadores de oro, sacar de vez en cuando una pepita reluciente que nos reafirme en nuestra condescendencia con el "sistema".)
miércoles, 6 de febrero de 2008
Eagleton y Fish sobre Dawkins
Lo cierto es que en la prosa de Dawkins encontramos un tono mesiánico y utópico (en el sentido que le da John Gray al término) bastante inquietante. Es el gesto del intolerante que propone someter la democracia a la ciencia. Quien más quien menos, todos preferimos que algunas decisiones gubernamentales se tomen atendiendo a valoraciones lo más objetivas posibles y que no se dejen en manos de los prejuicios ideológicos de los gestores de la cosa pública. Pero la ciencia también puede ser ciega y eso lo debería saber bien Dawkins, que es liberal y que, por tanto, lo que debe querer es que se respeten sus derechos y querer eso, ya se sabe, implica querer que se respeten los de los otros aun cuando estos los usen de maneras absurdas.
Mientras tanto, bienvenido sea el debate, aunque sea como en este desafortunado caso, utilizando las armas de los peores enemigos.
PS: Esto a propósito de algo que dijo Eagleton el lunes pasado en su entretenida (y demasiado chistosa) conferencia en el CCCB sobre sus amigos ateos, a saber, que visto el cristianismo existente en la actualidad no tenían otra alternativa que hacerse ateos. Lo que defiende la jerarquía eclesiástica es según Eagleton, marxista y cristiano sui generis, un caricatura de la fe. Lo mínimo que habría que exigirles a los científicos que se dedican a la honesta faena de negar a Dios es que supieran esto y no se comportaran como adolescentes que un día de repente se despiertan habiendo descubierto el Mediterráneo.