Lo dice Weterwelle, el alcalde de Berlín que muchos no ven como futuro ministro de Exteriores alemán dada su orientación homosexual. Viene a decir que hay una resistencia en la opinión pública y que puede vencerse igual que se venció la resistencia a una canciller fémina. Puede que no guste a todo el mundo, pero, de una parte, la democracia tiene límites nacionales y por tanto hay que rendir cuentas sobre todo hacia dentro, y, de la otra, las restricciones de los otros que expresen algún tipo de dominación no deben ser necesariamente respetadas. Por ello, Merkel no lleva el velo islámico cuando habla con quien lo considere necesario, o tal vez evite hablar con esos personajes. Sea como sea, no se aceptaba eso y luego se aceptó, y tal vez ahora se aceptará lo de Westerwelle (o eso cabría desear), lo cual no hace más que manifestar "una tendenza dell'umanità [...] verso il meglio'".* Y quien no lo crea así, deberá argumentar.
* Norberto Bobbio, L'età dei diritti, Einaudi, 1990, 251.
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