sábado, 9 de enero de 2010

Este producto puede contener trazas de ideología

El diario danés Politiken comenta que la, así llamada, crisis de las caricaturas de Mahoma ha salido cara. Desde que se produjeran las amenazas a los dibujantes, en especial a Kurt Westergaard, y a la redacción del Jyllands Posten, la policía ha dedicado muchos recursos a la investigación antiterrorista, y se calcula que los guardaespaldas de Westergaard van a costar 20 millones de coronas al año, algo así como 2,6 millones de euros.

Una información relevante en la medida en que se aclaren las causas de este gasto. No se puede usar la cifra para hacer demagogia, para rasgarse las vestiduras para deshonrar a los que cuestionan el valor incondicional de la libertad de expresión. Pero los periódicos la repiten insistentemente, y con ello trazan una línea entre los que están dispuestos a pensar que desde un punto de vista consecuencialista la publicación de las viñetas no era deseable, de una parte, y los que defienden la libertad de expresión por principio y consideran que ningún precio es lo bastante alto, de la otra.

Uno de los debates actuales en Dinamarca tiene como protagonista a la Sociedad por la libertad de prensa, al parecer vinculada al Dansk Folkeparti, algo así como la versión danesa del populismo del tal Anglada en Vic. Pero con muchos más votos, eso sí. Los críticos de esta sociedad sostienen que más que defender la libertad de expresión, lo que hacen es promover la islamofobia. Y que si tan preocupados están por la libertad, por qué entonces no defienden a los musulmanes que pueden perder su libertad de pasearse burkados por las calles de Aarhus.

Uno se pregunta si es posible deshacer estas discusiones desde una perspectiva filosófica sin perder de vista los efectos periodísticos de toda reflexión sobre los debates sociales. O tal vez se trata únicamente de adoptar una postura concreta y apechugar con las consecuencias. Argumentando con el olfato, persiguiendo una finalidad como si nada mejor hubiera que enredarse a discutir con el prójimo.

Si se busca una solución lo que no hay que hacer jamás es pensar con el ombligo. No hay que defender estilizadamente una determinada forma de vida, de vida buena, claro está (como hacen muchos que creen que la escritura se basa primordialmente en un yo fuerte y pagado de sí mismo). Mejor pensar en términos de justicia. Limpios de ideología.

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