sábado, 29 de diciembre de 2007

Sarko en Letrán: reacciones

En Francia, al parecer, el clima de debate es más sano que por estas latitudes. De ahí que la genuflexión de Sarko ante la cruz haya suscitado interesantes reacciones que ayudan a aclarar el estado de la laicidad francesa.

Por ejemplo, Bayrou, el criador de caballos, propone una interesante objeción a la estrategia discursiva de Sarko. Éste, en realidad, argumenta con trampa: han desaparecido las referencias, ergo hay que ir a buscarlas a la trascendencia. La conclusión no se sigue de la premisa, pues si el argumento fuera consistente, habría que darle la razón a la Conferencia Episcopal Española en su rechazo (estratégico, que no doctrinal) a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Bayrou lo dice así de claro:

“La morale de l'instituteur n'est pas inférieure à celle du prêtre. Pour Jules Ferry, elle est la morale universelle au genre humain, qui prend garde à ne choquer aucune des familles qui confient leur enfant aux maîtres.”

La república laica puede ofrecer sustitutos universalistas a la trascendencia, y puede hacerlo sin el peligro del sectarismo que siempre otea en las religiones organizadas y potentes económicamente. La prueba que debe superar es la de la confianza de las familias en que los maestros en las escuelas llevarán a sus hijos por la senda de “la moral universal del género humano”. Habría que ponderar aquí en qué consiste esta moral universal, y no estaría de más, también, aclarar en qué medida semejante afirmación no nos pone en manos de un iusnaturalismo que de nuevo pondría en cuestión todo el entramado de la laicidad. Pero, dejaremos, por ahora esta cuestión.

A Bayrou no ha tardado en responderle Raffarin, primer ministro cuando Sarko fue ministro de interior. Resulta relevante el siguiente intercambio:

Est-ce le rôle du politique de se mêler de questions spirituelles?”

“Bien sûr. On ne peut pas limiter le politique à un rôle de technicien. Il ne s'agit pas de penser à la place des citoyens, mais pour garantir leur liberté, il faut avoir la conscience de la profondeur de la question du sens. On ne peut donc pas l'exclure du débat public.”

Sólo un idiota perdería el tiempo en analizar estas palabras que no son más que pura demagogia para apoyar a un correligionario. Pero son un síntoma de la, por algunos llamada, “reconquista religiosa del espacio público”. Cabe decir, eso sí, que una cosa es excluir del espacio público a la religión y a la cuestión del sentido, y otra muy distinta es conceder a los políticos el derecho a predicar en público. Lo cual no significa que se pueda decir que Sarko es un predicador, como afirmaba yo mismo ayer erróneamente. Más bien es un liberal moderado que no se atreve a imponer obligaciones a los creyentes que los sitúen en una posición desaventajada en relación con el resto de los ciudadanos. Es el mismo impulso que ha movido a Habermas en sus últimos libros. Un impulso que los ateos activistas como Dawkins condenan en nombre de la ciencia. A lo que sólo se puede añadir que la ciencia no ve valores, como Rorty le recordaba a Pinker (*), y que, por tanto, la inquietud de Sarko es el signo de unos tiempos que desconfían de la pretensión totalitaria de la ciencia.

Otra reacción destaca la paradoja que el presidente menos creyente de los últimos años sea el que con más firmeza invita a las religiones a participar en el debate público sobre la política republicana.

Por cierto, a todo esto, ¿qué dicen los néo-réacs? Anti-anti-sionistas, defraudados de una izquierda que sigue los dictados de una pasado bien pasado, esperanzados con un presidente que desprecia lo políticamente correcto, ¿qué dicen ante esta declaración de respeto a lo irracional? Su defensa de los “valores de Occidente”, ¿incluye a las “raíces cristianas? ¿O se refieren exclusivamente a la herencia ilustrada post-frankfurtiana?

Por último: ¿tiene sentido intentar extraer ideas del discurso de Letrán? ¿O acaso no es más que retórica? Hoy mismo, Espada, la clava: “un discurso de una gran inteligencia retórica, donde la contundencia del mensaje se aprecia mejor cuanto más favorable a sus tesis es el receptor; simétricamente, cuando menos adhesión, más se aprecian los matices compensatorios y el equilibrio de las propuesta”.

(*) “Una teoría de la naturaleza debe decirnos qué clase de persona debemos llegar a ser”: Richard Rorty, “Envidia de la filosofía” en Claves de razón práctica 167, noviembre 2006, p. 65. O también: "Science is about facts, not norms; it might tell us how we are, but it couldn’t tell us what is wrong with how we are", Jerry Fodor.


1 comentario:

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Meritorio blog, aunque estemos condenados a discrepar.