El espíritu hiperbólico español no suele atender a razones, ni atenerse a las razones concretas, pequeñas, circunstanciales, a lo que tú me dices ahora y aquí, a lo que me compromete reconocer tus razones ahora. Acaso puede conceder, en ocasiones, casi a regañadientes, que el otro se ha sacado un triunfo de la manga y dice: "Pues también es verdad", con un "también" que da al otro sin quitar lo propio.
Esto hasta que alguien dice una palmaria obviedad o expresa una justificada indignación. Entonces, el juicio es inapelable, y emisor y receptor se unen en el destino universal de toda la razón del mundo.
martes, 28 de abril de 2009
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