viernes, 1 de febrero de 2008

El orden altera el producto

Justo ayer publicaron los obispos sus consejos para los católicos con motivo de las próximas elecciones y ya anda medio país diciendo que se podrían haber callado.

Una observación y dos codas:

Observación: ¿Por qué dejan para el final lo más importante? (*) Este es el pensamiento social de la Iglesia Católica Española: los pobres los últimos. Parece, en realidad, una viñeta de Quino.

Coda a) La consabida referencia a la "recta razón" para guiar la moral. No se trata de una cuestión filosófica, sino estratégica. Surge la sospecha de que dicen razón porque es lo que los tiempos demandan, igual que reclamamos tolerancia cuando ya no tenemos poder.

Coda b) "No es justo tratar de construir artificialmente una sociedad sin referencias religiosas, exclusivamente terrena, sin culto a Dios ni aspiración ninguna a la vida eterna". Yo lo dejaría en que no es justo tratar de construir una sociedad, pues la sociedad se construye a sí misma.

Pero más allá de lo que a uno le pueda gustar o no de lo que dicen, la pregunta que aún nadie sabe muy bien cómo contestar sin hacerlo ratificándose en los propios prejuicios es si los obispos organizados pueden intervenir en una campaña electoral. Tal vez en lugar de intentar responder esta pregunta (que en la Constitución creo que ya está muy clara, esto es, sí que pueden participar, a diferencia de los militares), haya que dirigir la atención a noticias como esta que parece tan escorada por los que son motivo de la noticia como por los que la notifican. Son muchos los que sostienen que la religión debe desaparecer de la vida pública, basta ver las diferentes encuestas de hoy en los periódicos on-line. Primero habría que aclararse acerca de lo que sea esa vida pública o espacio público, y si están pensando en las instituciones del Estado que las llamen así y entonces sabremos a qué atenernos en las discusiones, pero que quede claro que en el espacio público se expresará quien así lo desee y, sobre todo, quien pueda pagar la propaganda, pues de eso se trata.


(*) No es hasta el punto décimo y último que se preocupan por los pobres y hambrientos, hasta ahí sólo hablan de moral pública y decencia.


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