jueves, 7 de febrero de 2008

Relativismo cero

Primero fue la tolerancia cero, expresión que designó la política de mantenimiento del orden público en Nueva York a partir de 1994, tras la elección de Rudi Guliani, pero que ya había sido utilizada a principios de los ochenta. Tolerancia cero significa que no se deben dejar pasar las pequeñas infracciones, pues a éstas las siguen otras pequeñas infracciones hasta darse un gran delito o deterioro.

La tolerancia cero es un eufemismo para no decir intolerancia. Intolerantes son los otros (algo parecido a lo que pasa con la palabra "pijo"). Nadie se considera intolerante, como mucho dirá que algo le parece intolerable, un pelo en la sopa de un restaurante de lujo, por ejemplo. En nuestro país, dado que se ha usado la expresión sobre todo para referirse a la conducción bajo el efecto del alcohol, se extendió la creencia que "tolerancia cero" significaba que sólo se toleraría una tasa de alcohol de cero. El folclore de las palabras.

Surge ahora la expresión "relativismo cero", usada por el señor Albert Rivera en un artículo sobre el barullo que han armado los políticos y la prensa a su servicio (o sea, toda la prensa) a propósito de las declaraciones de los obispos. El tono de su artículo deja clara su posición (y supongo que la del partido al que pertenece) sobre la cuestión: privatización de las religiones. La privatización, sin embargo, entendida no como regulación de las actividades públicas de los representantes religiosos o de los fieles, sino como exclusión del discurso público relevante en el proceso legislativo. Se entiende esta exclusión de forma tácita:

"Creo que los representantes públicos no deberíamos convertir estas declaraciones en el centro de la política, ya que es el mero reflejo de que España no es verdaderamente un país donde se separa la Religión del Estado".

Es curioso que escriba "religión" con mayúsculas, así como que hable de separación Religión-Estado y no Iglesia-Estado. La segunda expresión se entiende, pero ¿la primera? Es rara esta afirmación viniendo de un jurista, pues no resulta jurídicamente practicable la distinción que propone, ni que sea porque el Estado debe promover algunas formas de religión civil (lengua, patria, bandera, constitución, selección nacional, toros, paella, botijo, gracejo, raza, historia) para mantener su cohesión. Eso es lo que dicen los sociólogos (cf. Salvador Giner, Carisma y razón, Alianza).

Pero, bueno, esa no es la cuestión. Lo que interesa aquí es la expresión "relativismo cero":

"Relativismo cero con las actitudes discriminatorias que afecten a los derechos fundamentales de las personas por imposiciones religiosas, sobre todo teniendo en cuenta que algunas confesiones como la islámica defienden en su texto de referencia, el Corán, que la voluntad de un hombre vale dos veces la de una mujer."

Se podría decir algo sobre el lugar estratégico en el espectro político que pretende defender "Ciutadans" con esta afirmación, pues han descubierto que el punto oscuro de los socialistas es la tolerancia del respeto y el elogio porque sí de la diversidad. Lo dice el Papa y lo dice cualquiera que se haya enfrentado a una clase de jóvenes veinteañeros que han recibido un baño tal de relativismo cultural que se resisten, desde la ignorancia, a criticar cualquier otra cultura, porque ya se sabe, todas las culturas son respetables y vete tú a saber qué pensaríamos nosotros si hubiéramos nacido en una tribu de esas en las que hay un orden ancestral, etc. Tienen que pasar varias clases para curarse de esa enfermedad que en algunos casos es defendida con una lectura mal digerida de Foucault o de alguno de sus émulos, y la verdad es que son pocos los estudiantes que se curan, pues suelen venir curados ya a clase, dispuestos únicamente a reafirmarse en sus endebles convicciones, temerosos, como buenos españolitos, de perder su yo si alguien les demuestra que lo que pasa por sus cabezas es tan volátil como la gasolina que los transporta. Dicho sea de paso, tal vez ese arraigado miedo hispano a perder el yo cuando se pierden las convicciones sea una fuerte motivación para hacerse relativista, puesto que las convicciones pasan a ser la fuente de la identidad, ergo "tants caps, tants barrets".

El "relativismo cero" se entiende como la necesidad de afianzarse en algunos principios que nos permitan poner límites a la tolerancia, que, como es sabido, sólo tiene sentido si tiene límites, siendo la tolerancia ilimitada un concepto absurdo. No todas las formas de vida son aceptables, ni siquiera en el mundo privado. Por ello el concepto "violencia cero", aplicado a la así llamada violencia doméstica, resulta también tan adecuado, ya que supone una intervención en el, hasta hace poco, considerado espacio privado. "Relativismo cero" se propone aquí como eslogan contra la cultura del buen rollo con la que se suelen identificar las izquierdas y, aprovechando la demonización del islam que tanto nos afianza en nuestra supuesta identidad occidental y que nos une en el miedo al moro, se marcan bien claros los límites de la tolerancia que, para variar, coinciden con límites religiosos, raciales, nacionales y lingüísticos, demostrándose así que el liberalismo, cuna de la tolerancia, arrastra aún pesadamente su vinculación a contextos nacionales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sr. Gamper

la identidad occidental no es una tontería, es la civilización que empieza en Grecia, sigue en Roma, pasa por el largo túnel cristiano de la edad media y renace dando inicio a la modernidad-

el problema del islamismo, como ha indicado un historiador español (lo de españolito, pues vale, como si fuera el único en temer perder su yo, pero vamos a ver si además de aguantar el sambenito de "racistas" del mundo por excelencia, ahora resulta que a la vez somos los inventores del relativismo cultural: y eso ya sí que no), Manuel Cruz Hernández, es que fue una religión no urbana: el judaísmo tenía un "pueblo" y el cristianismo es de hecho grecorromano. el islamismo no. y tampoco ha pasado por su reforma (que podría empezar, como ya indicamos, por retomar al hispano Averroes, que nace en un lugar que ha sido previamente romano)

y lo del socialismo árabe, el apoyo del Psoe a fundamentalistas islámicos de verdad, tampoco es una broma

sí, en Ciudadanos defendemos más o menos lo que usted indica. Yo, personalmente, he recordado en el blog de Rivera que existe el artículo 16 de la CE, y personalmente, no estoy tan en contra del papel social de las iglesias y de la religión, si es civilizada y acata el marco común de la ética pública democrática

me parece que Rivera quiere decir simplemente que las misas y opiniones de los obispos no pueden ser el centro del debate político, poniéndonos todos farrucos

preferimos, pienso yo, una defensa de la sociedad civil secular, una "privatización" de las religiones (yo al modo más americano, en el partido la mayoría prefiere lo francés, dicen), y el Estado solo como un instrumento de administración

claro que el liberalismo tiene sus límites, más en Europa que en EEUU; pero pienso que a diferencia de lo que decía Nietzsche, que clasificaba los dos bandos en socialistas y nacionalistas o nacionales, hoy, las limitaciones nacionales del liberalismo las encontramos mucho más en los socialistas que en los partidos nacionales (salvo los que nacieron directamente como nacionalistas y lo siguen siendo, éstos pasaron del medievalismo a un pretendido post-liberalismo); de ahí, por ejemplo, el anti-liberalismo de la izquierda europea, especialmente de la francesa y de la alemana, y el mayor apoyo a la globalización por parte de los "nacionales".

saludos nocturnos.