"Las leyes internacionales de derechos humanos protegen a los individuos en el ejercicio de su libertad de religión y convicciones, y no a la religión misma."
Con estas palabras fundamentaba Alemania su discrepancia con la Resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas (30 de marzo de 2007) en la que se conminaba a los países a "combatir el odio y la discriminación motivados por la difamación de las religiones".
No son las religiones las eventualmente ofendidas, sino los fieles que ven efectivamente limitada su libertad de religión. Si atendemos a las personas y no a los dogmas, se da una mayor seguridad jurídica, tanto para ofendidos como para ofensores, y se evita que los líderes espirituales se arroguen la autoridad de hablar en representación de millones de personas.
jueves, 12 de marzo de 2009
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1 comentario:
La religió sempre és allà... les persones sempre canvien i es van tergiversant i cada cop ho faran més i més i més...
Gràcies per les teves aportacions i pel passat seminari sobre pluralitat religiosa, en el seu conjunt, va ser molt enriquidor.
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