jueves, 26 de marzo de 2009

Tú no eres mi hermano

Dijo el Papa el otro día en el aeropuerto de Luanda:

"No os canséis de hacer progresar la paz, haciendo gestos de perdón y trabajando por la reconciliación nacional, para que la violencia nunca prevalezca sobre el diálogo, el temor y el desaliento sobre la confianza y el rencor sobre el amor fraterno. Eso será posible si os reconocéis mutuamente como hijos del mismo y único Padre del Cielo".

Según esto, la solución a los conflictos sociales es posible si nos reconocemos mutuamente como hermanos, hijos de un mismo padre. La diversidad social se puede, por tanto, atenuar. Es el universalismo cristiano que tantas veces ha adoptado el sayo del imperialismo y del colonialismo, y que fue reproducido por la confianza en las luces o en el capital. Pero las soluciones tan profundas son sospechosas. ¿No basta con la tolerancia recíproca (o no) para coexistir en paz con perros infieles?

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